lunes, 9 de enero de 2017

Mañana dejo, una propuesta teatral “didáctica”, de Sergio García Ramírez.


 
Esta obra se nos revela como un ejemplo sorprendentemente atípico, por varias razones: es apta para ser leída, para ser representada, para ser modificada – según lo  plantea el propio autor-; está destinada a receptores de  diferentes edades (adolescentes, jóvenes, adultos), y resulta pasible de ser representada en cualquier tipo de circuito, y encarada por actores profesionales o amateurs. Un antecedente en este sentido lo constituye otro libro de Sergio García Ramírez realizado en colaboración con Kado Kostzer, Versiones y diversiones,  que apunta tanto – así lo expresa este último- a los alumnos de talleres de actuación  como a “todo tipo de lectores y amantes del teatro”.

La lectura de la introducción nos depara la primera sorpresa: en plena posmodernidad, el autor se atreve a explicitar que se trata de una pieza con “mensaje” producto de experiencias personales y ajenas. Nos acercamos así a un  concepto de teatro como paideia, como  una educación entendida como el producto de la conciencia viva de una norma que permite a una sociedad crecer y desarrollarse material y  espiritualmente, un teatro que funciona como “principio formativo” (Jaeger)

 La segunda  sorpresa  nos la ofrece el texto: una inteligente combinatoria de ficción, historias de vida, confesiones e imaginación. Con maestría, el dramaturgo enlaza dos planos: la reunión  de un grupo de apoyo y  las experiencias que relatan y recrean los diferentes integrantes.  A lo largo de los tres actos, a interacción de los participantes del taller con quienes los dirigen describen, definen  y/o redefinen las conflictivas situaciones personales generadas por el empleo del cigarrillo como paliativo de inseguridades, angustias y miedos. Los paratextos (palabras introductorias, lista de personajes, didascalias), nos revelan la convivencia de una vocalización tanto externa como interna, al no sólo describir las acciones de los personajes  sino  sus  pensamientos, sentimientos y percepciones

El discurso se mantiene  siempre cerca de la oralidad y lo cotidiano, pero combina diferentes registros: el humorístico, el emotivo, el pedagógico. Lo primero aparece condensado en el personaje de  Yoli, la sirvienta “tanguera” quien y reúne  contradicciones esenciales como rudeza y lucidez; precisamente el autor la coloca en la apertura y cierre del  primer acto para amenguar la dramaticidad  de  las primeras escenas y sus “monologuitos”, y en el cierre del segundo; también posee aristas humorísticas  el personaje de la vecina que participa en la pelea en el ascensor entre vecinos fumadores y no fumadores.

El diminutivo aplicado a los monólogos  debe aplicarse sólo es pertinente si lo aplicamos a su extensión, ya que en ellos el dramaturgo  logra optimizar diferentes discursos (humor y  autocrítica en la confesión de los fracasos personales, pasión frente al poder del enemigo a derrotar,  distanciamiento paródico o irónico que revela  miedos, desorientación, tristeza) y configurarlos como núcleos sobre los que  encabalga las distintas situaciones dramáticas.

Lo emotivo apunta a la identificación entre el locutor y el destinatario y este último  es llevado a experimentar e involucrarse en la situación y la perspectiva del primero. Platón prescribía: “No se debería ir a la verdad sino con toda el alma”; el autor apuesta a eso, y a través de entrañables personajes, como Luis, Oscar,  Néstor o Mabel,  nos abre la puerta a su intimidad, a su experiencia de vida, a pero también a la naturaleza humana en general.

La ambigüedad queda anulada y el contexto lingüístico y el cultural de los destinatarios son tenidos en cuenta  de modo tal que el mensaje sea recibido de modo inmediato; en este sentido deben entenderse los enunciados  que  Austin denominara constatativos y performativos – y  que pertenecen a  Tito y  Graciela (los coordinadores); como ellos e autor observa, proyecta y advierte. A  través de esos  dos personajes  busca “construir una verdad”  que  las acciones y el discurso  del resto de los personajes  no hacen sino constatar;  en consecuencia los destinatarios no sólo recibirán un “saber” (el cigarrillo destruye), sino que serán  motivados a un “hacer” (no comenzar o dejar de fumar)

Si nos atenemos a las declaraciones de Sergio García - Ramírez, su experiencia fue semejante en algunos aspectos a la que revelan sus personajes, y como dramaturgo asume el desafío de combinar identificación con distancia, subjetividad y objetividad (recordamos la frase de  Bajtín en la que señalaba que el expresarse a si mismo significaba “hacer de sí mismo un objetos para los otros y para sí”). Pero, asimismo, el trabajar con la palabra propia y la ajena: el autor reformula tanto las reflexiones y anécdotas recibidas por parte de sus compañeros en el taller de autoayuda, como las expresadas en las conversaciones con los alumnos en distintas escuelas. Y en este punto es que la labor dramatúrgica alcanza su mayor acierto: sintetiza y “teatraliza” el discurso del otro, pero, al mismo tiempo es capaz de reproducirlo en  los términos en los que se produjo, logrando así,  un perfecto equilibro.

A pesar de la importancia que adquiere el mensaje  nunca se abandona la teatralidad y el autor  no sólo asume  la autoría  o la adaptación  de las historias que presenta, sino que - sin duda fruto de su larga trayectoria como escenógrafo y vestuarista-deposita en la luz y el sonido el diseño de un espacio en el que naturalmente ambos planos se integran. Las imágenes referidas al decorado y los trajes revelan una visión escénica global  que muestra las distancias y relaciones. Las  acotaciones y las imágenes proponen una nueva relación con lo cotidiano – específicamente las causas y efectos del un vicio difundido y aceptado socialmente como el del cigarrillo-  a partir de un inteligente utilización de la polifonía enunciativa propia del teatro. No cabe duda que nos hallamos en presencia de un excelente autor que además es capaz de adoptar la mirada unificadora de un director de escena.

Para establecer contacto con el autor:


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