En sus temporada 2016
el ballet Contemporáneo del Teatro San Martín reunió en un mismo programa tres propuestas diferentes tanto por las
personales miradas de tres coreógrafas (Anabella Tuliano,
Silvina H. Grinberg y Ana María Stekelman) sobre el tratamiento de los cuerpos y el
espacio como la elección de las músicas
originales compuestas por Leandro Gatti,
Guillermina Etkin y Maurice
Ravel.
ÍNFIMA
CONSTANTE, una obra
sobre el tiempo, sintetiza en 25 minutos la difícil convivencia entre el
´subjetivo tiempo interior y el tiempo cronológico, el modo en que los cuerpos
se encuentran en un “entre” la tierra y el espacio, y la necesidad de
atrapar lo efímero. La coreógrafa nos
habla de una “magia” para no dejar “que el ahora, el momento presente, se
diluya en nuestros dedos”. Establece, así,
un diálogo constante entre la poética y funcional escenografía
(representación de un espacio exterior inmóvil), realizada por Lautaro Graciosi, y los cuerpos que se repliegan
y se estiran en todas direcciones o se conectan íntimamente con el suelo. La
gestualidad se vuelve absolutamente denotativa cuando el intérprete del solo
final extiende su mano hacia el espacio
en un intento de apresar el tiempo, y condensa de ese modo el
sentido que quiso dar su obra.
Silvina H.
Grinberg revela cómo para la realización
de TEMPERAMENTAL se inspiró “en la
teoría de los cuatro temperamentos (…) considerados por Hipócrates de Cos (…)
como una emoción del alma por la interrelación de los diferentes humores del cuerpo”. Los bailarines funcionan por momentos como esculturas sonoras que por
momentos citan con sus movimientos y gestualidad, pero nunca caen en la
“ilustración” del texto teórico que sirve de punto de partida.
Algunos aspectos la
hacen especialmente interesante: el modo de utilización de las voces con y sin
micrófono, en un amplio arco que va del susurro al grito; el cruce de lo
clásico y lo popular, el uso que de las chaquetas de piel y la exhibición de
los torsos desnudos realizan los bailarines y que se corresponden con el
itinerario de los cuatro humores, melancólico, flemático, colérico y sanguíneo;
el empleo del humor a través de distintos niveles de discursos verbales
(apelativos, enunciativos, interrogativos); una iluminación, diseñada por Alberto Lemme, que además de conformar
una partitura rítmica asume por momentos una función narrativa y en otros la
acompaña (como en el caso del apagón). Precisamente es el armazón visual un
aspecto a destacar con su juego entre
enfoques y des-enfatización entre las partes y el todo, pero siempre en función
de la velocidad de los movimientos.
El BOLERO
de Ravel en la concepción de Ana María Stekelman, “trata de la obsesión. De la posibilidad
de repetir algo y a su vez, cambiarlo siempre”[1].
Desde su estreno en 1928, Bolero permitió variadas versiones. Esta, que hoy
presenta nuestra coreógrafa es un claro ejemplo de lo que una mirada
inteligente y creativa puede hacer con un “clásico”. En los movimientos
confluyen elegancia y energía, al tiempo que
se establece un juego de dobles.
La misma música puede
ser bailada como danza contemporánea por siete parejas, por uno, tres o cinco
bailarines que reproducen los pasos del malambo, y simultáneamente por una
pareja de tango. Esta idea de la repetición pero al mismo tiempo la existencia
de la diferencia está asimismo representada por el diseño del vestuario de
Renata Schussheim, cuyas simples líneas se replican en los catorce intérpretes;
esta creadora aprovecha al máximo
el poder simbólico del vestuario.
Las tres propuestas
conforman un espectáculo único (en todos los sentidos) por la excelencia de los
intérpretes y los desafíos físicos y actorales
que exitosamente superan; la acertada elección de escenógrafos,
iluminadores y vestuaristas; y la originalidad y de las coreógrafas que permiten
lucimientos individuales y del grupo disciplinado, el cual revela mucho más que
un dominio técnico y asume acciones propias de la teatralidad.
Foto de tapa: Gustavo Gavotti
[1]
Las citas de las tres coreógrafas
incluidas están sacadas del Programa de
Mano. Allí también se informa que Bolero
fue estrenada por la Compañía Tangokinesis en 2004, Ínfima constante, en 2013 para el ballet del San Martín, mientras
que Temperamental es estreno.
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