domingo, 11 de septiembre de 2016

MÓNICA OTTINO VUELVE A LA ESCENA CON EVA Y VICTORIA.


 Probablemente  muy pronto se reestrene en nuestro país una pieza que por años ocupó diversos escenarios, y generó ricas polémicas no sólo sobre estos controvertidos personajes sino sobre las recreaciones libres de la historia en el teatro. Precisamente sobre este tema me interesé en el artículo “Memoria, Historia y Teatro”,  publicado en el  Boletín de la Academia Argentina de Letras, LXXII, 2007, y del cual reproduzco algunas ideas.
  La figura de  Evita transitó caminos diversos que fueron del elogio al del agravio. En el campo del teatro, hay que esperar hasta 1983 para que los dramaturgos argentinos la lleven a escena y a partir de entonces más de una decena de piezas (biografías escénicas, parodias, comedias musicales, dramas) la eligen como protagonista (Zayas de Lima, "Quién le teme a  Eva perón", Teatro XXI, año III, n°4, 1997). Mónica Ottino elige en 1992 para Eva y Victoria un camino que claramente otorga prioridad a lo ficcional, lo que le permite desarmar y recomponer la realidad: no  lee los documentos fuentes como un objeto de comprensión en sí mismo, sino un medio para entender otra cosa, como punto de partida para recrear estados de ánimo, sus diálogos, sus vacilaciones y sus proyectos incumplidos. Lo privado da luz sobre lo público, explica (en el sentido también de desplegar) completa, revela, se abre a otra visión. Trabaja lo histórico, a partir de una biografía que ofrece  puntos coincidentes con los datos verificables, pero incorpora sucesos nunca acaecidos y palabras jamás pronunciadas al proponer un diálogo de dos mujeres publicas, Eva Perón, figura emblemática del peronismo, y  Victoria Ocampo, paradigmática representante de  la oligarquía, quienes nunca tuvieron la oportunidad de comunicarse, de conocerse.
En este encuentro imaginario, Eva convoca a Victoria para que la ayude a defender los derechos femeninos. Representantes de dos mundos opuestos, las discusiones y agresiones verbales que el encuentro suscita simbolizan las oposiciones que en el campo social existieron y aún  hoy lesionan a nuestro país (si se hubiese efectivamente  realizado ese encuentro – pareciera decirnos  la autora- tendríamos otra habría historia). Asimismo, la obra nos diseña el itinerario individual de dos mujeres que buscaron tener voz y ambicionaron poder, en una sociedad masculina que las prefería calladas y sumisas. Más allá de las diferencias de orígenes y de objetivos a lograr, Victoria Ocampo y Eva  Perón, en el campo de la cultura, respectivamente, tuvieron que luchar para no ser silenciadas: “Este es un mundo de hombres y las dos vinimos a romper las reglas de los hombres” (Libreto) por eso sus acciones fueron vistas como transgresoras del orden social. Victoria, divorciada y al frente de una revista de prestigio internacional como Sur,  “pudo vivir a lo hombre libre  y rico” (Libreto), y Evita tuvo que enfrentarse  violentamente con aquellos que consideraba enemigos para imponer el voto femenino y alcanzar un poder político  casi total (aunque no pudo acceder a la Vicepresidencia de la Nación, y no sólo por su enfermedad).
A través de su trabajo con los datos históricos, la autora  logra reabrir el debate sobre la marginación efectiva de la mujer y sobre la percepción de  su marginalidad, productos, respectivamente de acciones reales y gestos simbólicos generados desde el universo masculino. Eva y Victoria pone  en crisis las versiones cristalizadas  del pasado y deconstruye  el discurso de aquellos que detentaron el poder político y el de la palabra. Su texto traspasa los límites del  llamado teatro histórico, pero, al mismo tiempo, no queda adscripto  a un puro mundo  de ficción, en el sentido de inventado. Con la elección estas figuras que actuaron  efectivamente en el mundo “real” y su anclaje en un universo “ ficcional” como sujetos discursivos, Mónica Ottino –como una década  después sucede con Madame Mao -  genera una obra que registra la modulación particular de la historia a partir de experiencias individuales y detecta las mediaciones existentes entre estas y la identidad colectiva, completando, cuestionado y potenciando el grado de conocimiento que nuestra sociedad tiene sobre sí misma (Zayas de Lima, "Madame Mao", de Mónica  Ottino. Una nueva mirada sobre  China desde  Argentina, Cuadernos del  Catay, 2004).
Más allá de una  discusión sobre la pertinencia de la distinción entre fábula ficticia e historia introducida por Aristóteles o de la negativa de  Hayden  White a considerar a la historia una ciencia, me ha interesado mostrar  cómo  la relación de la ficción con la  historia constituye un hecho insoslayable a la hora de entender  el itinerario de nuestro teatro. Como Bella Jozef advertía al referirse a los novelistas y cuentistas hispanoamericanos del llamado postboom, nuestra dramaturga también  propone

una nueva lectura de los hechos históricos, utilizándolos como fuente y, al mismo tiempo subvirtiendo su significación unívoca por la ambigüedad del discurso literario. En un diálogo intertextual con las fuentes, cambia la perspectiva de la verdad oficial instituida por la historia. Con esto contribuyen a la renovación y revitalización del género instituyendo nuevos patrones de lectura (2000, 309).

 Y junto a otros valiosos escritores que bucean en el pasado, Ottino  apuesta al  rescate de la memoria, la recuperación de voces silenciadas y un redescubrimiento, convencida que el teatro puede enriquecer, completar y, aún, corregir la historia. Queda por ver cuál será la respuesta del público ahora.
 
 
Jozef, Bella (2000) « La metaficción historiográfica : Tiempo y Memoria ». En Cánovas, Rodrigo y Roberto Crisis Hozven eds. Crisis Apocalipsis y Utopías.Chile, Instituto de Letras/Pontificia Universidad  Católica, 2000.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario