Editado en el 2017 en Rosario, provincia de Santa Fe, por Homo Sapiens Ediciones, este libro sólo en estos días ha llegado a mis manos a través del envío personal del editor Oscar López (Nueva Generación). No está en las librerías de Buenos Aires y pongo en duda en que lo esté en la citada provincia, lo que vuelve a poner en evidencia los problemas que los investigadores teatrales suelen tener con la distribución y la difusión de sus trabajos, hecho que se agudiza cuando se trata de textos producidos fuera de la capital.
En este caso puntual lo grave es que se trata de un producto de inusual calidad y relevancia para quienes están interesados en el género grotesco/grotesco criollo, en la figura de Armando Discépolo, en el sistema actancial, el análisis del discurso y otros enfoques aplicados al análisis de textos dramáticos y en los estudios culturales.
A lo largo de 274 páginas la Lic. Graciela Infante propone, a partir de una revisión de las investigaciones realizadas sobre el grotesco, el grotesco criollo y Armando Discépolo, la intertextualidad, la productividad y la transdiscursividad (Introducción), dos ejes estructuradores: “La ubicación del grotesco criollo en una periodización del teatro argentino” (Primera Parte) y el análisis de cinco grotescos reunidos bajo el título “El sufrimiento sin voz del fracaso de un tiempo” (Segunda Parte).
Los principales temas que desarrolla en la primera parte se refiere a los contextos y períodos que explican la génesis del grotesco criollo y la ubicación de éste en la historia del teatro argentino, y finaliza con un rastreo histórico del concepto “grotesco criollo”, historización que abarca desde 1934 a 2010.
El análisis de las obras es realizado desde el campo de la literatura y entre los teóricos que sustentan su punto de partida aparecen Roland Barthes, Cesare Segre, Umberto Eco y Marc Angenot. Si bien se focaliza en el texto dramático considera “que debemos tomar nota de la referencia histórica y social en la que los discursos adquieren su verdadera dimensión, incorporando conceptos y nociones de otros campos disciplinares” (p. 21). Idénticos pasos se siguen a la hora de analizar Mateo, El organito, Stéfano, Cremona y Relojero: dramaturgia, intriga, personaje, tiempo y espacio, principios estructurales, texto dramático y discurso teatral, temas y apuestas del diálogo, estrategia de información pistas para reflexionar y comparar. Precisamente este último paso revela los alcances de su personal lectura y profundas reflexiones. Basta como ejemplo la relación que establece entre los diálogos de Relojero con algunos textos del sociólogo Zygmunt Bauman (p. 198-199). Las conclusiones no sólo rescatan y sintetizan el proceso de investigación seguido en el que el texto teatral aparece “como la punta del iceberg, de la interacción cultural en la que se unen la práctica enunciativa del autor, el mundo externo al texto y el interno, el nivel colectivo y el individual, los sujetos y el mismo entramado social” (p. 217), sino que expone las catorce características que según la autora otorgan especificidad a la obra de Discépolo y ofrece un inteligente gráfico de elaboración propia en el que señala las características específicas del grotesco criollo.
El volumen se cierra con una extensa bibliografía general consultada en Buenos Aires que incluye libros, artículos, avisos y críticas de las presentaciones y páginas web, y un Anexo “Revisión de los diarios La Nación y La prensa en la época de los estrenos de los cinco grotescos criollos de Don Armando Discépolo” a partir de su trabajo en Hemerotecas y bibliotecas de Rosario.
El prólogo de Carlos Fos “El teatro de la inmigración, una mirada histórica y de análisis que huye del simplismo”, ofrece al lector una interesante y enriquecedora propuesta: en un juego de cajas chinas (o de muñecas rusas) podemos “mirar” como el prologuista lee a Infante quien, a su vez ha leído a Discépolo…
Resulta auspicioso el anuncio de un segundo tomo en el que mostrará “como el grotesco criollo aún permanece en huellas a veces muy visibles y otras totalmente sutiles, enmarañadas en sus temáticas, en su dolor, en su voz que habla por aquellos que perdieron la capacidad de hacerlo” (Agradecimientos).
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Año III, n° 124.
pzayaslima@gmail.com
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