domingo, 3 de diciembre de 2023

PROYECTO GARLAND


 

Este espectáculo inspirado en la vida de Judy Garland acaba de finalizar una exitosa temporada en el teatro NoAvestruz. Los términos del título denominan y sitúan al mismo tiempo a la protagonista y a su destino. Si bien se focaliza en la vida de la actriz, la proyección a ámbitos más generales es evidente como aparece en el programa de mano. Los textos proyectados durante el espectáculo subrayan este punto de vista.

Nadie puede encajar completamente en el mundo que le toca en suerte”.

Nadie se salva de los  jabalíes”[1]

La composición del equipo creativo explica en gran medida los valores de esta obra: la actriz, Marina Munilla  y el director, Gerardo Grillea, son los responsables de la dramaturgia, del  vestuario; Munilla es la autora de las letras de las canciones a las que Gustavo García Mendy le puso música, y Grillea es el responsable del diseño escenográfico. Este hecho genera un perfecto ensamblaje de los diferentes lenguajes del espectáculo.

Narrar una historia, interpretar una historia. Narrar actuando, actuar narrando. Y un receptor que queda atrapado por una actriz que a través de palabras que le pertenecen representa a otra, en un espacio propio del teatro de cámara.

De frente a los espectadores Marina/Judy exhibe un dramático forcejeo con las palabras que parecen estar detenidas en el interior, con otras que revelan el plano lógico y el anverso físico y afectivo, una dimensión espacial por la sonoridad, y la gestualidad que acompaña; no sólo trabaja con la verbalidad, sino con lo no verbal y hasta lo pre-verbal-. Como coautora, Munilla presenta un texto en el que cada palabra cuenta tanto en los diálogos como en las canciones, y en su rol de actriz se revela como una perfecta ejecutante por su dicción, sus ritmos, sus timbres e intensidades lo que le permite revelar la complejidad del mundo afectivo de Garland y también el de todos los seres humanos, porque si bien las emociones son privadas los sentimientos son universales.

De los numerosos datos conocidos sobre la tormentosa y atormentada vida de la estrella, los autores eligieron revelar el grado de mutilación de los días infantiles, el sentido trágico que para Judy Garland, una mujer marcada por permanentes fugas frustradas (sexo, alcohol, drogas). Lo que se quiere olvidar siempre aflora en virtud de una memoria inmanejable. El texto coloca a la protagonista en medio del conflicto a la hora de definir las relaciones entre realidad-apariencia, verdad-falsedad, naturaleza-artificio, amor-odio, por lo que sus actos deben ser entendidos más como preguntas que como respuestas.

Como director y escenógrafo, Grillea trabaja los objetos como materialización de lugares: de vida y muerte (la bañera), comedor y clínica (la mesa); o cita de ellos, casa de la madre y oficina del productor (el teléfono). Y como espacio simbólico de poder (los micrófonos) defendido por los personajes masculinos, y modificado a través del arte musical e interpretativo de la protagonista. Si Luft y Kupper pueden someter a Garland, ésta es capaz de capturar a su público.

Gastón Biagioni y Leonardo Murúa son mucho más que “partenaires”, encarnan el difícil rol de ser simultáneamente ayudantes y oponentes y transmiten con gran oficio esa permanente dualidad. Por ello, el director los coloca repetidamente adelante, próximos al público, no para que el espectador “vea”, sino como “elección de foco” (Peter Brook).

Las imágenes que ilustran el Programa de Mano ofrecen una guía de lectura del espectáculo, lo mismo que el texto incorporado. Las manos masculinas que presionan el rostro de Judy simbolizan la idea de apropiación, de posesión, de un poder patriarcal autoritario; en la contra cara del programa, muestran los gestos “transparentes” de los tres personajes y cómo el espacio territorial de la protagonista está incluido en el de su esposo e invadido por el del médico. El Programa constituye una perfecta síntesis de un proyecto que la predetermina, y la muestra de una vida no vivida como propia.



 

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AÑO VI, n° 271

pzayaslima@gmail.com



[1] Subrayo la palabra inicial “nadie” precisamente por el sentido de universalidad que implica. La primera frase involucra una visión del mundo en la que el azar ocupa un lugar preponderante; la segunda, apela a lo simbólico: el jabalí como símbolo del desenfreno (Paul Diel), y, como lo señalaba el antiguo DICCIONARIO UNIVERSAL DE LA MITOLOGÍA, del arrojo irracional hasta el suicidio. Sin duda esto remite a la personalidad de Judy Garland.