sábado, 13 de enero de 2018

RENATE VIRTUAL Y SUS ACTUALES. UN TÍTULO PERFECTO PARA UN ESPECTÁCULO PERFECTO.

En diciembre y como un brillante remate de un notable año en el campo de la danza, se presentó en la Sala Redonda del Teatro 25 de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, Renate Virtual y sus actuales.

Pensada como “una cita al mundo poético y visión de la pionera de la danza Renate Schottelius” -maestra de la danza que tuvo que emigrar de su país natal, Alemania a la Argentina en 1936 debido al nazismo imperante -, su creadora, la bailarina, investigadora y coreógrafa Susana Szperling generó un espectáculo que reúne todos los elementos que hacen a una obra de arte. Ante todo, lograr una perfecta síntesis entre lo teórico y la práctica, emoción y técnica, oficio y espontaneidad, e imbricar de un modo natural el mundo de la danza con el mundo cotidiano.

Responsable de la dirección, el guión y la coreografía, Szperling rearma momentos significativos de la vida de la artista homenajeada a partir de un juego de dobles entre la virtualidad y la presencia.
“Así como en su obra Paisaje de gritos, Renate juega con transparencias, capas escénicas y un doble reparto. En este homenaje, Szperling multiplica imágenes, cita yuxtaponiendo temporalidades y espacios virtuales que dialogan con el presente de los cuatro intérpretes” (Programa de mano)

 
Como parte del espectáculo, dos miembros del elenco brindan su testimonio. El maestro y compositor Aníbal Zorrilla, sentado junto al piano interrumpe la música para relatar su testimonio personal:
“Conocí a Renate en el mes de julio del año 1978. Ella estaba dando clases en Boston y en Estocolmo y quería dejar de ir a la violenta Boston de aquellos años y en su lugar volver a Buenos Aires. Yo tenía 21 años, y norma Binaghi le había pasado mi teléfono a Ana María Steckelman, porque Renate iba a empezar a dar clases en el taller de danzas del teatro San Martín y estaba buscando un pianista que improvisara. Me tomaron una prueba que consistía en acompañar una clase de Graham que daba Cristina Barnils. Renate y Ana María estaban sentadas en un rincón oscuro tan ocultas que yo ni siquiera las vi, ya tenía bastante con entenderme con Cristina! Al final de la clase la secretaria me presentó a las dos y me comunicaron que querían que trabajara con ella. Ésa fue la primera vez que hablé con ella.  
Trabajé con ella durante 20 años. Era un trabajo exigente pero me hacía feliz. Una vez ya no me acuerdo porque le pedí disculpas por algo y ella me dijo: “…por favor Aníbal, somos compañeros de trabajo!”. Para mí sobre todo en los primeros años esa no era de ninguna manera la situación, ella era una señora mayor, una personalidad reconocida y yo era un joven principiante. ¡Pensar que ella tenía en ese momento menos años que los que tengo yo ahora!  
Tengo una imagen muy presente de Renate, siempre que estoy trabajando de pianista acompañante en algún momento me acuerdo de ella. Entraba a la clase con su malla negra, su una eterna polera amarilla y zapatillas de media punta, que se sacaba antes de marcar el primer paso, ya que daba las clases descalza. Tenía unos pies muy particulares, eran casi rectangulares, el dedo chico estaba prácticamente a la misma altura que el dedo gordo (fíjate cómo decir esto). Nunca volví a ver unos pies así. 
La última vez que hablé con ella fue cuando ya estaba enferma internada en el hospital alemán. Cuando me vio tuvo momento de lucidez y me dijo: “Ay Aníbal, qué difícil es morirse… y todavía me falta un día”. Hizo una pausa y terminó: “Pensé que estaba preparada para esto”. Era un viernes, volví el sábado y Renate dormía. Estaba Doris Petroni también, nos quedamos un rato largo al lado de ella. El domingo a la mañana al llegar a la habitación la encontré vacía, limpia, impecable.”


Este testimonio se relaciona con el que la propia Susana Szperling realiza en medio de su trabajo dancístico y en el programa de mano
 
 
“Cuando Roxana Grinstein me propuso realizar el homenaje a Renate, inmediatamente se erizó mi piel. Empecé a recordar sus clases en el Taller de danza del Teatro San Martín; yo era una adolescente. Me sumergí en un laberinto de preguntas y me acerqué a sus discípulos; junto a ellos descubrí su historia y me emocioné en cada encuentro humano. Ella también era una bailarina adolescente cuando tuvo que dejar su Alemania natal en 1936 por el régimen Nazi y emigrar a Argentina”[1]

 
 
Y se complementa con los relatos de algunos de sus más destacados discípulos entrevistados: Oscar Aráiz, Ana Deuscht, Ana María Stekelman, Diana Theocharidis, Andrea Chinetti, Alejandra Vignolo, y Marta Pérez Catán, que se transmiten en las panatllas de video separadas en el foro por las columnas de la sala circular.
El espectador llega a conocer de modo directo y profundo los tres aspectos abordados por la obra: la personalidad, el recorrido y el legado de Renate, pero también a percibir el talento de Susana como coreógrafa, y gozar del trabajo que ella junto con Liza Rule y Mauro Cacciatore realizan con sus cuerpos en el espacio real y en diálogo con el mundo virtual que las tres pantallas ofrecen. Esa energía de la que hablaba Renate, está presente en ellos también en las secuencias que muestran aspectos del entrenamiento de los intérpretes.

La participación del pianista es igualmente rica y se orienta en dos vertientes. Su música completa los desplazamientos coreográficos de los integrantes del elenco y el clima que generan los videos (es el pianista virtuoso), pero en las secuencias del “entrenamiento” dialoga y se comunica visualmente con ellos, adecuándose melódica y rítmicamente a los desplazamientos y el juego por ellos propuestos (es el músico acompañante).

Este espectáculo originalmente presentado en el marco del Festival Buenos Aires Danza Contemporáneo, logra mostrar cómo es posible crear “danza” con la presencia de fuentes que vienen de otros campos: del cine, de reportajes o de la historia oral de quienes fueron, al mismo tiempo, testigos y partícipes. Y cómo algo que parece efímero, se puede convertir en algo que permanece: la danza de Renate, fallecida en 1988, continúa presente no sólo en el mundo virtual, sino en sus discípulos y en los discípulos de sus discípulos, en sus “actuales”.




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[1] Creo que respetando la idea de la creadora de este espectáculo es importante incluir los datos biográficos de R. Shottelius incluidos en el informe para la prensa: “Nació el 8 de diciembre de 1921 en Flensburg, Alemania. Creció en Berlín, donde estudió ballet en la Ópera y danza moderna con Ruth Abramovitz y Alice Uhlen, de la escuela de Mary Wigman. A los 14 años debido al ascenso del nazismo en 1936, dejó su entorno familiar y emigró a Argentina, donde fue recibida por su tío. Renate estaba entusiasmada con la Ausdruckstanz y quería ser bailarina. Al mismo tiempo que trabajaba en una oficina en Buenos Aires, tomaba clases en la Escuela Nacional de Danza. Se contactó con Miriam Winslow, quien combinaba la técnica de Denishawn con la de Mary Wigman y Harald Kreutzberg, y formó su compañía en Buenos Aires. Renate se perfeccionó con Winslow bailando en su compañía entre 1942 y 1947. En 1953 viajó a Estados Unidos, donde estableció contactos con coreógrafos como Martha Graham, José Limón, Hanya Holm y Agnes De Mille., Kurt Joos, Efectuó recitales como solista y como directora de conjunto en el Teatro Colón, en provincias argentinas y en Uruguay, Brasil, Perú, Estados Unidos, Alemania, Holanda y Suiza. Algunas de sus destacadas coreografías fueron Estamos solos y Farsa de la búsqueda, para los teatros Colón y General San Martín; El amor y Galería humana, para Amigos de la Música; Le Renard, para la Ópera de Cámara de Buenos Aires; y Caminantes, para el San Martín. También realizó varias coreografías para el Ballet Winslow, el Boston Ballet y el Festival Musical de Lausanne. Sus obras se presentaron en los teatros Presidente Alvear, San Martín, Blanca Podestá y Astral. Supervisó el Grupo de Experimentación de Danza Contemporánea. Regresó a Alemania de visita en 1958 y dio clases magistrales en Boston. Entre sus discípulos más destacados, se encuentran el coreógrafo argentino Oscar Aráiz y Ana María Stekelman. En 1989 recibió el Premio Konex Diploma al Mérito como una de las mejores coreógrafas de la historia en Argentina. Falleció el 27 de septiembre 1998”.

 

 

Ficha artístico técnica:

Autora, directora y coreógrafa: Susana Szperling
Intérpretes: Mauro Cacciatore, Liza Rule y Susana Szperling
Música en vivo: Aníbal Zorrilla

Con la participación especial de: Oscar Araiz, Marta Pérez Catán, Diana
Theocharidis, Ana Deuscht, Ana María Stekelman, Alejandra Vignolo, Andrea Chinetti

Realización de video: Guiye Fernández (fotografía, cámara y edición), Silvina Szperling
(asesoramiento y cámara), Susana Szperling (dirección)

Escenografía y vestuario: Marlene Liebendag
Técnica de video escena y VJ: Milena Pafundi􀀀

Asistente de dirección y producción: María Garona
Prensa & Difusión: Simkin & Franco 

Asesoramiento reposición “Aria”: Elena Ponce y Marta Pérez Catán
www.goenescena.blogspot.com.ar

Año II. N° 110

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