lunes, 11 de mayo de 2020

JUAN CARLOS GENÉ DENTRO DEL PANORAMA TEATRAL ARGENTINO Y LATINOAMERICANO (CONCLUSIÓN)





Por su estructura y enfoque, las obras comentadas en los tres blogs anteriores me permiten arriesgar algunas reflexiones sobre Gené como autor y director, reflexiones que podrán ser completadas y enriquecida por los investigadores interesados en este creador y por el teatro latinoamericano, consultando las cartas por el escritas y enviadas, entre ellas, el importante epistolario intercambiado con quien lo sucediera en la conducción del CELCIT en Venezuela, Héctor Manrique.

ACTOR, PERSONAJE Y CUERPO.

Gené concibió sus obras pensadas para ser representada por determinados actores. En referencia al ciclo televisivo COSA JUZGADA declaraba que escribía “con una orientación cara con respectos a los actores a quienes correspondía cada papel”. Recordemos que fue el autor de 76 capítulos de los 96 de este ciclo emitido entre 1969 y 1971 y allí participó como actor invitado Pepe Soriano, a quien posteriormente Gené convocaría para protagonizar EL INGLÉS, tanto para el estreno en 1974, como en su reestreno en 1983[1]. También afirmaba que el conocimiento profundo de los actores con los que trabajaba cotidianamente “permitía crearles situaciones dramáticas en las que se sentían cómodamente expresados”. Se refería específicamente a los integrantes del Grupo Gente de Teatro[2] que desde su conformación se había propuesto integrar a Latinaomérica a través del teatro, utilizando los matices de las distintas procedencias de sus integrantes: diez personas, cuatro nacionalidades, como “factor unificador”. Durante una década trabajó en veintiséis espectáculos con el mismo grupo, lo que le permitió alcanzar condiciones óptimas para “conocer y valorar la capacidad creativa del actor y saber incitarlo a recorrer juntos un camino exploratorio”; en 1991, escribió CORALLINA para ser representada por cuatro fundadores: Gladys Pince, Héctor Manrique, Verónica Oddó y el propio autor: para ellos volvió escribir “por las ganas de trabajar juntos por el placer de estar juntos sobre el escenario”. Y también le asegura que son esos actores los más adecuados para sacar al personaje del mundo literario y, acentuando su carácter poético, colocarlo en un mundo material, hacer de él un cuerpo”.

Él mismo protagoniza junto a Verónica Oddó, EL SUEÑO Y LA VIGILIA (estrenada en el 2000 y publicada en 2002), son sus cuerpos los que encarnan a dos viejos actores (“todo lo relativo al teatro es corporal, escribir un texto también lo es”; su rol como director se conecta estrecha con la instancia primera (afirma que escribe “con una conciencia previa de una estructura de acción donde sabía todo lo que iba a ocurrir”)[3].

Alex Hernández resumió así los objetivos de la metodología de Gené: “aprender a hacer propias las acciones del personaje” para que pudieran “surgir los mundos internos de los actores” venidos de distintos países latinoamericanos, sus características[4] personales y sus culturas propias, sus manejos corporales y sus acentos.


MITO, UTOPÍA, MEMORIA E HISTORIA,

La dramaturgia de Gené registra el intercambio constante de mitos y utopía, intercambio que le da la posibilidad de suspender el tiempo profano en una memoria colectiva capaz de conservar lo ejemplar y no permitir la pérdida del contacto con el SER.

La utopía que amplía los límites de lo posible trasciende la historia y trae a un primer plano los arquetipos que constituyen los paradigmas[5] de todo acto humano significativo. La historia legitimada en el mito a partir de la memoria, en el ámbito colectivo (EL INGLÉS). Esclarecedor resulta el prólogo incluido en la edición discográfica de la obra en 1983 y del cual elijo este fragmento:

“ …como el de los hijos, el nacimiento de la Nación no se limita al alumbramiento, sino va transcurriendo a lo largo de un tiempo, el de su crecimiento, formación y concreción definitivos, frente a los peligros y las amenazas de los poderes e intereses que, a su vez, sienten amenazante la existencia misma de la Patria. Y este nacimiento, que seguimos viviendo todos los días tiene un protagonista: el pueblo. Ese pueblo incansable, invencible, construye la Nación con su lucha, muriendo y resucitando inevitablemente una y otra vez”.

El escritor alimenta su obra con sus fantasías y obsesiones”- afirmaba Gené. A partir de la lectura de sus obras creo que puede sostenerse que las suyas coinciden con las de muchos sudamericanos tironeados entre búsqueda y fracasos, anhelos y frustraciones, presencias y ausencias, recuerdos del pasado y realidades del presenta, memoria y olvido, amor a la tierra y exilio. Sudamericanos que para vivir libre deben pagar muchas veces, el alto precio del aislamiento, la partida, la locura o la muerte (CORALLINA)

Si bien el intertexto explícito que registra EL SUEÑO Y LA VIGILIA es Shakespeare, pueden percibirse allí los ecos de un Platón quien reconocía en el ser humano tres niveles, el instinto, la emoción y la razón. Qué mejor prueba de su existencia y su relación que esos dos actores, peregrinos sin Grial que rescatar, y a los que sólo da sentido el arte, el teatro.

RESPONSABILIDAD DEL DRAMATURGO.

En su libro, EL INFORME DE BRODECK, Philippe Claudel presentaba, entre otros, estos interrogantes: “¿Cómo retiene la memora de algunos lo que otros han olvidado o jamás visto? ¿Quién tiene razón, el que no se decide a arrojar a la oscuridad los momentos pasados, o quien arroja a la nada lo que no le interesa”?

Juan Carlos Gené optó por lo primero. Rescató y promocionó autores latinoamericanos, generó “una conciencia de integración latinoamericana en el teatro” (Alex Hernández), con sus propias obras colocó en la superficie y ante una colectividad heterogénea datos ocultados o soslayados, enviando un mensaje claro y preciso obre la necesidad de una memoria que reafirme los valores de la dignidad y la esperanza, pero dejando el necesario espacio para el receptor saque sus propias conclusiones.




AÑO V, n° 219.

pzayaslima@gmail.com


[1] La dictadura militar prohibió su representación en 1976. Sólo se volvió a montar con el regreso de la democracia.

[2] EL Grupo Actoral 80 conducido y cofundado por Gené en Caracas, trabajó entre 1980 y 1983 con actores bolivianos, chilenos, argentinos y venezolanos. Después del regreso de nuestro dramaturgo al país, la dirección quedó en manos de Héctor Manrique. En 2017 dicho grupo fue desalojado arbitrariamente de su sede por orden del gobierno venezolano manejado por Nicolás Maduro, otro claro ejemplo del autoritarismo vigente en dicho Estado. El material escenográfico y el vestuario fueron resguardados en las casas de los distintos miembros de la agrupación.

[3] Las citas han sido tomadas de la entrevista de Alejandro Cruz citada en las notas del blog anterior. 

[4]. Hernández es autor de la tesis doctoral “El Grupo Actoral 80 del CELCIT de Venezuela: Una alternativa para la formación de una conciencia de integración latinoamericana en el teatro?”. Parte de dicha tesis apareció en un artículo de similar título en la revista LATR, Vol. 21, n° 2, Spring 1988, del cual tomamos estas citas (p. 60).

[5] Arquetipos entendidos como conjunto de creencias, de los valores reconocidos y de los términos que son comunes a los miembros de un grupo dado.

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