De manera azarosa encontré un ensayo del dramaturgo Bernardo Graiver, titulado Argentina bíblica y biblónica (Historia de la humanidad en la Argentina bíblica y biblónica), originalmente publicado en Buenos Aires por la Editorial Albatros en 1968 y luego 1980. ¿Por qué detenerme a comentar un texto publicado hace casi cuatro décadas y sobre el que se han hecho referencia sólo esporádicamente y en la mayoría de los casos -como puede verse en la bibliografía- en el extranjero? ¿Por qué referirme a un ensayo que pertenece esencialmente al campo de la filología y, tangencialmente, a la arqueología y los estudios históricos en un blog dedicado a las artes del espectáculo?
Bernardo Graiver fallecido en 1982, publicó más de treinta libros de diversos géneros (ensayo, novela, teatro, poesía, crítica artística y literaria), catálogos para pintores y poetas y prólogos para pintores y escritores. Director y fundador de elencos (La Máscara, Nueva Realidad). Había nacido en Rusia (Lituania polaca) en 1902 en el seno de una familia levítica hebrea. De niño llegó a Buenos Aires y tomó la nacionalidad argentina. A través de su formación docente cultiva una triple vocación: poética, artística y literaria, alimentada cada una de ellas por la lectura de cuatro pensadores: Florentino Ameghino, Almafuerte, Ricardo Rojas y Alejandro Korn[1]
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Encuentro tres hitos en el itinerario teatral de Graiver que lo muestran como un innovador:
El hijo del rabino, presentada en el T. del Pueblo por el Dr. León Zitnisky (escritor dedicado a investigar el teatro judío y la evolución de la comunidad judía en la Argentina). Mi análisis en el libro Cultura Judía- Teatro Nacional revela la importancia que tuvo esta obra como antecedente del drama de Germán Rozenmacher, Requiem para un viernes a la noche, y la revelación de otro tipo de judío diferente del “cambalachero” o el tratante de mujeres, que mostraban la mayoría de las piezas: es el judío bondadoso, de la espiritualidad y el ascetismo, y que intenta resolver problemas como el antagonismo judeo-cristiano, o los matrimonios mixtos. Escrita en 1932 y estrenada en 1936, recoge temas polémicos que eclosionaron en esos años: la posición de la Iglesia Católica frente al judaísmo, la prensa, el sionismo, el papel de la universidad, la política del General Justo (Zayas de Lima, 2001, pp. 48 y sgtes.) Graiver deseaba lograr una síntesis entre una tesis y una antítesis y si la síntesis era correcta que quedara en el terreno de lo discutible y de lo opinable, pero hábilmente sorteó el peligro de llevar todo a un razonamiento que opaque lo teatral.
De errores vivimos (1955) apunta a la realización de un teatro total y, al mismo tiempo revolucionar los hábitos teatrales. Quien fuera discípulo de Bem-Ami, Moissi y Zaccone considera que para mantener vivo el teatro, esa “ars summa” hay que tomar la misma posición que frente al arte: considerarlo como una aventura y que “toda aventura merece ensayarse” (Zayas de Lima, 2001, p. 136)
Tío Trapo (II Premio Concurso Bienal de la Literatura Latinoamerica) propone un nuevo género, la “nivola”, que puede leerse como una novela, recitarse como un poema largo o representarse como teatro. Dicha obra fue seleccionada para la temporada 1961 del Teatro Municipal Sarmiento de Buenos Aires y luego continuó representándose en el otros escenarios (Teatro presidente Alvear, Nuevo teatro, Teatro de Artes, Teatro Mitre y Teatro de la Congregación Israelita Argentina).
Si me focalizo en el libro Argentina Bíblica y Biblónica, es porque más allá de las certezas o dudas o rechazo sobre las conclusiones a las que arriba, Graiver se nos impone como un modelo de investigador comprometido con su tiempo, sus creencias, desinteresado, apasionado y tenaz. (Bernardo Canal Feijóo lo calificaba como “el Champollión Argentino”). Durante más de dos décadas se dedicó a recorrer nuestro país y otros de Latinoamérica en su búsqueda de testimonios del pasado fenicio en nuestro continente; sobre todo a partir de la colección de inscripciones halladas en Santiago del Estero (inscripciones que juzga corresponden a palabras arameas escritas en dos alfabetos, el Fenicio de Biblos y el Hebreo Arcaico) y el análisis de los trabajos de otros historiadores e investigadores (Sarmiento de Gamboa, Garcilaso, Miguel Angel Moissi, Emilio Wagner, Bernardo Canal Feijóo).
Encuentro tres hitos en el itinerario teatral de Graiver que lo muestran como un innovador:
El hijo del rabino, presentada en el T. del Pueblo por el Dr. León Zitnisky (escritor dedicado a investigar el teatro judío y la evolución de la comunidad judía en la Argentina). Mi análisis en el libro Cultura Judía- Teatro Nacional revela la importancia que tuvo esta obra como antecedente del drama de Germán Rozenmacher, Requiem para un viernes a la noche, y la revelación de otro tipo de judío diferente del “cambalachero” o el tratante de mujeres, que mostraban la mayoría de las piezas: es el judío bondadoso, de la espiritualidad y el ascetismo, y que intenta resolver problemas como el antagonismo judeo-cristiano, o los matrimonios mixtos. Escrita en 1932 y estrenada en 1936, recoge temas polémicos que eclosionaron en esos años: la posición de la Iglesia Católica frente al judaísmo, la prensa, el sionismo, el papel de la universidad, la política del General Justo (Zayas de Lima, 2001, pp. 48 y sgtes.) Graiver deseaba lograr una síntesis entre una tesis y una antítesis y si la síntesis era correcta que quedara en el terreno de lo discutible y de lo opinable, pero hábilmente sorteó el peligro de llevar todo a un razonamiento que opaque lo teatral.
De errores vivimos (1955) apunta a la realización de un teatro total y, al mismo tiempo revolucionar los hábitos teatrales. Quien fuera discípulo de Bem-Ami, Moissi y Zaccone considera que para mantener vivo el teatro, esa “ars summa” hay que tomar la misma posición que frente al arte: considerarlo como una aventura y que “toda aventura merece ensayarse” (Zayas de Lima, 2001, p. 136)
Tío Trapo (II Premio Concurso Bienal de la Literatura Latinoamerica) propone un nuevo género, la “nivola”, que puede leerse como una novela, recitarse como un poema largo o representarse como teatro. Dicha obra fue seleccionada para la temporada 1961 del Teatro Municipal Sarmiento de Buenos Aires y luego continuó representándose en el otros escenarios (Teatro presidente Alvear, Nuevo teatro, Teatro de Artes, Teatro Mitre y Teatro de la Congregación Israelita Argentina).
Si me focalizo en el libro Argentina Bíblica y Biblónica, es porque más allá de las certezas o dudas o rechazo sobre las conclusiones a las que arriba, Graiver se nos impone como un modelo de investigador comprometido con su tiempo, sus creencias, desinteresado, apasionado y tenaz. (Bernardo Canal Feijóo lo calificaba como “el Champollión Argentino”). Durante más de dos décadas se dedicó a recorrer nuestro país y otros de Latinoamérica en su búsqueda de testimonios del pasado fenicio en nuestro continente; sobre todo a partir de la colección de inscripciones halladas en Santiago del Estero (inscripciones que juzga corresponden a palabras arameas escritas en dos alfabetos, el Fenicio de Biblos y el Hebreo Arcaico) y el análisis de los trabajos de otros historiadores e investigadores (Sarmiento de Gamboa, Garcilaso, Miguel Angel Moissi, Emilio Wagner, Bernardo Canal Feijóo).
“Desde 1923 que voy coleccionando datos de la Argentina, de América toda, de innumerables pueblos y países, civilizaciones, indagando sonidos, comparando hablas, intuyendo, perseverando, empañado noche y día…Verificando viajes añorando odiseas, devorando estrellas, mordiendo cumbres y excavaciones…Yendo por todos los bajíos y montes soslayando serpientes y alimañas. Subiendo cerros y ríos. Aplicando curas. Arrastrando indagaciones. Con una paciencia sin límites y con dificultades inenarrables. Por atajos, por escuetas rutas y senderos enroscados. Madrugadas y atardeceres. De día, de noche, de siempre y, éste, mi libro, y otros libros, es tanto resultado” (Graiver, 1980 p. 520).
Su extenso y denso ensayo, es rico en datos etimológicos; documentado a la hora de desentrañar la historia de diferentes pueblos y épocas; visionario en sus enfoques multi e interculturales, sistemático por el modo en que hipótesis y objetivos se hacen presentes de manera orgánica en sus argumentaciones, hasta arribar a sus polémicas conclusiones: la identidad de ciertas expresiones idiomáticas, del hebreo ,el arameo y el quechua (sigue en este punto el trabajo del Padre Moissi, realizado hacia 1860 y propone como un desafío a otros investigadores el desentrañar cuál es la lengua madre). Es de destacar la minuciosa descripción y análisis que realiza a partir de las 331 láminas que reproducen reticulados, estilizaciones, cruciformes ya ajedrezados diaguitas, torteros de Santiago del Estero, en uno de los cuales reconoce la palabra Jehová estilizada Y su apuesta por una filología comparada en la que encuentra “el secreto de la total unidad de la raza humana” (op.cit., 82). A partir de los datos encontrados (testimonios orales), objetos (torteros, sellos, piezas de metal, urnas funerarias, placas grabadas, monedas) y documentación (mapas, cartas, estudios anteriores) expone sus propias ideas (por ejemplo, en el sur de nuestro país, en el rastreo por los caminos araucanos sostiene la existencia de signos arameicos; los signos indígenas de las cerámicas norteñas corresponden exactamente a los alfabetos en Tiro, Sidón, Gaza, Chipre, Creta, Cartago, Himeárico, Ibero, Hebreo y , en especial, el Ktav Iad).
"…todo eso me hace sospechar que estas tierras fueron visitadas sucesiva y alternadamente por Fenicios-Hebreos o Arameos-hebreos, por dos vías: por el Atlántico y con navíos fenicios; por el Pacífico en navío cretenses…”
Entre los capítulos más interesantes, en mi opinión, sito el dedicado la signología aborigen y de los mitimaes, las artes plásticas, los mitos y creencias del Chaco Gualamba, el imperio incaico y el Mapuhuillen Mapuche, y los focalizados en el análisis de vocablos como “pacha”, “chilca”, “biblos”, “mapu (apu, abu)”, y “huiri”.
Sus sospechas, dudas e intuiciones, les dan a sus trabajos una impronta de apertura, de estímulo a los lectores para contrastar hipótesis, discutir resultados o proponer nuevas conclusiones. Reitero: las conclusiones a las que Graiver arriba, pueden ser discutibles (de allí su riqueza); pero su posición como artista e intelectual, admirable.
Tanto como dramaturgo, director o investigador, supo y pudo imbricar su pasado familiar y personal con la dedicación y opción por el continente que lo recogió; con sus conocimientos de hebreo, arameo, ruso, idish, francés, inglés, alemán, tárgum, onkolos, idisch sajón y español, pero también de quechua y mapuche, propone una interpretación de nuestro pasado, pero también la apuesta por un mundo capaz de integrarse en paz.
Fue un adelantado para su época, y como tal, muchas veces soslayado o silenciado y su labor llegó a ser obstaculizada. Calificados creadores de diversas disciplinas reconocieron en los años 60 los aportes de Graiver a la cultura del país (Aldo Armando Cocca, Dick Edgar Ibarra Grasso, Mariano Paz, Avelino Herrero Mayor, Jacobo Drucaroff, Ulises Petit de Murat, Bernardo Canal Feijóo, entre otros).En 1962 el Director de Cultura de la Provincia de Santiago del Estero destacaba cómo los aportes de Graiver en el ámbito filológico tenían implicancias y derivaciones en la arqueología, la etnografía, la historia y disciplinas afines. Pero quienes, pocas décadas después y hasta la fecha abordan la historia nuestro teatro lo ignoraron. De hecho, sus datos biográficos y el análisis de su producción dramática aparecen reunidos sólo a partir de 1991 en mi Diccionario de Autores Argentinos[2], y posteriormente, en mi ensayo de 2001. A más de tres décadas de su desaparición, este artículo pretende ser el rescate de quien buscó la revelación de nuestros valores genuinos, de quien, pasados los 79 años continuaba estudiando y preparando nuevas investigaciones a las junglas del Paraguay.
Bibliografía
Glickman, Nora y Gloria Waldman (edited and translated) (1996) Argentine Jewish Theatre. A Critical Anthology, London, Associated University Press/Leuisburg, Bucknell University Presses.
Graiver, Bernardo (1980) Argentina bíblica y bibliónica. Historia de la humanidad en la Argentina bíblica y biblónica. Buenos Aires, Albatros.
Shalom, Myrta (1988) “Teatro judío en la Argentina”, en Judíos argentinos. Homenaje al centenario de la inmigración judía a la Argentina, 1889-1989), Buenos Aires, M. Zago ed.
Zak, Abraham y Nechemias Zucker redactores (1962) Antología de escritores judíos de la Argentina, Buenos Aires, Sociedad de Escritores israelitas H.D.Nomberg, pp. 75-81.
Zayas de Lima, Perla (1991) Diccionario de Autores Teatrales Argentinos, Buenos Aires, Galerna
----(2000) “El inmigrante judío como tema del teatro en Buenos Aires, en Migrations en Argentine, numéro coordonné par Isabel Santi, Paris, Cahiers, Alhim, n° 1.
---- (2001) Cultura Judía-Teatro nacional, Buenos Aires, Nueva Generación.
[1] Este médico argentino aparece en la novela de Graiver, Ene está desnuda (Buenos Aires, Ediciones Nueva Realidad, 1958)
[2] El excelente prólogo editorial de la edición de 1980 de Argentina bíblica y biblónica ofrece una completísima biografía del autor, opiniones de sus contemporáneos, y esclarecedoras explicaciones sobre este ensayo .
www.goenescena.blogspot.com.ar
AñoII, N°112
pzayaslima@gmail.com
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