El 9 de junio pasado se presentó
en el NDTeatro el grupo de danza “Buenos
Aires Ballet” sobre el cual nos referimos en un blog anterior, antes de su
debut. Todas las expectativas fueron colmadas, tanto por la elección del
repertorio como por la actuación de sus doce integrantes, y la coherencia y
solvencia del director artístico.
En la primera parte, el
repertorio incluyó seis piezas de obras estrenadas en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del siglo XX
cuyas coreografías
implicaron para los bailarines verdaderos desafíos (la mayoría de
estas originales de Marius Petipa). Una
de ellas, Harlequinade basada en los
argumentos y personajes de la comedia del arte,
constituyó un verdadero ejemplo de cómo fusionar técnica, expresividad y
teatralidad. Más allá de los méritos del coreógrafo citado un aspecto
sobresaliente radicó en los intérpretes
Camila Bocca y Jiva Velázquez
dueños de toda una serie de recursos capaces de dar cuenta de un vertiginoso juego
de ritmos en sus solos y las variaciones proxémicas (alejamientos,
aproximaciones, contactos) en los agrupamientos de los dúos. Harlequinade
les proporcionó a ambos integrantes
del ballet Estable del Teatro Colón la posibilidad de
generar el admirado reconocimiento del público
Otro momento especial fue la
versión que Eliana Figueroa, primera bailarina del ballet
Nacional DANZA, realizó de El Cisne. Desde el momento en que Anna
Pavlova la estrenara, famosas bailarinas la reprodujeron e los más diversos
escenarios. En esta oportunidad a la pautada coreografía de Mikhail
Fokine, Figueroa le sumó recursos expresivos propios que la
enriquecieron y generaron una personalísima performance que le permitió salir
airosa de toda comparación.
Dos coreógrafos argentinos también
integran el programa. En la primera parte, Romina Simone, propone en Souls un “dúo contemporáneo” con música
de Yo Yo Ma interpretado por Aldana
Percivati y David Gómez, quienes antes habían puesto de manifiesto su dominio del ballet
clásico en Alto de Caballería. Ambos cumplen a la perfección
con lo que la coreógrafa propone: una interacción entre la energía y el
espacio, una dinámica expresiva y una interacción de movimientos capaces de
construir el encuentro de los cuerpos en los que habitan “dos almas gemelas”.
En la segunda parte, Emanuel Abruzzo,
reúne en Cuerdas, a diez bailarines, entre los que también se
cuenta. Combina conocidos fragmentos de Bach y Vivaldi, con los de compositor austro- bohemio del siglo XVIII menos
difundido, Heinrich Ignaz Biber, músico que tuviera predilección por el canon y
utilizar los instrumentos en varias combinaciones, lo que se corresponde perfectamente
con su diseño coreográfico. Dichos
fragmentos pautan melodías y ritmos que permiten mostrar a través de solos, dúos,
tríos y conjunto total de los performers, los diferentes modos de
comunicación y dominio que los
hombres pueden ejercer en la sociedad; conductas
de Individuos individuales que terminan reproduciéndose, y a pesar de las
variantes, homogeneizándose. Esto queda claramente fijado por el tratamiento de
los cuerpos en el espacio y el acertado vestuario de Lorena Durou.
Buenos Aires Ballet ofrecerá una nueva función en
el ND/Teatro, el próximo
15 de julio.
www.goenescena.blogspot.com.araño II, n° 78
pzayaslima@gmail.com
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