La producción dramática de los
inmigrantes españoles e italianos y sus descendientes directos, ha sido
ampliamente estudiada, y testimonio de ellos son los numerosos y calificados
libros de historia y ensayos sobre nuestro.
Lo contrario ocurre con los miembros de la colectividad croata.
Por ello elijo hoy
escribir sobre Ivo Kravic, cuyos
padres croatas (Split/Dubronik) le
transmitieron fielmente su lengua y tradiciones. Dos mundos coexisten armoniosamente y se
retroalimentan en las obras de este autor. Como director de la revista de
artes, letras y estudios sobre la inmigración, El croata errante, recopila y difunde en castellano y en croata,
textos poéticos, narrativos y teatrales y sus corresponsales en nuestra
provincia de Córdoba y en Zagreb ofrecen
noticias de quienes optaron por la inmigración y de los decidieron quedarse. En
el 2002 con la versión bilingüe de Háblame
de Augusta (Govori mi o Augusti) de Luko Paljetak, Kravic abre las puertas al
diálogo cultural con Croacia con su magnífica traducción[1],
y mantiene el equilibrio entre el acercamiento de una cultura extranjera (para
los argentinos) y la preservación de su identidad (para los croatas). Y así
completa el proceso iniciado dos años antes cuando en esa misma revista ofrece la
versión bilingüe esta vez de una obra de su
autoría, Hamlet Recidivo.
El trabajo con la historia y la memoria son los principales puntos de
partida en sus obras, Simón y la república Imaginaria[2],
escrita en el 2003, a través de la vida
y obra de Simón Rodríguez, propone una
nueva reflexión sobre las relaciones
entre ficción (o fábula ficticia) e historia –distinción introducida por Aristóteles, cuestionada por el positivismo,
reformulada en la posmodernidad- la tiempo que explora en la dramaticidad de
este último concepto. Revisita el pasado y diseña desde el hoy la figura
silenciada del maestro de Bolívar; no propone una reconstrucción ni un discurso de homenaje, sino el ejercicio
de la memoria, enriquecido tanto por la imaginación como por la investigación
documental.
En esta misma línea se puede ubicar a Exodium[3],
que investiga el éxodo jujeño ordenado
por Manuel Belgrano a través de un bando
sellado el 29 de julio de 1812. En la construcción de este drama histórico
apela a elementos propios de la tragedia (prólogo, peripecias, éxodo). Un coro
que funciona como suplicante, como relator y como mediador poético en un mundo
prosaico y bárbaro; un héroe que lucha contra un destino hostil, no por
designio de los dioses, sino –en este caso por la operatoria de ciegas fuerzas sociales y es capaz de elegir.
En ambas piezas, Kravic, coloca en primer plano
figuras históricas no para recrear sus facetas públicas o enfocar aspectos
personales, sino para construir textos
en los que un discurso lee, afirma, contesta o refuta al otro.
Totalmente diferente en su
factura es Apuntes de Konavle, cuyo
estreno contó con el apoyo de la Oficina
Nacional para los croatas fuera de la República de Croacia. Originalmente fue
un texto narrativo, que más podría relacionarse con sus cuentos, Casas de la memoria. En el 2015 dio conocer su versión teatral, y se
encuentra en proceso final una versión
fílmica. El autor sintetiza así su
argumento: un hombre va en busca de una herencia a la patria de sus padres en
las postrimerías de la guerra independentista, y afronta nuevas experiencias,
entre ellas un crimen.
De fuerte carga autobiográfica,
esta -su hasta ahora última creación- integra la ficción, el relato de viaje y lo testimonial, y apela por
momentos, al suspenso. La memoria de lo pasado se tensiona con los hechos
presentes y la expectativa de lo futuro durante la espera de develar lo oculto.
El autor, sin duda, coincide con
Marc Augé en que “Recordar u
olvidar es hacer una labor de jardinero, seleccionar, podar”, por eso esa
especie de crónica fragmentada es titulada “apuntes”. Y allí encontramos
destellos de lo afectivo y emocional, que enriquecen un discurso que remite a
lo histórico y lo social. Lo histórico y lo personal se imbrican de tal modo
que es posible aplicar a esta obra aquello que
Ivo Kravic sostenía en el prólogo de Exodium, la necesidad de asumir “la tarea de retener y restaurar lo nuestro,
persistir sobre lo ausente y cubrir con la ficción aquello que se desprende de
la documentación sin alterar su esencia”.
[1]
“Una magnífica traducción contiene ya su puesta en escena”, sostenía
Antoine Vitez.
[2]
Buenos Aires, Fundarte 2000, 2004. Prólogo de Perla
Zayas de Lima, pp.5-11.
[3]
Buenos Aires, Fundarte 2000, 2005. Otros datos aparecen en
Perla Zayas de Lima “Memoria,
historia y teatro”, Boletín de
la Academia Argentina de Letras, n° 291-292, 2008,
pp. 177- 190.
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