lunes, 26 de abril de 2021

KADO KOSTZER, DE LO AUTOBIOGRÁFICO COMO PUNTO DE PARTIDA, AL CONTEXTO TEATRAL DE BUENOS AIRES COMO PUNTO DE LLEGADA.

La aparición de Antes del Di Tella, auspiciado por Proteatro y publicado por EUDEBA (C.A.B.A., 2020) brinda la oportunidad a los potenciales lectores de acercarse de modo adecuado a la personalidad de uno de los autores teatrales que con mayor lucidez ha sabido combinar diversas actividades: el periodismo, la traducción, la adaptación, la dirección y la producción. 

Su eclecticismo es sólo aparente, y su expresa subjetividad, enunciada desde el mismo subtítulo,  “Emociones teatrales porteñas” y rearfimada  en su prólogo: “Desde que tengo uso de razón hice lo que se me antojó”  (p. 12),  “Gustos personales, circunstancias, oportunos o inoportunos olvidos rigen mis relatos que evocan un lustro a todas luces interesante del teatro porteño y del que fui testigo adolescente, aunque atento y curioso” (p. 13 ) y a lo largo de diferentes títulos, conllevan de modo inusual capacidad de síntesis, una organización sistemática de sus ideas y un amplio campo que excede lo individual que incluye, nada menos que la actividad teatral de  Buenos Aires entre  1960 y 1965. 

Nada escapa a su privilegiada memoria y la enorme documentación manejada se organiza con excelente criterio. En breves capítulos aborda la actividad del teatro oficial (Teatro Nacional  Cervantes y Teatro San Martín), del teatro comercial y del teatro independiente (La Máscara, el IAM, Pequeño Teatro, Grupo del Sur, etc.); la presencia de compañías extranjeras  (españolas, italianas, francesas, uruguayas, inglesas, norteamericanas); el papel de la radio como elemento  de difusión del teatro argentino y universal),  la labor de prestigiosos directores ( Leónidas  Barletta, Orestes Caviglia,  Alejandra  Boero, Pedro  Asquini,  Hedy  Crilla, Rodolfo  Graziano, Oscar  Ferrigno, Onofre Lovero) y actores famosos (Berta Singerman, Lola Membrives, Iris Marga, Elena Tasisto,  Pepe Novoa, Lautaro Murúa,  Rosa  Rosen, María  Aurelia  Bisutti,  Virginia Lago, Inda Ledesma, Alfredo  Alcón, entre muchos otros); los géneros teatrales (la revista, el sainete, la comedia musical, el teatro de títeres); el devenir de las distintas salas porteñas y la actividad de los teatros al aire libre; los dramaturgos que surgen en el período elegido (Carlos Somigliana, Sergio De Cecco, Griselda  Gambaro), la relación de los actores independientes con el cine; los actores y la televisión;  la crítica (Emilio A. Stevanovich); la escenografía (Saulo Benavente) y la utilería; la producción (Julio  Kaufmann, Pablo Bueno), los agentes literarios (Catalina Wulff, Romiglio Giacompol); las colecciones teatrales de diferentes editoriales, tanto de obras como de ensayos (Sudamericana, Losada , Emecé, Aguilar, Sur Losange, Fabril  Editora, El Carro de Tespis…); las revistas (Primer Acto, Talía) y los programas radiales  (Semanario  Teatral  del  Aire); los suplementos  de los periódicos argentinos y aquellos para lectores de habla inglesa, francesa y alemana.

Con sagacidad es capaz de separar y recolectar de diferentes testimonios orales “Verdades, semi verdades, verdades adornadas, expresiones de deseo o simples delirios” (p.247) tal como se puede observar en el capítulo dedicado a Alma Bambú. Lo nacional y lo extranjero dialogan de modo natural, y a manera de vidas paralelas se ubican en capítulos continuos a Luis Mottura y a Leónicas Barletta. La suerte corrida por elencos locales y visitantes es analizada con una loable mirada crítica.

Sus preferencias en lo que se refiere a las ediciones pone de relieve la importancia que el autor dio siempre a lo visual y se corresponde con la impronta otorgada a sus diferentes puestas en escena; por ello rescata aquellas “fotos mágicas e inspiradoras” capaces de mostrar “conceptos visuales” (p. 45), pero también el poder mágico de la voz (“33.r.p..m El teatro en su tocadiscos”, pp. 235-237)   Asimismo, algunos de los autores que conoce y de los cuales se enamora (p. 21) condicen con las cualidades que tiene Kado Kostzer en su calidad de dramaturgo: como Richard  Sheridan (el de La escuela del escándalo) una profunda lectura de la sociedad de su tiempo y un manejo agudo  y personalísimo de la sátira; como Dylan Thomas (el de Bajo el bosque de leche) el juego rítmico de las distintas voces y su manejo del humor. Su mirada sobre La Ópera de dos centavos (Brecht- Weill) se corresponde con la función central que la música adquiere en el espectáculo teatral (basta con recorrer la lista de sus estrenos en Europa y nuestro país desde 1989 a la fecha, pero pienso específicamente en dos espectáculos a los que asistí: Talismán (1999) y L´Ora italiana co-escrita con Sergio García Ramírez (2009)

Las palabras elogiosas para la revista Lyra también ponen de manifiesto otra de las características del citado autor: lo saludable de cierto eclecticismo, la interrelación entre los distintos lenguajes que confluyen en un espectáculo, y un verdadero sentido de la cultura que no queda limitado por las ideologías. La importancia que le otorga al material gráfico (que pone de manifiesto en sus opiniones sobre Histonium, se ejemplifica en las 32 páginas de material gráfico que enriquece un texto de 407 páginas. Sus juicios nunca se acomodan a lo convencional y establecido tradicionalmente, lo que se evidencia, por ejemplo, en sus opiniones sobre Lola Membrives y China Zorrilla. Su interés por todas las artes le permite rescatar figuras de épocas pasadas como la del actor Basil Rathborne, y a su independiente criterio se le suma el interés por revelar aspectos desconocidos o pocos difundidos de figuras tanto como famosas o como soslayadas: no es casual que el último capítulo esté dedicado al “Único Raúl de Lange” (p. 374).

Señalaba al comienzo que su subjetividad aparece unida a una investigación profunda y sistemática que da cuenta del contexto teatral de la época estudiada. El volumen se cierra con una lista de obras y espectáculos (pp. 377-386), datos sobre algunos protagonistas “activos en la escena  porteña entre 1960-1965” (pp. 387-398), una nómina de los “Teatros y espacios teatrales desaparecidos o inactivos (Con programación –no simultánea- entre  1965 y 1965)” (pp. 399-400), de las cuatro salas capitalinas ocasionales “Cines de barrio destinados a compañías de radioteatro en gira “(p. 401), y una bibliografía que incluye además de los libros, las revistas de actualidad y espectáculos, las publicaciones  culturales y de teatro, los principales diarios y  los programas teatrales (pp. 403-407).

Esta precuela del libro publicado en 2016, La generación Di Tella y otras intoxicaciones (Buenos Aires, EUDEBA) ofrece a los lectores de diferentes generaciones la posibilidad de acercarse al movimiento teatral porteño entre  1969 y 1965 y entender  investigación como un  fuerte acto de pasión.




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AÑO VI - N° 238
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