No sólo el estilo identifica los espectáculos de Adriana Barenstein, sino su modo de generarlos. Desde los años 90 en que conocí a esta creadora pude comprobar de qué modo sólo aparentemente simple logra integrar constantes y diferencias. Una de las constantes más significativas es la investigación previa filosófica y antropológica sobre el cuerpo . Sus espectáculos anteriores (en especial: Papeles, La tierra no se mueve, Cuerpo y ciudad) subrayaban la potencia significante de aquellos factores a través de los cuales el cuerpo se volcaba sobre el mundo y lograba afectar los cuerpos “percibientes” de los espectadores (término usado por Raúl Dorra a lo largo de su curso “Para una semiótica del cuerpo”).
En esta oportunidad se centra en
“Varios planos en la indagación sobre los cuerpos: la poética de “58 indicios sobre el cuerpo” de Jean-Luc Nancy, la inspiración en los modos de construir cuerpos en diferentes lenguaje poéticos y la fuerza y modo de aparecer de cada uno de los personajes. Pequeña comunidad. Los cuerpos dibujan paisajes. Una fuerza que arrasa, se acumula y desborda a cada uno. Ellos están ahí, entran en el juego de “hasta donde puede un cuerpo. Un mundo los envuelve a todos en materiales que se dispersan, confluyen, si diseminan en un sistema, una maquinaria que produce escenas y funciona casi como juego lógico. Orden, estructura, máximo, mínimo, envoltura, conjunciones, negaciones, territorio horizonte. Existe un reverso para cada cuerpo en este fragmento de mundo. Todos ellos tratan de hablar del modo de existencia en los cuerpos. Diferentes la potencias. Distintos empujes, resistencias, ímpetus. Pero hay un común. Y un territorio que los envuelve. Hay uniones, hay predominios, hay un único cuerpo” (Programa de mano).
Los cuerpos presentados por Barenstein relacionan y delatan, aparecen como tema pero también como soporte. Dos tiempos, dos espacios, y dos modos de comunicación marcan el espectáculo. El primero, más breve y flexible, se desarrolla en el pasillo que conduce a la sala y allí dos actrices interactúan con el público al tiempo que confrontan entre ellas sobre el modo correcto de llevar a cabo esa interacción. Desde el mismo comienzo de la acción aparecen los indicios que dan algunas claves para percibir el espectáculo que se desarrollará en la sala: las dos actrices ofrecen varios puntos en común desde lo corporal y su vestuario negro, al tiempo que exhiben lo “poco que tienen que ver entre sí” desde su discurso conceptual y las relaciones con el otro: abrazar y tocar /rechazar todo contacto corporal. Como instancia enunciativa ambas performers juegan con lo óptico y lo lingüístico
La segunda parte, ya en la sala, el espectador puede apreciar que poco tienen que ver entre sí los actores si atendemos a su constitución física, edades, formación profesional, antecedentes en el campo de la actuación o de la danza; sin embargo ellos se presentan, tal como lo expresan coralmente durante la función “Cuerpo a cuerpo, codo a codo o frente a frente, alineados o enfrentados…mezclados, tangentes…” (Palabras que pertenecen al citado Jean-Luc Nancy y que aparecen como epígrafe de Unos cuerpos).
Se presenta un juego de opuestos al receptor: identificación y distanciamiento, caos y orden, lo individual (desplazamientos) y lo colectivo (tableau), la coerción (ataduras que obligan a contactos no deseados) y la libertad (baile liberador de los cuerpos); videos que recogen imágenes del pasado -documentales históricos, fragmentos de films- que muestran reacciones colectivas e individuales en distintas sociedades y las reacciones individuales y colectivas de los performers frente a estas proyecciones. Juego de cajas chinas o muñecas rusas, un “teatro dentro del teatro”: espectadores que contemplan como los actores contemplan las proyecciones cine, ¿actores que contemplan como los espectadores lo (y los) contemplan?
Barenstein consolida con valor positivo el concepto de híbrido: no tiene sentido cuestionarse si se trata de teatro o de danza, si el protagonismo lo tiene la palabra o lo no verbal, si se trata de presentación o de representación, qué es más importante, la visión del cuerpo del performer en la escena o la imagen corporal que proyecta un video, la convivencia de teoría y praxis, de ciencia y arte.
Esta obra, como las anteriores, muestra cómo la investigación sobre el cuerpo se abre a numerosas vías. En aquellas nos presentaba cuerpos y su relación con objetos, con la geografía y el espacio, con distintos materiales (papeles, telas), con el agua. En esta oportunidad, unos cuerpos se enfrentan a otros cuerpos y exploran las posibilidades de convivencia, de comunicación, de interacción, e instala el interrogante hasta qué punto pueden predominar (o no) las diferencias.
Intérpretes: Mariana Bellotto / Marina Cohen/ Silvia Hilario / Bárbara Irisarri / Renata Marrone / Sang Min Lee / Daniel Kargieman / Sergio Pletikosic/ Alejandro Polledo / Antonio Elmar
Música original y diseño sonoro: Juan Pablo Amato
Video: Daniel Bernasconi
Diseño de luces: Nico Lisera Vidal
Asistentes de dirección: Erica Santamaría / Anto Elmar
Diseño gráfico: Lía Parsons
Guión dramatúrgico y Dirección General: Adriana Barenstein
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