martes, 29 de septiembre de 2020

TEATRO SIN PÚBLICO

 Dado que  sigue vigente la  imposibilidad de asistir ni a espectáculos teatrales ni a espectáculos de danza considero pertinente suspender un blog que tiene  como principal objetivo el análisis  y comentario de  dichas propuestas artísticas.

 El blog  volverá a  su actividad cuando toda la situación esté normalizada

  Dra.  Perla  Zayas de Lima

lunes, 21 de septiembre de 2020

P. D. JAMES. REFLEXIONES SOBRE UNA NARRADORA A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO.

 

 Tal vez resulte sorprendente que un blog dedicado a las artes del espectáculo me refiera a Phyllis Dorothy James, una de las más famosas escritoras de novelas policiales. Más allá del placer personal de haber leído gran parte de su producción en la que el detective Adam Dalgliesh resuelve los más complejos crímenes y describe aspectos de la sociedad inglesa de su época, encuentro que dos libros “TODO LO QUE SÉ SOBRE NOVELA NEGRA” y “LA EDAD DE LA FRANQUEZA” proponen una serie de reflexiones sobre temas que trascienden la narrativa policial. Quien probablemente es “la mejor escritora contemporánea de novela negra” (opinión del SUNDAY TIMES y que comparto) ha dejado en los dos textos antes citados ideas claves que hacen al arte literario, a la responsabilidad social y a la política.

En TIME TO BE IN EARNEST, 1999 (LA EDAD DE LA FRANQUEZA,  Sudamericana, 2001[1]) queda expuesta claramente su posición frente al problema de género: matrimonios que  implicaban aún a comienzos del siglo XX “poco más que una esclavitud institucionalizada para la esposa”, trabajos en los que no se tenía en cuenta la igualdad de oportunidades  y la discriminación era evidente(su experiencia en el  National  Health  Service le mostró  que para lograr un ascenso “no alcanzaba con estar  mejor calificada que los postulantes varones, sino que tenía que estar sensiblemente mejor calificada”).  Y aborda el polémico tema de los cupos: si bien reconoce la necesidad de continuar promoviendo la participación de las mujeres como asimismo de las minorías étnicas cuestiona la implementación de dichos cupos “porque resultan condescendientes y ofensivos tanto para las mujeres como para las minorías involucradas”.

También aborda un tema conflictivo como el del arte, la moral y la censura. Hablar de la responsabilidad moral del novelista en un mundo en el que ya no existe un sistema de valores inmutable ni un código de conducta ética con el que se rijan todas las personas (situación que P.D. James reconoce como propia del siglo XX) la lleva a una pregunta primordial: “si el novelista tiene una responsabilidad moral, ¿cuál es la moralidad de la que deriva esta responsabilidad?”  Más  allá de posibles respuestas no todas coincidentes ella ofrece dos: el novelista debe  recorrer una avenida recta hacia el corazón humano (retoma  aquí la idea del escritor del siglo XVIII Richard Cumberland) al tiempo que rechaza la limitación de la elección del tema (simplemente porque la idea de elección, de una selección o de una rechazo conscientes es ilusoria”)Sintetiza en unas pocas normas esa responsabilidad moral: no caer en el plagio, huir de la  escritura descuidada  o ampulosa, abjurar de las jergas y lugares comunes, esforzarse por alcanzar  una voz individual.

 Es consciente la opción difícil de trazar límites entre la prohibición absoluta y la libertad absoluta y hallar la manera de mantener “ese precario pero vital equilibro entre la libertad personal y el orden público en una democracia”, sin confundir Estado, gobierno y establishment. Reconoce como elementos nocivos en una sociedad todo intento de destruir la tradición, el fascismo lingüístico, el lenguaje políticamente correcto, la “deprimente llanura de trivialidades” de ciertos medios de comunicación, la posición de los críticos que usan sus reseñas “para saldar cuentas pendientes o para dar rienda suelta a su aversión por el sexo, la clase social, las ideas políticas, la religión o el estilo de ida del autor”.

Este libro también plantea interesantes interrogantes sobre los motivos que llevan a alguien a escribir novelas policiales:

“¿Para imponer orden a un caos que nos aterra? ¿Para extraer justicia de la injusticia? ¿Para dar la ilusión de que vivimos en un universo moral y absoluto? ¿Para ganar dinero? ¿Para crear una estructura dentro de la cual el escritor y el lector pueden enfrentar sin peligro el terror, la violencia, la muerte? ¿Para mostrar que al menos para algunas preguntas existen respuestas? ¿Para mantener alejado el miedo atávico a la crueldad y a la muerte? ¿Para urdir una trama? ¿Para explorar las reacciones de hombres y mujeres sometidos a una experiencia traumática como es una investigación policial por el máximo crimen? ¿Para crear una alegoría moral en que la verdad quede a menos instaurada aun cuando no prevalezca? ¿Para celebrar la justicia? ¿Para derrotar a nuestros enemigos? ¿Para obtener la ilusión de poder? ¿Para aconsejar y entretener, para consolar y deleitar? ¿Porque es lo que uno hace mejor?”

TALKING ABOUT DETECCTIVE FICTION, 2009 (TODO LO QUE SE SOBRE NOVELA NEGRA, Ediciones  B, 2010) desarrollará de modo pormenorizado estos interrogantes ejemplificándolos en las obras  de los más representativos escritores de este género. Las variadas líneas estéticas elegidas a la hora de narrar las “populares historias detectivescas o de misterio” son aquí sistemática y exhaustivamente analizadas, como asimismo, las diferentes funciones que cumple en ella  el contexto y las características de los personajes elegidos.   Este libro revela la sagacidad de la autora en el análisis crítico y los profundos conocimientos sobre el género y su historia.  Precisamente en este punto, encuentro que puede funcionar como modelo a seguir por quienes están interesados en una perspectiva que supere lo meramente historiográfico (las obras no son sólo fuentes). Desmonta cliché, jerarquiza la tradición literaria y un tratamiento del lenguaje que no haga concesiones a las modas transitorias, propone una mirada profunda y responsable sobre el tema de la recepción (la lectura constituye “un acto simbiótico”) y no descuida el enfoque sobre el tratamiento de los personajes, la narración y la estructura, además del contexto en las categorías espacio temporales.

Su selectiva y pertinente capacidad de síntesis se pone de manifiesto en la bibliografía (y lecturas recomendadas) cuyo número (diecisiete) sorprende frente a la enorme cantidad de obras que sobre el tema y sus autores se han publicado.

En el prólogo de la obra de l990, P. D. James definía a la memoria como “un mecanismo que nos permite tanto olvidar como recordar”, capas de redescubrir, reinventar, reorganizar; por lo que en parte “toda autobiografía es una obra de ficción y toda obra de ficción es una autobiografía”. Los dos textos mencionados revelan cómo en P.D. James se pueden (¿y deben?) integrar de modo natural la tradición y la innovación, lo local y lo universal, la responsabilidad y a libertad creadora, las experiencias personales y la capacidad para tomar distancia de dichas experiencias, la temporalidad de la historia y la intemporalidad de los arquetipos.

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO V, n° 237

pzayaslima@gmail.com



[1] La elección del título en español se corresponde con el epígrafe de Samuel  Johnson: “Los setenta y siete años son la edad de la  franqueza”

lunes, 14 de septiembre de 2020

COSAS COMO SI NUNCA: UN VIAJE AL SIGLO XIX PARA ENTENDER EL SIGLO XXI.

“Hacer una experiencia quiere decir ir de aquí hacia allá para experimentar algo; se trata al mismo tiempo de un viaje de descubrimiento” (Reinhart Koselleck)

Beatriz Catani estrenó en la sala Luisa  Vehil  del  Teatro Nacional Cervantes COSAS COMO SI NUNCA en la temporada 2018.  Su “reestreno” on line cobra especial importancia en nuestros días en el que el escenario político se manifiesta absolutamente fracturado; las distintas confrontaciones planteadas funcionan como eficaz metáfora de la historia real de una desoladora Argentina dividida. Pero junto a una abierta testimonialidad, emerge en cada una de las secuencias elementos que apuntan a evitar la reducción figurativa. 

La centralidad de la imagen visual es absoluta, no solamente por la ubicación de la pantalla en que se proyecta sino por el tipo de imágenes allí proyectadas, sino por ser un eje que expande sus rayos a ambos lados en los que dominan, en uno la palabra dialogada y/o monologada (los actores/narradores sobre una tarima, con micrófonos); en el otro, la música (el pianista en vivo siempre en diálogo con la acción)

El leit-motiv de la inmensidad, núcleo del discurso en el que conviven pasiones incontroladas, la oposición civilización y barbarie, la soledad y el silencio, la fuerza de la naturaleza (aridez, un árbol en el medio del desierto, un riacho) remiten, en mi opinión a la visión que proponía Martínez Estrada. Las secuencias del pintor que se aleja en la inmensidad con su pintura, un caballo y un perro, la mujer que de espaldas a la cámara se dirige hacia un horizonte incierto, el joven que permanece en soledad sentado sobre la tierra, no hacen sino confirmar, el sentido de abandono y desesperanza. En ese mismo rumbo se ubica la presencia de la muerte en “Las doce cruces”. Pero lo local ingresa de un modo absolutamente natural a lo universal, y la autora logra un diálogo entre  citas shakespereanas con textos de Sarmiento y una copresencia significativa de personajes de heterogéneos campos.

La puesta en escena propone el jugo de las cajas chinas, espectadores que miran una proyección, pero también a los actores mirando esa proyección; una técnica que permite envolver a emisores y receptores en una actividad común: qué significa conocer un país, qué significa conocer una época –nos dice el texto. Otra técnica es la reduplicación de personajes y de objetos (la muñeca) en la escena y en la proyección, lo que se complemente con la narración de historias acompañadas con el sonido de las guitarras dentro de la historia.

“Saber escuchar la llanura, pero también atreverse a gritar en el desierto” nos dice la obra. Catani dedicó meses a recorrer lugares hasta encontrar aquellos propicios para desarrollar en un escenario natural, una historia ficcional, que ubicada en el siglo XIX la reconstruye de modo tal que nos interpele en el siglo XXI.

La directora supo integrar el trabajo de calificados especialistas que, con precisión artesanal y pericia técnica, lograron una auténtica interrelación de lenguajes en la que la riqueza de lo visual (colores, espacios), se corresponde con la riqueza de lo sonoro (niveles melódicos y rítmicos de la música, cambio de registro en las voces), la conexión entre lo que sucede en escena y fuera de la escena, en vivo y en el audiovisual, lo estático y lo cambiante.

La obra que transita entre el arte (literatura,  teatro, cine) y la ciencia  (historia) y puede ser mirada  desde varios  ángulos. En mi caso, leerla – en parte- a la luz de algunas ideas del Koselleck (Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia), citado en el epígrafe:

“Toda historia fue, es y será historia del tiempo presente”

… “frecuentemente fueron los vencidos quienes estuvieron en mejores condiciones para escribir la mejor historia y la más clarividente”. 

Necesidad de distinguir el tiempo como duración y como cambio.

“Toda secuencia histórica contiene tanto elementos lineales como elementos recurrentes”.

La autora/directora los “proyectos inacabados” constituyen una de las notas definitorias de la historia argentina y elige pensar dicha historia en “clave literaria”. Y a través de un proyecto, en este caso, perfectamente acabado, describe en su espectáculo algunos de los modos de la articulación naturaleza-cultura que marcaron a partir del siglo XIX la realidad argentina.



FICHA TÉCNICA

Actores: Gabriela Ditisheim, Trinidad Falco y Juan Manuel Unzaga.

Vestuario: Gonzalo Giacchino.

Escenografía: Andrea Desojo Mc Coubrey e Inés Raimondi.

Iluminación: Leandra Rodríguez.

Sonido en vivo y diseño sonoro: Agustín Salzano.

Músico en escena: Ramiro Mansilla Pons. 

Participación especial:  Alexis Garcia, Gonzalo Giacchino, Nahuel Lahora, Marcos Migliavacca. Los dos últimos a cargo de la realización audiovisual.

Dirección: Marcos Migliavacca y Beatriz Catani.

Autora: Beatriz Catani.


www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO V, n° 236

pzayaslima@gmail.com


lunes, 7 de septiembre de 2020

SUEÑOS, MIEDOS Y OTROS CANTARES A LA HORA DE DORMIR. POESÍA Y TEATRALIDAD.

Valeria Mitidieri acaba de publicar SUEÑOS, MIEDOS Y OTROS CANTARES A LA HORA DE DORMIR, (Buenos Aires, Niña Pez ediciones, 2020). Si bien integra una colección de poesía infantil, presenta la particularidad de poseer una notable cantidad de elementos que permiten hablar de teatralidad.

Las actividades que propone a los potenciales lectores sobre cada uno de los poemas, pueden ser aprovechados por los potenciales directores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores y músicos: la corporalidad del duende (“La imaginación no es cuento”), el/los color/es de los monstruos (“Mil sombras y un apagón”), los objetos que pueblan el dormitorio (“Despertar en la noche”), los objetos que cobran vida (“No me gusta el madrugón”), la canción para antes de dormir (“De caprichos a bostezos”), el espacio escenográfico (“Las manos mágicas de mamá”), los posibles significados de los desplazamientos, la gestualidad y la voz (“Pesadillas y otros cantares”).

La introducción revela expresamente la impronta autobiográfica: la búsqueda de aliados para conjurar temores e insomnios de sus hijas (lectura de cuentos y poesías, el canto), actividad que retoma la que su propia madre ensayara con ella. Pero encuentro otra marca que considero fundamental para entender la estructura y el tipo de poesía elegida, en la que encuentro esos claros signos de la teatralidad señalados: es su formación como actriz y su labor como coordinadora de talleres de teatro musical para niños.

El ritmo que depende de la distribución de las palabras (arte menor, rima, estrofas de cuatro versos) se refuerza con el que se desprende de las referencias al funcionamiento del juego luz/oscuridad y sonido/silencio (“Si lo oscuro te aterra/ tarareá al pasar/ y la luz del sonido/al instante verás”).

Así como poético es trascendido por lo teatral, el original destinatario infantil se extiende al mundo adulto. En un plano emocional, las palabras consideradas “comunes y corrientes” se iluminan con una nueva luz, en el intelecto, del saber. Luz-lucidez. “Los miedos siempre se calman/si encontrás la explicación” (“La imaginación o es un cuento”); “…se trata de comprender/ que es una forma distinta de percibir sin temer” (“Mil sombras y un apagón”). Palabras para ser leídas en silencio, para ser dichas en voz alta o para ser cantadas. Saber -desentrañar el sentido- y poder -encontrar la motivación para la acción- es una ecuación que más que nunca debe ser tenida en cuenta y que en el lenguaje sueco se percibe con meridiana claridad (kunna “poder”; kunnighet “conocimientos”).

Las ilustraciones que acompañan a los textos, realizadas por sus hijas Valentina y Luciana (nuevamente surge lo autobiográfico), no sólo resultan atractivas, sino que, además, subrayan desde lo visual, la poética textual y un posible ámbito escénico.

Este libro de poemas propone varios caminos para chicos y grandes: buscar en nuestras aguas profundas, descubrir los alcances de la imaginación, transitar caminos de comprensión e intentar escribir nuestro propio guión. Saint- Exupéry sostenía: “En algunas ocasiones las palabras más simples parecen cargadas de poder”. La obra de Valeria Mitidieri es su comprobación.




www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO V, n° 235

pzayaslima@gmail.com