domingo, 25 de marzo de 2018

ALEJO PIOVANO Y LOS ECOS DEL INSTITUTO DI TELLA.

La editorial Nueva Generación acaba de publicar Selección teatral, Obras de Alejo Piovano y otras en colaboración con Ernesto Marcos, Guillermo Julio Montero y Alberto Perrone. Este libro editado en el 2018 confirma una vez más la importancia que tuvo el Instituto Di Tella a la hora de nuclear y difundir la labor de artistas talentosos cuya vigencia hoy sigue palpable: Marilú Marini, Alfredo Rodríguez Arias, Kado Kostzer, Les Luthiers, entre otros[1]. Alejo Piovano se suma a la lista de estos creadores que participaron de manera activa no sólo en nuestro país, sino en campos culturales europeos y estadounidenses, y así se presenta a los lectores:

“Nací en el 44, Capricornio, corrí los riesgos de los tiempos, del teatro y su arte evanescente. Estuve en New York en el 67-69, viajé con elenco por Europa, estrené mi primera pieza en el Di Tella Siempre huí de la farándula por los ideales admitidos del teatro independiente que fue mi maestro y me quedaron los textos para nuevas representaciones. Publiqué notas de teatro, di clases en la Universidad de Leiden-Holanda. Y fue vanguardia porque a la curiosidad no le daba tregua y ahora me retiro al mundo de lo clásico según los dictados de la edad” (Contratapa)


Cada una de las cinco piezas que integran el volumen está precedida de un breve comentario de Piovano que terminan de completar el esbozo que en el prólogo general realizara el investigador Carlos Fos quien reconoce lo cambios sufridos entre los tiempos del Di Tella y el presente y caracteriza el de Piovano como “un camino de singular belleza poética” (p. 5).

La pieza que abre el volumen corresponde precisamente al Di Tella, donde fue estrenada bajo la dirección de Norberto Montero en 1967, bajo el título de Apocaliptosis, con un agregado “O la muerte de Mario a quien le han pegado un tiro no ha muerto pero está en trance de hacerlo”. Las veintiuna secuencias cuyo hilo conductor la violencia y la muerte permite que se representen en diferente orden, aunque en las cuatro finales (Anastasia, Situación, Los hombres atados, Ronda Final y Danza para los ardientes enamorados) estos temas cobran especial significado. Tal como lo señala el autor su lenguaje y conceptos provienen de diferentes vías, la lectura de autores como Dürrenmatt, Pinter, Osborne, Frish, Weiss, conversaciones con artistas e intelectuales vinculados a la vanguardia, y los cambios sociales que implicaron “una epidemia de mayorías, ente el crecimiento de la sociedad de consumo que se ahora en la autocomplacencia y las muertes anónimas del Congo, Viet-nam y Sud África.” (p. 9) 

El abuelo del pescador se estrenó en julio de 2006. El dramaturgo Ernesto Marcos, su coautor es el que en esta oportunidad la introduce: “Lo único real es el cuerpo…”, “la verdad fáctica es irrepetible y está extraviada en el cuerpo desaparecido” (en este caso el cuerpo de una camarera), sólo hay “conjeturas” (p. 53) La obra es movilizadora por varios motivos: por su trabajo con un humor trágico y grotesco, que estructura de modo peculiar lo cómico, lo irónico, lo tragicómico, la mirada crítica se allí los intertextos con Nietzsche, con Shakespeare, con la crónica policial que involucraba a Strauss Kahn, el director del FMI, mencionados en la nota introductoria, y con los personajes Altuser (el profesor), Derrida (el oficial inspector) y con Foucault (Marciano Fucó, el sargento inspector, mudo). La carga intertextual resulta evidente también en la base filosófica que sustenta la obra:


“La verdad jurídica, construcción ficcional congruente, coherente, concordante y verosímil, se desplaza eternamente a través de El Relato, del relato del relato, de las derivas complementarias que no permiten asir el sentido, como un cazo de cartas sin principio ni fin, una raíz de significantes de origen múltiple y destino múltiple” (p. 53) 


Una audaz y efectiva pieza presentada como “una propuesta de teatro político que se inspira “en la historia reciente para hacer el revisionismo necesario” (p. 93) es Imberbes, estúpidos e infiltrados. Escrita en colaboración con Alberto Perrone
[2] se estrenó en el 2010 bajo el título El águila guerrera (“para no ofender a los seguidores K”, p. 93) y estuvo cuatro años en cartel. Calificada como farsa para tratar el deseo de poder y de thriller político atravesado por un humor negro, su propósito fue -según los autores-“mostrar situaciones posteriores a un estado de violencia social y política y los manejos que se practican para lograr poder y mantener en él. La elección del año es simbólica. Partimos de problemáticas sociales que en alguna medida son también actuales” (Entrevista de Hilda Cabrera, Página 12, 18/09/2010) La obra se sitúa “en una lujosa oficina de San Pablo” en un atardecer del carnaval de 1989 y lo que allí se dirime sin ambigüedades es la sociedad entre secuestrador y secuestrado, entre guerrillero y empresario, entre Galimberti y Born, por lo que no resulta extraño que a partir de la representación de la obra, los autores sufrieran los efectos de una “intransigencia militante” ( p. 94)

Toda una vida, escrita en colaboración con Guillermo Julio Montero
[3] y estrenada en el 2014, se diferencia drásticamente de la anterior, tanto en su estilo como en su temática: un mundo intimista regido por emociones básicas y una carga descriptiva propia del costumbrismo regional. Su valor no radica sólo en la sencillez que le atribuye Piovano, sino en la eficacia de integrar los mundos individuales a lo social, de modo que no sólo se complementan sino que organizan peripecias, secuencias y desenlace.

El volumen se cierra con Metáfora Borges, obra que Alejo Piovano dedica a la memoria de Alberto Vanasco
[4] por las charlas que con él mantuviera sobre los que serán sus personajes: Borges, Evaristo Carriego y Macedonio Fernández. Los diálogos ficcionales en los que los dos últimos mantienen con el primero revelan no sólo desde lo metafórico sino también desde lo literal las poéticas de estos tres escritores consagrados. Y, asimismo, como Piovano los leyó, los interpretó y los incorporó.

Resulta muy adecuada la ilustración de la tapa que reproduce una de las exploraciones del lenguaje de las verticales del pintor checo Frantisek Kupka, quien en su época fue pionero del arte abstracto, pero también el agudo caricaturista de una revista anarquista.


www.goenescena.blogspot.com.ar

 Año III, n° 120

 pzayaslima@gmail.com

 



[1] Sobre este tema remito a los blogs números 5 y 6, año I, 2016.
[2] Poeta, periodista y crítico de arte, escritor destacado por sus entrevistas y biografías, y su profundo conocimiento de los acontecimientos  político sociales de las décadas del  ´70 y ´80
[3] Narrador, dramaturgo,
[4] Narrador y poeta, integrante de la vanguardia de los años ´50.

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