Margarita Bali acaba de presentar en el Teatro Payró un espectáculo ofrecido en 1995 en el Centro Cultural Recoleta, Sala Capilla El Aleph, en el ciclo Contemporánea Homenaje a Ana Itelman. El reestreno ofrece interesantes aspectos a tener en cuenta. Quien fuera intérprete de la obra original, Gabriela Prado, lo vuelve a ser en esta oportunidad, y además colabora en la coreografía original de Margarita Bali, quien a su vez participa como intérprete de lo que en esta oportunidad califica de performance.
El espectáculo se organiza en tres principales secuencias. Una, de tono informativo sobre la obra original, su intérprete, la primera actuación de Núcleo Danza en los ´70, fragmentos de coreografías y de algunas opiniones de la crítica que aparecen sobreimpresas en el cuerpo de la bailarina. Esto puede ser entendido en dos direcciones: como voluntad de registro, pero asimismo la crítica como inseparable del hecho artístico y de los artistas. De hecho también una opinión crítica, la de Silvia Gsell (La Nación, abril 1996) aparece citada en el programa de mano:
En esta reposición, el desempeño de la bailarina confirma estas reflexiones. Su técnica perfecta está en íntima sintonía con una expresividad que naturalmente incorpora teatralidad a la danza: ella se expone y al mismo tiempo representa. Sus recursos técnicos se orientan a la creación de imágenes poéticas y dinámicas que comunican sensaciones y afectan a la sensibilidad del espectador. Lo estético es entendido como “la organización sensorial de la realidad anárquica y aleatoria, en formas que le dan sentido, y a nosotros, placer”[1]
El soporte tecnológico (videos y proyecciones compaginados también por Margarita Bali) permite por momentos homologar, en otros completar, en otros contraponer, la versión original con la actual y reafirmar las cualidades de la intérprete, en especial su “equilibrio de ave”.
Los previos trabajos de la coreógrafa -exitosos todos ellos y muchos de ellos de proyección internacional- en los que utiliza el video como herramienta artística y la elección de un formato interdisciplinario con proyecciones y coreografías escénicas son ilustrativos de las líneas expresivas exploradas: doce obras de video danza (1993-2009), veintinueve videos instalaciones (2001-2014), cuatro obras específicas sobre edificios (2005-2012). La tercera secuencia de Doblar mujer por línea de puntos…revisitada vuelve a propone el diálogo entre cuerpo/s vivo/s y la visualidad electrónica. Combina tiempos progresivos y recursivos, lo compositivo estructurado en repeticiones y diferencias. No se trata de generar puras sensaciones; hay un efecto de seducción, pero de ambigüedad o irracionalidad: hay historia, memoria, secuencialidad; el tiempo es registrado como instante y como duración (en el 2018, esta obra participó del Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires en la sección “Memorias en movimiento”). El registro de momentos y circunstancias como dato objetivo y como selección subjetiva.
La relación con el cubismo es clara por el diseño de los objetos y las líneas de los desplazamientos del cuerpo (segunda secuencia) y de los cuerpos (tercera secuencia) en el espacio, conexión que la propia coreógrafa se encarga de explicitarlo. La geometría “bárbara” propuesta por Picasso le permite descomponer y recomponer la realidad, compenetrar planos y generar “simultaneísmo de visión” (Guillermo de Torre)
Margarita Bali en su diálogo con la bailarina despliega como performer un sutil dominio del humor y sabe dosificar las referencias autorreferenciales, de modo que ciertos códigos inmediatamente reconocidos por un sector “calificado” del público (coreógrafos, bailarines, actores, críticos), no resulten herméticos para el espectador “profano”.
Estoy consciente de la dificultad de intentar traducir en palabras lo visual y lo sonoro no lingüístico, y tengo dudas de hasta qué punto es comunicable una experiencia artística. Pero sí la legitimidad de transmitir, de hacer partícipes a otros de una recepción enriquecedora, de la presencia y la vigencia de dos artistas notables en el campo de la danza: Margarita Bali y Gabriela Prado.
www.goenescena.blogspot.com.ar
Año III, n° 176
pzayaslima@gmail.com
[1] Augusto Boal “El Pensamiento Sensible y el Pensamiento Simbólico en la Creación Artística” (La Puerta. Publicación de Arte y Diseño, Universidad nacional de La Plata, Facultad de Bellas Artes, año 3, n° 3, 2008, p. 41.
El espectáculo se organiza en tres principales secuencias. Una, de tono informativo sobre la obra original, su intérprete, la primera actuación de Núcleo Danza en los ´70, fragmentos de coreografías y de algunas opiniones de la crítica que aparecen sobreimpresas en el cuerpo de la bailarina. Esto puede ser entendido en dos direcciones: como voluntad de registro, pero asimismo la crítica como inseparable del hecho artístico y de los artistas. De hecho también una opinión crítica, la de Silvia Gsell (La Nación, abril 1996) aparece citada en el programa de mano:
“Ella se desliza, se retuerce, se funde y agoniza con los muebles, que son parte de su vida cotidiana y de su realidad “surrealista”. Prado es deslumbrante, a la par que conmueve en la personalidad dolorosa, desesperada y solitaria de ese personaje que le impuso Bali. La coreografía es excelente, en movimientos angulares con direcciones contrapuestas. Obligan a raras acrobacias que solo una intérprete con enorme sensibilidad espacial puede realizar. Es así que Prado baila sin miedos y con un equilibrio de ave. Soberbia y audaz es continente de una obra concisa para la reflexión profunda.”
En esta reposición, el desempeño de la bailarina confirma estas reflexiones. Su técnica perfecta está en íntima sintonía con una expresividad que naturalmente incorpora teatralidad a la danza: ella se expone y al mismo tiempo representa. Sus recursos técnicos se orientan a la creación de imágenes poéticas y dinámicas que comunican sensaciones y afectan a la sensibilidad del espectador. Lo estético es entendido como “la organización sensorial de la realidad anárquica y aleatoria, en formas que le dan sentido, y a nosotros, placer”[1]
El soporte tecnológico (videos y proyecciones compaginados también por Margarita Bali) permite por momentos homologar, en otros completar, en otros contraponer, la versión original con la actual y reafirmar las cualidades de la intérprete, en especial su “equilibrio de ave”.
Los previos trabajos de la coreógrafa -exitosos todos ellos y muchos de ellos de proyección internacional- en los que utiliza el video como herramienta artística y la elección de un formato interdisciplinario con proyecciones y coreografías escénicas son ilustrativos de las líneas expresivas exploradas: doce obras de video danza (1993-2009), veintinueve videos instalaciones (2001-2014), cuatro obras específicas sobre edificios (2005-2012). La tercera secuencia de Doblar mujer por línea de puntos…revisitada vuelve a propone el diálogo entre cuerpo/s vivo/s y la visualidad electrónica. Combina tiempos progresivos y recursivos, lo compositivo estructurado en repeticiones y diferencias. No se trata de generar puras sensaciones; hay un efecto de seducción, pero de ambigüedad o irracionalidad: hay historia, memoria, secuencialidad; el tiempo es registrado como instante y como duración (en el 2018, esta obra participó del Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires en la sección “Memorias en movimiento”). El registro de momentos y circunstancias como dato objetivo y como selección subjetiva.
La relación con el cubismo es clara por el diseño de los objetos y las líneas de los desplazamientos del cuerpo (segunda secuencia) y de los cuerpos (tercera secuencia) en el espacio, conexión que la propia coreógrafa se encarga de explicitarlo. La geometría “bárbara” propuesta por Picasso le permite descomponer y recomponer la realidad, compenetrar planos y generar “simultaneísmo de visión” (Guillermo de Torre)
Margarita Bali en su diálogo con la bailarina despliega como performer un sutil dominio del humor y sabe dosificar las referencias autorreferenciales, de modo que ciertos códigos inmediatamente reconocidos por un sector “calificado” del público (coreógrafos, bailarines, actores, críticos), no resulten herméticos para el espectador “profano”.
Estoy consciente de la dificultad de intentar traducir en palabras lo visual y lo sonoro no lingüístico, y tengo dudas de hasta qué punto es comunicable una experiencia artística. Pero sí la legitimidad de transmitir, de hacer partícipes a otros de una recepción enriquecedora, de la presencia y la vigencia de dos artistas notables en el campo de la danza: Margarita Bali y Gabriela Prado.
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Año III, n° 176
pzayaslima@gmail.com
[1] Augusto Boal “El Pensamiento Sensible y el Pensamiento Simbólico en la Creación Artística” (La Puerta. Publicación de Arte y Diseño, Universidad nacional de La Plata, Facultad de Bellas Artes, año 3, n° 3, 2008, p. 41.
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