lunes, 2 de septiembre de 2019

HÖLDERLIN EN ESCENA DE LA MANO DE ALEJANDRO SPANGARO Y DIEGO COSÍN.

Alejandro Spangaro, en su doble función de autor e intérprete, acaba de estrenar en el Teatro El Ópalo HÖLDERLIN. LA TORRE DEL NECKAR bajo la dirección de Diego Cosin. En una primera aproximación el espectáculo se nos aparece como una biografía teatralizada del atormentado escritor alemán[1], pero la narración ofrece intersticios que permiten que aflore aquello que “no se cuenta”.

Interesado en actuar un unipersonal (“experimentar de enfrentarme solo con mi alma al público”), Spagnaro elige la figura de Johann C. F. Hölderlin (1770-1843) cuya vida estuvo marcada por la creación poética, la locura y la reclusión, una frase de este autor “El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al hombre”. 

En Hölderlin, la palabra seduce, vibra y permite que aflores nuevos matices. De allí su selección de algunos de sus poemas que le permite teatralizar un nuevo lenguaje imaginario que permite que las palabras cobren un nuevo Pero la historia condensada en cuarenta y cinco minutos en la que muestra al escritor alemán en los años que permaneció recluido en la torre del Neckar, revela otra más profunda. La torre no sólo funciona como el espacio habitado sino como símbolo de elevación espiritual y la ventana (que en la puesta de Cosín ocupa el centro de la escena) remite al poder de la mirada y del pensamiento. 

Creo que siempre, en algún aspecto toda obra puede ser considerada autobiográfica; en este caso, la presencia de este intertexto unido a la identificación progresiva del guardián con el personaje histórico remite al tema del doble (Alejandro Spangaro es el guía y es Hölderlin). Como sus personajes, el dramaturgo es capturado por el poder de la poesía, se erige en guardián que guía a los espectadores a través de un movimiento trágico por el intrincado camino que conduce a la revelación de un alma afectada por el dolor.

Entrar y salir de ambos personajes es un difícil desafío a encarar por el actor, no solamente porque se trata de un cambio de roles con un mínimo cambio de vestuario, sino también de discurso: de lo narrativo/informativo a lo poético, y un paso del mundo racional al de la locura. Mérito de la tarea mancomunada del director con el autor-intérprete es convertir el pequeño espacio escénico de El Ópalo en esa torre simbólica que descubre lo profundo y trascendente, y transmutan como verdaderos alquimista (el atanor tenía la simbólica forma de una torre nos recuerda Cirlot) la historia, la poesía y la narración en puro teatro. En esa búsqueda conjunta de la poesía y la teatralidad ambos saben encontrar en la vida y obra Hölderlin ambas matrices. Si la reviviscencia de algunos elementos del romanticismo y el expresionismo (dolor, desmesura) contribuye a sumergir a los espectadores en una identificación (“Espero que puedan entran en la torre y disfrutar de algunos de sus poemas y a sentir de cerca a Hölderlin, y mirar a través de su ventana el paisaje que solía contemplar día tras día” nos dice el autor.), la iluminación y el cambio de discurso los devuelve a cauce racional logrando un equilibrio que hace a la totalidad del espectáculo (“Tenía que contarlos de manera que teatralmente lleve a los espectadores a ver qué le pasó a Hölderlin en esos años en la torre”, concluye). 

“Si tenemos una alma, esa alma vive en la mágica vertiente de la palabra escrita”- afirmaba Antonio Pagés Larraya. Creo que en el caso del espectáculo presentado por Spagnaro y Cosín el alma vive en la palabra dicha, en la palabra actuada.





Ficha técnica.
Autor: Alejandro Spagnaro
Dirección: Diego Cosin
Actúa: Alejandro Spagnaro
Voz en Off: Claudio Gaebler
Vestuario: Cristina Rinaldi
Realización de escenografía: Alejandro Spangaro
Gráfica: Noelia Medina
Fotografía: Pablo Fortunato
Bocetos: Gastón Joubert
Prensa: Prensópolis Comunicación y Prensa
Colaboración artística: Dora Roldán
Duración: 45 min


AÑO IV, n° 190
pzayaslima@gmail.com


[1] El autor nos informa de su argumento: Un guía de turismo nos muestra la torre del Neckar, en Tübingen, Alemania. Allí, Friedrich Hölderlin, el poeta de poetas según Martín Heidegger, pasó sus últimos 36 años de vida sumergido en la locura. Ese recorrido conlleva a la mimetización del guía, haciéndonos creer por momentos que es Hölderlin, recitándonos algunos de sus poemas y pensamientos como él lo solía hacer, ahí, en la torre.

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