lunes, 21 de noviembre de 2016

PERONISMO Y TEATRO. UNA RELACIÓN CONFLICTIVA

 
Entre  1943 y 1955 se produjeron en nuestro país una serie de acontecimientos que determinaron un cambio significativo entre el teatro y el  Estado, sobre todo, a partir del hecho que desde el poder se identificó al Estado con el Gobierno, y al Gobierno con un partido político, el peronismo.
A partir de 1983 publiqué algunos artículos tendientes a comprender y esclarecer las conflictivas relaciones que existieron entre la libre creatividad propia de la actividad  teatral y la política cultural oficial que imponía ciertas direcciones a seguir, en los que reflexionaba sobre algunos temas específicos: el teatro de tema histórico y regional, el teatro obrero, la censura, los dramaturgos partidarios (Zayas de Lima, 2014). En el marco de la Convocatoria Internacional de las VI Jornadas de Historia (2010) mostré, en colaboración con el especialista en gestión cultural Santiago Lima, algunas de las características del teatro en el primer peronismo y su relación con las políticas de estado.  En esa ocasión marcamos cómo Perón tuvo bien en claro la importancia  de tener una  gestión cultural al servicio del régimen, no disociada ni de lo político ni de lo económico: el teatro y las fiestas populares, organizadas desde el gobierno,  especialmente  las organizadas el 1 de mayo y el 17 de octubre que funcionaron como medio de vincularse con el Líder, pero también como instrumento de autoafirmación como clase.
El obrero pudo acceder a bienes culturales y ocupar espacios  hasta entonces privativos de la clase media y la aristocracia como plateas y palcos de grandes teatros. El “tren cultural” organizado por la Subsecretaría de Informaciones,  comunicó  la cultura rural a la urbana. Los periódicos afines al régimen (El Laborista, El Líder, Noticias Gráficas) difundían en detalle estos proyectos con títulos significativos “Espectáculos de hondo sabor nacional”, “Cultura para el pueblo”; etc.), pero también con explicaciones de los objetivos[1]. La utilización de la cultura como un medio de afianzar el régimen peronista se manifestó de manera peculiar en la promoción y difusión de piezas de tema rural, que presentaban el testimonio del cambio producido por la gestión oficial en distintos ámbitos del país: yerbatales chaqueños, obrajes santafecinos, ingenios norteños, estancias bonaerenses (Zayas de Lima, 1991: 351). Uno de los objetivos primordiales del II Plan Quinquenal en lo que se refiere a la cultura fue la reinstauración de la naturaleza popular del teatro, una vuelta a la ecuación teatro-pueblo. De allí que lo gremios tuvieran funciones especiales en el Colón, los sábados por noche horario que tradicionalmente estaba destinado al Gran Abono; o que un elenco estable de Teatro para Niños todos los días de la semana (cuatro días en la Casa del Teatro y el resto en oras salas de la  Capital y el interior del país)  ofreciera funciones que incluían el transporte que buscaba a niños y padres y los regresaba a su domicilio. Lo inédito en la historia teatral de la Argentina fue la creación del Teatro de la Confederación General del Trabajo. El elenco estaba conformado por obreros de distintas edades y procedencia[2]. Dirigido por César Jaimes, incluía cuatro elencos integrados por gráficos, ordenanzas panaderos, metalúrgicos, domésticas, enfermeras, peinadoras, choferes, obreros de la industria lechera, etc. Tenía como objetivos presentar un repertorio que incluía obras de autores afines al régimen como Martínez Payva,  Berrutti,  Vacarrezza,  Vagni –entre otros- como así también  piezas de autores asociados con una revolución proletaria como Gorki. Y no sólo  al público capitalino sino que  subvencionado por la Subsecretaría de Cultura de la Nación proyectaba abrir filiales en el interior. Definitivamente clausurado con la revolución de 1955 la memoria su existencia y sus  logros cayeron en el olvido aún en el caso de quienes fueron sus protagonistas. Y en ninguno de los gobiernos posteriores de signo peronista este proyecto fue reflotado.
A la luz de nueva documentación encontrada en el Archivo del Instituto de Teatro, en la  Hemeroteca de la  Academia  Argentina de Letras y en la  Biblioteca de  Argentores pude:  A) concretar una investigación mucho más completa sobre el tipo de espectáculos producidos y promocionados; B) contar con suficiente documentación probatoria, sobre todo en lo que al accionar de la censura se refiere; C) verificar hasta qué punto la política cultural diseñada en el peronismo entre 1943 y 1955 fue una factor determinante para la revitalización de una práctica escénica que amplió el número de actores, directores y dramaturgos, incorporó nuevos públicos y estableció nuevos circuitos; D) relacionar la producción financiada por el Estado (teatros vocacionales, oficiales, fiestas populares, concursos y premios) con la generada por el teatro independiente; E) repensar el papel  de una política cultural y la práctica escénica, los alcances de un teatro político y la vigencia de los mitos.
Esta investigación sobre Peronismo y Teatro originada en mi labor como investigadora del  CONICET  y continuada con un subsidio de  Proteatro, está a la espera de su publicación.
 
Textos citados
de  Chaves, Josefina  C., “Una expresión de arte popular. El teatro de la  C.G.T,” Argentina, año 1, n° 7, 1° de agosto, 1949: 70-72.
 
 Gené, Marcela, “Política y espectáculo. Los festivales del primer peronismo: El 17 de octubre de 1950”,  en Arte y Recepción,  Buenos Aires,  CAIA, Centro  Argentino de Investigadores de las  Artes, 1997: 185- 192.
Zayas de Lima, Perla,  “El teatro de tema rural como propaganda política del peronismo (1944-1955) en  AA.VV., Ciudad/ Campo en las  Artes en  Argentina y Latinoamérica,  Buenos  Aires,  CAIA, 1991: 351-362.
-----,  “Claudio Martínez  Payva, un dramaturgo del peronismo” en  Boletín de la  Academia  Argentina de Letras, tomo  LXXVII (2012), pp. 645-662, Buenos Aires, 2014.



[1] “…He aquí el Justicialismo integral en marcha. Perón que necesariamente debió comenzar su obra por los  aspectos materiales (sin un pueblo bien  nutrido y albergado no puede haber  cultura ni nada) continua la revolución con  los aspectos espirituales más elevados” (El Laborista, 21de octubre de 1950. Citado en  Gené, 1997: 192).
[2] “auténticos obreros argentinos…porque forman ellos la conciencia, la inquietud y la base de un movimiento nacionalista que les pertenece” (Josefina  C. de  Chaves (1949, 70); y que se diferencian de ese otro proletariado “que se llama culto por que lee a Marx y los  1° de Mayo cantaba la Internacional a voz en cuello pero que nada significativo hacía para empinarse del medio asfixiante”. Ese teatro a partir de  “las conquistas materiales obtenidas por la gran masa trabajadora del país, con el advenimiento de la doctrina peronista” se convertiría en la  “puesta de escape para todas las manifestaciones del espíritu” (id., p. 71). Esto hallaba su correspondencia con la  creación del Salón Plástico de Obreros y la   de la Orquesta y Coros  Obreros de la  C.G.T.

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