martes, 9 de enero de 2018

LA PATAGONIA Y SUS DRAMATURGOS (PARTE III).


En 1998; Finzi publica La isla del fin del siglo, y en 1999 estrena en Neuquén, Patagonia, corral de estrellas o El último vuelo de Saint Exupéry [1]. En ellas se subraya el reencuentro del personaje y su entorno, y el discurso despliega la metáfora del personaje y de su paisaje como una creación a desarrollarse. En esta metáfora se desliza la figura complementaria de una alteridad a la vez social e histórica que revela claramente la dimensión de lo originario e impulsa a una regeneración, y/o la reconstrucción armonioxa como remisión (redención9 de un crimen originario (la exterminación del aborigen, la opresión de los que buscan la justicia, la destrucción de la naturaleza).

 En obras posteriores se verifica una tendencia a colocar en un lugar protagónico las colisiones entre el individuo y la violencia de los poderosos y los conflictos que acechan a seres abandonados a sí mismos. Lo estético, lo político y lo ético conviven en Martín Bresler y sobre todo en Carlos Fuentealba, clase abierta.

 La historia de Martín Bresler se basa en dato de la vida real del que será protagonista: nacido en Sudáfrica en 1889, y viajó a la Argentina; se radicó en la Patagonia, trabajó el campo y trasladó ganado entre San Martín y Junín de los Andes. Fue acusado y condenado injustamente por robo pero logró escapar de su prisión en Neuquén, pasó a Chile y de allí, con sus dos hijos y su esposa, a los Estados Unidos. Reclutado por el ejército fue enviado a Europa para pelear para la Corona Inglesa; regresó como héroe pero al ingresar a nuestro país poco antes de la prescripción de su delito (indulto por ser extranjero) fue encarcelado y durante dos décadas permaneció en una prisión siquiátrica hasta su muerte en 1942.

 El plano descriptivo en el que conviven lo visual y lo auditivo, y la organización de sus secuencias (un verdadero montaje) determina que el texto trascienda su interés documental y la anécdota transita libremente entre la historia y la ficción, entre el dato y el mito. La rebeldía extrema y el valor sin límites del protagonista lo conducen a la locura; pero son la injusticia y la venalidad de quienes ejercen el poder los verdaderos factores que lo condenan al encierro y al aislamiento. El dramaturgo vuelve a otorgarle voz, y el monólogo permite que el receptor capte directamente “la conciencia en movimiento” de Martín Bresler.

La primera adaptación data de 1992 y ya no es un monólogo sino un texto para seis personajes, y se representó en distintos festivales nacionales y provinciales. Esta adaptación significa que ya no se trata sólo del itinerario individual y solitario de un pionero sino que involucra a un colectivo en el que conviven víctimas y victimarios. Por eso adquiere sentido el cambio de título, La aventura de Martín Bresler, cuando en el 2016 en el centenario de la fuga que culminó en la masacre de Zainuco ocurrida entre la ciudad de Zapala y el paso internacional Pino Hachado, la obra se estrenó en Pesaro, Italia, traducida por el marionetista italiano Mariano Dolci. El hecho de dar vida a un proyecto que involucró a la Escuela Galilei integral junto con la prisión del distrito Pesaro de teatro reafirma la potencialidad educadora y transformadora de esta poética obra.

 La excelente nota/reportaje que Eduardo Rouillet le realizara al dramaturgo. “Alejandro Finzi llevó a Italia la historia de Martín Bresler” (Río Negro, 10 de enero de 2017) nos ofrece insoslayables claves de lectura no sólo de esta obra sino de toda la producción dramática, editada o estrenada. Allí, el dramaturgo señala la importancia de recordar la Matanza de Zaimuco en la que el Gobernador Elordi mandó matar a los presos que acompañaron a Martín Bresler en la famosa fuga, a no olvidar a las figuras de Abel Cháneton
[2], José Edelman (fundadores en 1908 del diario Neuquén) y a Elordi.

 La, hasta ahora, última producción de Finzi (escrita en el 2016 y estrenada el 5 de abril de 2017) es Carlos Fuentealba, clase abierta, dedicada al docente neuquino asesinado. La imbricación de diferentes discursos -teatrales, políticos, poéticos, científico-, a la que apelara Finzi en sus obras, opera aquí de modo definitorio.

 Las indicaciones para la puesta en escena apuntan a generar claves de lectura: el adentro –un aula de clase- que se abre hacia un extenso afuera -un ventana de grandes proporciones que permita una clara visibilidad; la utilización del títere que dialogará con el maestro orientada a explorar “todo su universo expresivo”; la elección de elementos sonoros que conectan al hombre con el espacio natural y con los animales que lo habitan. La voz de la bandurria Carola dirigida a los receptores no deja ningún resquicio a la ambigüedad al denunciar a los responsables del asesinato del maestro

“Van a la escuela los asesinos de un maestro? ¿Escuchan su clase, toman apuntes, preparan una prueba, rinden un examen, reciben un boletín? ¿Se levantan temprano a la mañana para ir al aula? Sí. ¿Entonces, por qué mataron a Carlos Fuentealba? ¿Dónde aprende un gobernador a mandar eliminar a un docente? ¿Dónde aprende un policía a reprimir a un profesor? La autoridad, cuando se ejerce, se traduce en libertad, no en muerte. No existe, entonces, la autoridad: existe el crimen y la barbarie”.



A lo largo de la obra tanto los interrogantes son respondidos, y sus asertos argumentados a través de una interdiscursividad científico-poética. La presencia protagónica del ave/títere dota a la obra de simbolismo y efectividad. La bandurria, - ave insignia de San Martín de los Andes- por su porte, gran belleza y presencia pacífica, sociabilidad y la posibilidad de comunicarse entre los de su misma especie a través del sonido fuerte que emite, es la elegida por el dramaturgo para transmitir el mensaje liberador del maestro asesinado. También operan de modo simbólico los otros integrantes de la fauna patagónica citados: mojarras, alevines, truchas, maras, cisnes, avutardas, zorros, choiques (ñandúes patagónicos), y hasta el Huechulito, extraño y -para algunos- mítico animal lacustre del Huechulafquen)
[3].

 Es central el juego interdiscursivo llevado a cabo por el protagonista. La clase sobre temas científicos: leyes de Newton, sobre la acción, reacción y resistencia, la conducción, la convección, y radiación, el origen y las funciones de la luz remite al derecho colectivo al conocimiento, la resistencia para logar la libertad, las convicciones compartidas como generadoras de verdades luminosas. Se logra así un doble acceso al conocimiento de la realidad: a través de la ciencia, conocimiento de los verificable, lo riguroso, lo exacto y universal; y a través del arte, forma privilegia de conocimiento de los misterios de la vida humana, de la felicidad, el dolor y la pasión. Refuerza así el lazo entre lo colectivo y lo individual al tiempo que completa, rectifica, cuestiona y potencia el conocimiento que una sociedad tiene sobre sí misma, sobre su pasado y su presente. 

El Premio Konex 2014, sus casi cincuenta textos fueron estrenados y publicados en la Argentina y en países latinoamericanos y europeos, y varios de ellos traducidos a diferentes lenguas, hacen de Alejandro Finzi, uno de los dramaturgos argentinos contemporáneos más importantes y merecedor de ser incorporado a la Academia de Letras como representante de nuestro teatro.

 
www.goenescena.blogspot.com.ar

 Año II. N° 109
pzayaslima@gmail.com

 
[1] Véanse los trabajos “Patagonia, corral de estrellas o el último vuelo de Saint -Exupéry de Alejandro Finzi. Una puesta en abismo del espacio y el tiempo patagónico, de María Amelia Bustos Fernández de Chicconi, y “Vivencias esenciales en Patagonia, corral de estrellas o el último vuelo de Saint -Exupéry de Alejandro Finzi”, de patricia Vaianella, en AAVV, Homenaje a Saint Exupéry, Buenos Aires, nueva Generación /UBA, 2000.

[2] En 1993 Finzi le dedicó una obra y lo considera el primer mártir del periodismo argentino del siglo XX por denunciar la masacre en su diario.

[3] Un antecedente de la fuerte presencia del mundo animal es La última batalla de los Pincheira (Premio Regional Patagonia), que transcurre en Neuquén y tiene como protagonista al último de los Pincheira y a una mula llamada Arrascaeta. Si bien la presencia de la naturaleza fue determinante en toda la producción de Finzi, en esta obra es el animal el que comparte el protagonismo y es central tanto en la acción como en las situaciones.
 

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