De regreso de un viaje por algunas zonas de la Patagonia, los monumentos, documentos y relatos recogidos me han hecho reflexionar sobre nuestro teatro histórico. Resulta indiscutible su antigua tradición y su frondosa producción por más de tres siglos, y resulta sencillo comprobarlo, al consultar en bibliotecas y archivos la lista de textos inéditos, obras publicadas y puestas en escena realizadas en Buenos Aires (ámbito en el que realizo mis investigaciones) y en el resto de las provincias (de acuerdo con algunos datos recogidos).
Dichas listas son reveladoras de cuáles fueron los hechos y quiénes los personajes que despertaron el interés de los dramaturgos a la hora de escribirlas y de los directores al representarlas, al tiempo que sus reestrenos nos iluminan sobre los gustos e ideas de los diferentes públicos. La conquista y colonización, la época rosista, las luchas entre unitarios y federales, la dictadura militar, y el peronismo en sus diferentes etapas son los temas preferidos. Pedro de Mendoza, Belgrano, San Martín, Rosas, Lavalle, Dorrego, Evita, Perón, sólo algunos de los protagonistas más revisitados.
En momentos en los que desde el campo de la escena se proclama la necesidad de un teatro “nacional y popular” (aunque en la práctica la mayoría de los “principales” teatros apuestan por un repertorio extranjero) me permito sugerir algunos temas puntuales que darían nueva luz a distintos aspectos de nuestra historia.
Un nuevo enfoque lo propone una visita al Fortín Mercedes y el Museo Regional y Misionero a orillas del Río Colorado donde comienza la Patagonia Argentina, porque permite reflexionar desde el siglo XXI no sólo sobre las polémicas categorías “civilización” y “barbarie”, sino sobre religión y cultura, y los efectos sociales e identitarios generados por la presencia de los salesianos.
Carmen de Patagones ofrece un material incalculable sobre la Campaña al Desierto orquestada por Rosas y su distribución de las tierras, cuál fue el papel desempeñado por los diferentes caciques, los contactos y la convivencia entre indios y cristianos, la inmigración italiana, o el drama de los maragatos, obligados vivir en cuevas cavadas por ellos mismos al ser desamparados por quienes promovieron su salida de España.
El Barrio del Tambor no reenvía al problema de la negritud, tantas veces negada u ocultada. La esclavitud, la servidumbre, la adaptación y el proceso de blanquemiento. Ver y sentir propio de la historia (Le Goff) lo es también del teatro no suponen una mirada nostálgica sino una reflexión sobre lo que hoy continúa pasando; ese antiguo espacio de Carmen de Patagones se erige en un símbolo de un presente en que el mundo africano de las nuevas migraciones aparece escamoteado o edulcorado (pienso en los caboverdianos en Buenos Aires, por ejemplo).
Todos estos temas pueden ser el punto de partida de los llamados “pageant dramas” que ambiciosamente buscan dejar registro de momentos y situaciones de una determinada colectividad.
San Antonio Oeste brinda una historia de vida capaz de originar dramas de personaje. La vida de Guido Jacobacci, ese ingeniero turinés que llega a esta ciudad en 1908 para la construcción del ferrocarril y debe luchar contra una naturaleza inhóspita, la burocracia oficial que incumple los contratos, la amenaza de enfermedades, el drama de la tuberculosis, y la guerra mundial que le impone una doble migración. Su Casa Museo conserva testimonios escritos e iconográficos.
En Viedma (Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Instituto San Juan Bosco) se encuentran los restos de Artémides Zatti (Don Zatti), enfermero italiano que emigrara a la Argentina en 1897. Este hermano coadjutor salesiano, trabajó casi medio siglo no sólo en el hospital, sino visitando y cuidando enfermos en toda la Patagonia. Apasionado por la humanidad, se trasladaba en bicicleta o a pie por caminos no siempre transitables, cargaba enfermos sobre sus hombros, les cedía su lecho cuando todas las camas estaban ocupadas, no hacía diferencias entre cristianos, musulmanes y judíos; o desafiaba el poder político atendiendo a anarquistas. Investigadores como Blanco Amores de Casadevall e historiadores como Castagnino y Berenguer Carisomo publicaron trabajos sobre los temas abordados en diferentes momentos por el teatro nacional. Posteriormente continué esa línea en dos de mis libros: Relevamiento del teatro argentino y El universo mítico de los argentinos en escena. Mi interés ahora es proponer dirigir una nueva mirada sobre la Patagonia (en su momento lo hicieron dramaturgos como Alejandro Finzi y Hugo Saccoccia), su historia, sus conflictos y sus protagonistas. Sin duda, ello contribuirá a enfocar un tema íntimamente relacionado con ese interés por lo popular y lo nacional como lo es la relación civilización-barbarie.
Año IV n° 208.
pzayaslima@gmail.com
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