lunes, 8 de junio de 2020

GERARDO HOCHMAN Y LEONARDO DA VINCI.

Este director a lo largo de su trayectoria se ha caracterizado por apostar por una integración de disciplinas, géneros y lenguajes. Surgió dentro del panorama escénico nacional como representante del nuevo circo.[1]

LEONARDO, estrenada en el 2014 y repuesta en 2016 en el Teatro Nacional Cervantes, es un claro ejemplo de lo que la creatividad, el dominio del oficio, un trabajo constante y la investigación sistemática puede aportar a las artes escénicas. 

Si la etimología de teatro remite a visión, percepción y conocimiento, resulta clara su conexión con la ciencia. De esto fue consciente Hochman al encarar su trabajo sobre Leonardo Da Vinci, inventor, pintor, científico… ¿una especie de alter ego? 

Circo, acrobacia, teatro, música y video confluyen en un permanente juego de intertextualidad (palabras de Leonardo, dramaturgia de Hochman) e interculturalismo (Renacimiento europeo y Siglo XXI en la Argentina): todo confluye en este espectáculo que proyecta el escenario a la italiana a otras dimensiones. 

Los performers que llegan entre el público atravesando los pasillos y palcos bajos. Cuerpos que diseñan plásticos agrupamientos pero también citan el automático movimiento de engranajes. En distintas secuencias, los bocetos que aparecen en las proyecciones son puestos en acción por los performer ( ejemplo, una figura humana con distintas herramientas es representada en escena por cuatro actores que relacionan sus cuerpos con una escalera una carretilla, una pala una vara) Esta interacción con los objetos que opera como un doble activo de la imagen se combina con otras variantes cuando se intenta la construcción de la bicicleta. Una de las tantas escenas destacables es la que teatraliza las instrucciones de cómo comportarse en la mesa, basada en un texto de Leonardo, quien tuvo la responsabilidad de organizar banquetes cortesanos- una actividad menos conocida: allí, junto con una original manifestación de la polifuncionalidad de los objetos, la destreza convive con el humor y la sencillez con la complejidad 

Los músicos al costado del escenario están incorporados a la teatralidad no sólo por el espacio que ocupan, sino porque a través de las estructuras rítmicas pautan los desplazamientos (“de la dinámica escénica”, en palabras del creador de la música)[2] y con la utilización de instrumentos antiguos y música que cita el renacimiento colaboran diseño de la figura de Leonardo Da Vinci. A esta construcción apuntan también las proyecciones en las que aparece el rostro del artista y sus diseños, inventos, pinturas y bocetos. La música cobra protagonismo en los momentos en que aparecen la acrobacia y la danza, y se combina con la palabra que marca tiempo y ritmo. 

Uno de los ejes principales del espectáculo es representación de la proporción aurea: Allí a la clásica figura humana se le sobreimprimen los sincronizados movimientos de tres performers. Este número no es arbitrario, pues si el uno es el símbolo del ser, de la aparición de lo esencial (M. Mertens Stienón) , el tres implica la idea de síntesis de resolución del conflicto planteado por el dualismo (Papus), el hemiciclo nacimiento, cenit, ocaso (René Berthelot)[3]. Todas las potencialidades expresivas del cuerpo son exploradas a lo largo del espectáculo: piernas, brazos, manos de modo que son capaces de expresar tanto la belleza y armonía de las reglas geométricas como la regularidad y precisión de las agujas de un reloj. 

Leonardo experimentaba desde la ciencia, Hochman lo hace desde el arte. Su interés por la experimentación más allá de los resultados inmediatos lo lleva a elegir para su espectáculo las referencias sobre la bicicleta y la máquina de volar, inventos que Leonardo no llegó a ver concretados. Tanto Leonardo como Hochman redescubren, en sus respectivos contextos, la relación ciencia-arte. En el caso de este último vuelve a instalar en pleno siglo XXI la reflexión sobre potenciales situaciones análogas entre la visión del mundo de un científico y de un artista, pues, en definitiva, “el arte y la ciencia de nuestros días tienen algunos orígenes comandos. Ambas son hijas de la experiencia y del libre pensamiento”[4].  

Ante la imposibilidad de asistir a espectáculos, el Teatro Nacional Cervantes On Line, nos permite mirar en una pantalla una obra que ejemplifica una manera de encarar un nuevo concepto de circo que ensambla a la perfección distintas disciplinas y lenguajes, y que además ofrece al espectador la posibilidad de reflexionar sobre los alcances de la investigación y la investigación dentro y fuera de la escena. 







AÑO V, n° 223 

pzayaslima@gmail.com 


[1] Artista y docente de Circo. Fundador de la Compañía de Nuevo Circo La Trup, y de la escuela y Compañía La Arena. Dirigió entre 2010 y 2013 el CCPAC, Centro de Capacitación y Creación en Artes Circenses de la Provincia de Buenos Aires y el CACU, Centro de Artes Circenses y Urbanas de Santa Fe. Desde 2009 conduce el área de Circo de la Universidad Nacional de San Martín y su licenciatura. 

Es creador de los siguientes espectáculos: “Gala”, “Bellas Artes” “Ronda”, “Fulanos”, “Sanos y Salvos” “La Vuelta al Mundo en 8 días” “Travelling”, “Kamuflash”, “Avalancha”, “ADN”, Algo de Nosotros, “Gente Urgente” y “Mutuo. Dirigió “Giramundi” (Circo da Cidade - Curitiba) “Sudestada” (Los cuatro Vientos), “Corazonada” sobre textos Oliverio Girondo, “El Club de la Serpiente” sobre RAYUELA de Cortázar, “La Máquina de la Creatividad” para Les Ivans y “Estudio sobre un Cuerpo Improbable” para Teatro de lo Urgente- Paraná. Sus trabajos se presentaron en festivales internacionales de España, México, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Brasil, Francia y China. 

[2] Elenco: Pablo Censi, Darío Diaco, Anahí Dratman, Romina Farías, Germán Fonzalida, Florencia Montaldo y Rodrigo Oses. El diseño audiovisual es de Daniel Calvo, la música original de Sebastián Verea, la coreografía de Lucas Condró y Gerardo Hochman, la iluminación de Gerardo Hochman, el vestuario de Laura Molina y la escenografía de Duilio Della Pittima y Ernesto Sotera. Cantante, la soprano Ana Patricia Mancini; músicos, Juan Bellagama, Sebastián Verea. 

[3] “El tres es un número sagrado (…) Los druidas creen que la mente educada precisa, en primer lugar, de lugar, de conocimiento; en segundo lugar, de naturaleza, y en tercero de verdad. Estas tres cosas son la misma, pero a la vez son distintas “(William Dietrich, EL MURO DE ADRIANO, Barcelona, Ediciones B, 2004) 

[4] Rui Mário Gonçalves,”Arte e Ciencia no século XX”, Joao Pedro Frois (coord.) EDUCAÇÃO ESTÉTICA E ARTÍSTICA (ABORDAGENS TRANSDICIPLINARES), Lisboa, Fuandação Calouste Gulbekian, 2000)

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