En estos últimos años las propuestas en el campo de la danza contemporánea alcanzaron un amplio grado de diversificación. Si nos ceñimos a lo que sucede fuera de la órbita oficial, distintos grupos –muchos de ellos, estables- proponen una enriquecedora alianza con el flamenco (varios de estos espectáculos han sido comentados en el blog), con ritos ancestrales, con el tango, con ritmos murgueros, y con la propia danza clásica (como parodia, o como cita homenaje).
El mundo femenino acapara gran parte de las temáticas elegidas: la mujer y la identidad, la mujer y la violencia cotidiana, la mujer en la sociedad de consumo, la mujer que elige la danza para expresarse, la posibilidad de una identidad de género o su mutabilidad. Lo autobiográfico y la autorreferencialidad. Y varios son también los espacios elegidos, escenarios teatrales, tablados, salas de centros culturales, y todo tipo de lugares alternativos.
Hasta Trilce es uno de los espacios que cuenta Buenos Aires en los que se ofrecen obras que aúnan calidad y originalidad. Como una niebla, de Andrea Cervera (2012) pertenece a esta categoría. Estrenado en el marco del Ciclo Escena en Diálogo se encuadra dentro de la línea de las propuestas autobiográficas, al muestra el proceso de supervivencia de su creadora luego de un accidente automovilístico sufrido en el 2005 y resume los meses de recuperación a través “un espacio imaginario donde se expresa el límite del cuerpo y la nostalgia del movimiento”. De allí que la música lo visual y la kinética sean los recursos para revelar lo que no podía comunicar a través de la palabra (sueños, emociones, anhelos), de allí a la manera de un leit motiv, el movimiento de los pies. La propuesta refleja la necesidad por parte de su creadora de explicar y de explicarse a sí misma.
Mujer, ritual y regionalismo se aúna en El eco del silencio (2014) ofrecida en el Centro Cultural Borges. Liliana Toccaceli apela a un entramado de lenguajes escénicos (movimiento, dramaturgia, música, vestuario, iluminación) como elementos que le permiten concretar su lectura de lo por la autora vivenciado en la Puna Jujeña. La celebración del Carnaval y las ofrendas a la Pachamama es el punto de partida para reconstruir desde la mirada de una “mujer moderna y citadina”- así ella se define- la femineidad, la sensualidad, la maternidad, el trabajo, lo instintivo que aflora en el vaivén control/descontrol. La recreación de los rituales del Carnaval (su música, sus lugares mágicos, su danza le permite asimismo abordar el mundo cotidiano desde lo estético, lo dramático y lo cultural. Privilegia lo emocional y lo expresivo lo que se manifiesta en la performance de la intérprete Paloma Macchione quien permitió que los espectadores pudieran también oír “el eco de la Puna”. Toccaceli completa su formación en danza clásica y danza contemporánea con profundos conocimientos del folklore del NOA, lo que le permitió soslayar todo tipo de estereotipos en su composición coreográfica.
El rito, lo mágico y lo sagrado se integran en La madeja de Moebius (2018), de Teresa Duggan estrenado en el CELCIT. En este caso se apela a a los ritos universales de pasaje para mostrar “un mapa cósmico que conecta Uno con el Universo”. No hay regionalismo ni color local, sino figuras arquetípicas femeninas y su relación con las fases lunares: a lo largo de de las escenas ordenadas por el I Ching, los cuerpos transitan las siete direcciones chamánicas y en encarnan las estaciones del año. Su creadora así lo describe: Primavera (Doncella, Luna creciente), Verano (Madre, Luna llena), Otoño Chamana, Luna menguante), Invierno (Anciana, Luna negra). En el espectáculo cobran especial importancia la relación de los cuerpos con los objetos y la apelación a los elementos simbólicos; de allí la referencia a la acción de tejer, ligada a la creación y a la vida y relacionada con fines mágicos y religiosos, tal como lo señala el clásico ensayo de M. Mertens Stienón L´Occultisme du Zodiaque.
La autorreferencialidad es utilizada en Lo que no querés ver como medio de explorar el mundo de la danza profesional y los efectos que se advierten en quienes la eligen como medio de vida y de expresión personal. La coreógrafa (y también una de las intérpretes) Victoria Mazari aprovecha su trayectoria en el campo de la danza clásica, la danza contemporánea, el teatro danza, su participación en competiciones y giras internacionales para cuestionar “las obsesiones, las exigencias, los complejos, los temores y en cierto grado la violencia física y psicológica que suele estar presente en algunos estudios y ámbitos”; para dilucidar hasta qué punto es posible conciliar la felicidad que genera el hecho de bailar con la vigencia de rígidas estructuras académicas y culturales. Ocho intérpretes (otra vez este término aparece en la ficha técnica reemplazando a “bailarinas”) aparecen con vestuarios de entrenamiento y generan desplazamientos otorgan que un profundo grado de homogeneidad para revelar el esfuerzo y la obsesión por la perfección que todas ellas comparten. Como en otros espectáculos de la “Compañía Danseur” dirigida por Mazari conviven diferentes técnicas y lenguajes artísticos.
Liliana Tasso es otra de las figuras que a lo largo de varios años tiende a conectar a la danza contemporánea con el teatro, la plástica, el mimo y el clown. La danza contemporánea le interesa porque “se trabaja con lo que propone el cuerpo del bailarín” porque tal como lo propone Trisha Brown más que de coreografía hay que hablar de movimiento, de energías y dejar de lado convenciones obsoletas. (“Vivir el movimiento”, entrevista de Silvia Oleksikiw, Serpiente Amarilla, Año 2, n° 7). En su desafío por descentralizar la cultura, abrir nuevos espacios y generar nuevos públicos, Tasso, también psicóloga, ha experimentado desde Arrastra un cuerpo sonoro[1] (espectáculo citado en el número anterior) con las nuevas tecnologías. Indaga sobre la relación cuerpo-espacio y espacio real-espacio virtual o ciberespacio. Ella describe su obra en los siguientes términos
El movimiento como creador, como sonido, como sujeto. Dos escenas simultáneas en diferentes espacios escénicos. Las separan varios kilometros. Las conecta una cámara web. Unos miran otros son mirados. En el espacio, un cuerpo produce sonidos con su movimiento; el sonido crea voces; las voces, palabras; las palabras se hacen imagen humana. La imagen es real en el espacio B. Alguien habla de la obra. Alguien no entiende, alguien a través la cámara irrumpe en el espacio A y pregunta. Alguien quizás le conteste... Una voz que se corporiza en una pantalla y se vuelve argumento. En el espacio A, la obra indaga la relación cuerpo-espacio, una relación potencial de caricia o de fricción, de fusión o de diferenciación, de juego o de dominación. El sonido producido por el cuerpo de la intérprete sobre las superficies de contacto es captado, amplificado y procesado en vivo por un artista sonoro. La piel, con sus dos bordes, limita el adentro y recorta el objeto externo. En la superficie compartida, indiferenciada, nacen voces, tonos emocionales El movimiento se hace sonido, el sonido se hace palabra, la palabra hace sujetos. El movimiento es creador; la palabra, su fantasma. En el espacio B, un crítico de arte le comenta a la concurrencia cuestiones teóricas que se observan en la obra. Hace referencia al postmodernismo pero observado desde el paradigma de la complejidad, marco teórico que por otro lado se vivencia en la obra y en su estructuración espacio temporal.
Vemos entonces cómo lo metateatral no sólo opera como guía de lectura para los críticos fuera de la performance sino que forma parte de la misma ofrecida al espectador. Integra así un tipo de recepción particularmente activa en la que conviven la percepción inmediata y directa de las imágenes visuales y sonoras ofrecidas, y el pensamiento racional y reflexivo provocado por la palabra.
En los últimos años el equipo de Investigación en Tecnología Aplicada a la Danza ha generado ámbitos propicios para la investigación, experimentación y creación en torno a las artes escénicas mediadas por las tecnologías multimediales interactivas y lograr una alianza creativa entre el performer y el uso de la tecnología para producir una escena /instalación performática/puesta visual. Pareciera que estas investigaciones lideradas por Aníbal Zorrilla (músico) y Leticia Miramontes (bailarina) serán rápidamente incorporadas por quienes proponen nuevos espectáculos.
www.goenescena.blogspot.com.ar
Año III, n° 154.
pzayaslima@gmail.com.
[1] Idea y dirección: Liliana Tasso. Performer:
Liliana Tasso. Artista sonoro: Fabian Kesler. Multimedia: Marcelo Eschoyez.
Iluminación: Miguel Solowej. Critica en vivo: Cecilia Cipolloni. Voz en escena:
Pablo Etchebaster
No hay comentarios.:
Publicar un comentario