Que una compañía de danza participe de los festejos del Día del Teatro Latinoamericano, resulta auspicioso y significativo en momentos en que los límites entre danza y teatro resultan claramente permeables. Específicamente con este espectáculo también se transmite una mirada integradora de lo antiguo desde lo actual y de lo japonés con lo universal.
La lista de las palabras clave que la directora incluye en el Programa de mano, incluye términos japoneses y occidentales que involucran a la danza con la música, la filosofía, la religión, lo ancestral, lo cotidiano y lo simbólico. El espectáculo combina sintoísmo y tao, sinogramas y caligrafía japonesa, una confluencia del arte y la disciplina, y un tratamiento del cuerpo en su totalidad como instrumento de escritura.
La cita del teatro Noh es omnipresente: desde la estructura que incluye música, danza y recitado (en este caso textos en off en diferentes idiomas cuya declamación expresiva es ya música vocal) hasta la inclusión de los tres tambores con funcionalidad rítmica y el formalismo estilizado del vestuario, pasando por desplazamientos que citan al samurái. Las distintas secuencias a través de un diálogo entre la danza contemporánea y los lenguajes tradiciones apuntan precisamente a revelar a través de imágenes cinéticas, rítmicas y plásticas distintas instancias.
La relación directa con la emoción (la niña que aparece protegida por los brazos de una joven mujer dentro de un único kimono) no invalida la relación directa con lo racional (movimientos geométricos de los cuerpos de distintas parejas de varones y mujeres) o lo mítico (secuencia de la manzana en la que participan todos los integrantes de la compañía).
La elección del vestuario a cargo de Nam Tanoshii es clave, no sólo porque combina audazmente tiempos y culturas diferentes, sino porque optimiza el uso del kimono y lo otorga nuevos significados y funciones. No es sólo aquello que se lleva puesto, o representativo del Japón antiguo, sino que retoma los valores simbólicos del teatro clásico japonés a partir de los colores de las telas y el diseño elegido y aumentar de tamaño real de los bailarines, como así también el despojo de varios kimonos superpuestos. El espacio cuadrado despojado (sólo la presencia efímera de una mesa rectangular que operará colocada en vertical como parte de un muro y una alfombra/tatami que terminará doblada contra un lateral) le permiten combinar estilos de danza y desarrollar un esquema sustentado en cambios de dinámica, la focalización en el ritmo , y una optimización del espacio.
Teresa Duggan vuelve a revelar su pasión por la danza y la creatividad y se incorpora a una selecta lista de coreógrafos que fueron capaces de percibir cuáles con las posibilidades y los límites de un espectáculo intercultural y como hacer familiares algunas concepciones y explicaciones del mundo que en el mundo japonés se encuentran configuradas de tal modo que nos resultan de difícil comprensión. E inteligentemente descubre y selecciona aquellas que más allá de la perspectiva racional son capaces de generar una representación estimulante y verdaderamente artística. Lenguaje, gestos, nociones, vestuario, técnica, entrenamiento están puestos al servicio de generar cuerpos y miradas libres en espacio y tiempo y reformular conceptos como los de “tradición”, “danza”, “teatro”, “oriente” y “occidente”.
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Año IV, n° 197
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Muchas gracias por el comentario acerca de Ma Ma La Lá, es muy preciso, y enriquece a la obra. Laura
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