jueves, 26 de mayo de 2016

MONO GRAFÍAS de artistas argentinos (1932-1938l), un nuevo libro de Perla Zayas de Lima y Santiago Lima *

Este libro reúne material inédito producido por  personalidades del quehacer artístico como Juan  Carlos  Castagnino,  Mané  Bernardo, Germen Gelpi, MarioVanarelli y  Antonio  Sassone, entre mucho otros, cuando eran estudiantes de la  Escuela Superior de  Bellas Artes  “Ernesto de la  Cárcova”.  Los artículos incluidos en esta compilación, además de aportar reflexiones estimulantes, permiten una nueva aproximación al conflictivo momento en el que fueron compuestos, al tiempo que completan la mirada que la crítica realizara sobre los más variados productos  artísticos y los posibles marcos teóricos para encarar un análisis adecuado sobre ellos. Estas monografías son un claro ejemplo de la “socialidad de los textos”, entendido esto en el sentido que le otorga Régine Robin. En ellas quedan huellas de lo que  entonces se pensaba sobre  la función del arte, la relación entre arte culto y arte popular o cómo se entendía la interrelación de las artes, o las distintas respuestas acerca de la función del artista, y, en su conjunto, revelan por dónde circulaba el discurso crítico, quiénes integraban el canon y quiénes comenzaban a ser conocidos, cuáles eran los temas polémicos, y en algunos escritos  (por ejemplo, los de  Antonio Sassone) se verifica cómo, en la mente de los artistas se había instalado el problema sobre la legitimidad de una interrelación de las artes frente a la absoluta especificidad de cada una. También en estas páginas se pueden encontrar la crítica impresionista basada  en la mirada individual de un pintor que mira a otro (un ejemplo límite podría ser  el extenso poema a Miguel Ángel  compuesto por el citado Sassone el  28 de noviembre de 1935 y que puede consultarse en el volumen correspondiente a dicho año); pero también  una serie de reflexiones sobre la utilidad y funciones de la crítica de arte,  la oposición entre humorismo  y bufonada, ironía y vulgaridad, la misión del artista y su vocación, el sentido del arte moderno,  y el peso de las “influencias”, entre muchos otros temas.

Asimismo, estas monografías de presentación obligatoria para  la aprobación de la materia, reinstalan el debate sobre arte y moral a partir de las ideas de Bergson  y la función social del arte polemizando con los textos de Croce, Smiles  y Reinach. Se analiza a Kant, se discute sobre  la posibilidad de una crítica objetiva o de la universalidad del arte y se comentan las ideas de Ortega y Gasset. Abundan, asimismo, las reflexiones sobre el papel y la trascendencia del cubismo;  sobre la función  de la línea, la forma,  el color y la composición, basándose – para estos temas- en textos franceses de autores como Francois Lehel y Jean de Bosschere, entre otros. Los artistas coinciden, en general, en la fe en el progreso, en la importancia del arte en la conformación de los pueblos y su papel en el devenir de la historia y el progreso de las sociedades; resulta en este sentido muy significativo la escritura con mayúscula de los vocablos Arte, Cultura, Historia.

Los trabajos seleccionados cubren ocho áreas: ARTISTAS NACIONALES, LA CRÍTICA. LAS EXPOSICIONES Y SALONES, ARTE NACIONAL, CINE Y TEATRO, ESCULTURA Y ARQUITECTURA, PINTURA, OTROS TEMAS DE ESTÉTICA, y ARTE Y SOCIEDAD.

En el  Capítulo I se tratan diversos temas relacionados con la presencia y el valor de  los “artistas nacionales” y cuyos autores tendrán un significativo peso en nuestro campo artístico. Tal es el caso de  Germen Gelpi para quién lo nacional debía constituir una instancia insoslayable de reflexión. Resulta significativa la libertad que el profesor Prins da a sus alumnos para que analicen y evalúen la producción de artistas argentinos contemporáneos. En esos trabajos pueden leerse las opiniones sobre pintores, escultores, orfebres como  Figari,  Fader, Fioravanti,  Arce, Pellegrini, Pueyrredón,  e Irurtia, entre otros.

El capítulo II reúne distintas miradas sobre la crítica, desde las cualidades que debe reunir quién la ejerce (Otero Lamas), el rol del artista como crítico (Sassone, Bernardo), la sensibilidad, el buen sentido y el buen gusto (Bernardo, Chizzolini D.) y la paradoja del artista que reniega de la crítica, pero él mismo la ejerce sobre sus colegas (Chizzolini D); la crítica y su  relación con la investigación y la mirada histórica  (Palomar). Debemos destacar que en ese entonces,  tema del gusto (el buen gusto, el gusto dominante, los árbitros del gusto)  seguía vigente distintos campos artísticos  instalado como un tópico habitual desde el siglo XVIII  por el ensayo XXII de Hume “Of the Standard of Taste”, y luego por el clásico texto de Shücking aparecido en Alemania en 1931 (posteriormente  publicado en español en 1950 con el título El gusto literario).

La diversidad de puntos de vista se pone de manifiesto, especialmente, en las monografías reunidas en el  Capítulo III. A lo largo de la década del ´30 fue intensa, rica e indefinida la discusión acerca de la nacionalidad y la concepción del ser nacional. La década del ´20, representada por la afluencia inmigratoria, el movimiento demográfico interno y la puesta en marcha de diversas instituciones orientadas a consolidar la historia (mitos fundacionales) y los símbolos oficiales, no podía generar motivaciones diferentes en la década posterior. El mundo del arte no iba a mantenerse al margen de esta polémica.

De los extractos de la monografía aquí mencionadas pueden reconocerse el interés en el binomio, a veces presentados con una dinámica interior antagónica y otras veces como complementaria, lo local y lo universal. Sin dudas, ponerse en contraste con el otro es una buena estrategia para definirse uno, sin embargo en este capítulo hemos visto diferentes posiciones. Nosotros, para los fines analíticos, hemos definido tres posiciones conceptuales. Debemos aclarar que algunos artistas pueden sostener más de una posición.

En una primera posición podemos agrupar las aseveraciones de Tejeiro, Narbondo, La Rosa, Vidal, de la Plaza, Fernández y Silva (1935).  Estos artistas sostienen, en términos generales, que lo nacional radica en el contenido de sus obras, en presentar imágenes del mundo que rodea al artista, de las costumbres, los ideales, sentimientos y pasiones de su pueblo, así como también las formas y colores de su topografía. La historia de una nación se puede extraer fácilmente de las obras de arte produce. Denuncia a los artistas que imitan las obras del Viejo Continente de no permitir salirse de la academia y ver su propia sociedad. Sin embargo, como ya mencionamos, sostienen que la técnica, en gran medida producto de las escuelas y tendencias europeas, no alteran el carácter nacional. El ser nacional, como la técnica, es concebido también como una construcción entre la herencia europea y las experiencias en el terruño en el encuentro entre diversas culturas (los autores usan el concepto de razas). Sin embargo, dentro de este grupo de artistas se genera una polémica acerca de los símbolos sobre los que se construye la nacionalidad. Unos consideran artificial la construcción que se hace de la nacionalidad en torno la figura del indio y el gaucho, mientras que otros consideran que estas figuras son las que hay que recuperar del olvido, dado que éstas son las que representan lo particularmente nuestro.

En una segunda posición podemos agrupar las aseveraciones de Castagna, Gelpi, González y Bruzzone, quienes sostienen, en términos generales, que el contenido de las obras no define la nacionalidad y que es preciso desarrollar una técnica propia para desarrollar un Arte Nacional. Naciones maduras han podido desarrollar un Arte Nacional, mientras que las naciones jóvenes pretenden desarrollar una técnica propia a la vez que no se animan a soltar la mano de Europa. Empero, no desconocen la importancia de la producción local, sino que valoran como fundamentales y con rasgos de particularidad (valor relevante para sobresalir dentro del campo artístico estandarizado y monótono) a las obras producidas por los artistas de este país, a la vez que celebran el florecimiento de espacio de formación artística con docentes nacionales de gran prestigio internacional.

Las aseveraciones de Silva (1932), Copello, Veroni, Palomar, Pastor coinciden en negar la existencia de un Arte Nacional. Muchos de quienes adhieren a esta tercera posición consideran que el arte nacional pudo haber existido en el pasado, cuando los centros intelectuales y de producción artística eran más reducidos y las comunicaciones e intercambios entre pueblos eran escasas. Hoy la Argentina, como todas las naciones modernas, ha sufrido y sufre múltiples contactos, asimilaciones e intercambios con otras culturas y han influido y se ha dejado influir por diversas formas y manifestaciones estéticas. También hay artistas que sostiene que el Arte Nacional no existe porque es Arte es esencialmente Universal. El origen del artista, los motivos o el lenguaje de la obra no definen la nacionalidad de la obra, sino su espíritu y éste es universal. Es importante destacar que artista que sustentan esta tercera posición parecieran desarrollar unas tempranas disquisiciones sobre la globalización y sus efectos sobre las naciones cuando señalan que las fronteras de lo nacional se diluyen frente a la expansión de una cultura y un arte occidental, investido como Universal.
Para quienes investigan hoy la interrelación de artes, los capítulos IV y V revisten especial interés. El que se refiere al  cine y al teatro analiza el poder de las imágenes en los dibujos animados  (Veroni, Navarro Clark), la importancia del ritmo en las producciones cinematográficas (Chiesa, Hidalgo), las diferencias entre ambas artes y el papel de la escenografía (Vanarelli, Gelpi) y el vestuario (Chiesa).  En este punto especial   Mario  vanarelli   reflexiona sobre las relaciones conflictivas pero enriquecedoras entre el teatro y ese séptimo arte que se impone masivamente. En el V  se relaciona escultura y arquitectura /González Pondal), algunos trabajos plantean el camino de  llegar por la forma a la idea (Sassone, Narbondo), en otros se analizan  obras concretas (Gargiulo, Galloni), los monumentos y el espacio público (Chizzolini), o se reflexiona sobre  la arquitectura en función de la vida  (Palomar, Alles Monasterio, Hidalgo, Arrigutti).

Uno de los capítulos más extensos es el VI ya que un gran número de alumnos  que se especializaron en Pintura optaron por referirse, desde distintos ángulos, a esta manifestación artística: problemas técnicos como el color, el dibujo los fenómenos ópticos y los motivos; temas relacionados con la sicología del artista, en especial lo que implica ser un pintor;  y enfoques históricos que analizan distintas corrientes y escuelas pictóricas, especialmente europeas.

Las perspectivas de quienes pertenecen a la carrera de escenografía, de pintura y de escultura confluyen en el  Capítulo VII para reflexionar sobre la relación entre el arte y la vida del pintor (Gelpi, Chiesa), sobre la función del color y los  fenómenos ópticos de interés pictórico (Baldini,Bernardo, Labate), las principales corrientes pictóricas  (Chizzolini D., Sassone, Castagna, Martínez  Ferrer, Baldini, Veroni), la relación entre pintura escultura y  arquitectura (Bruzzone).

Las monografías incluidas en el Capítulo VIII se  focalizan en distintos temas  relacionados con la estética: la esencia del arte ( Castagnino, Sassone, Veroni), el papel de la técnica (Silva, Gelpi, Chiessa), la belleza y la forma (Bernardo), la importancia del espíritu  en la producción de la obra de  arte (Martínez  Ferrer) y en su recepción (Bruzzone), la ética y la estética (Narbondo, Aschero), el artista (Lammertyn, Pastor), el estilo (Ianantuoni). En casi ningún caso se plantea la autonomía del ámbito estético y en tocos aparece o se alude, en mayor o menor grado, a una  descripción de la experiencia del creador y/o del receptor, al tiempo que aparecen ecos de interpretaciones filosóficas canónicas: el arte como mímesis el arte como expresión o el arte como revelación metafísica. En muchos de estos trabajos se abordan cuestiones  que fueron  caras a Platón como los límites entre el arte y la experiencia, el arte y la ciencia y el arte y la naturaleza, como así también el concepto  de  “regla”, que desde el  Renacimiento adquiere otras dimensiones,  varias problemáticas que siguen vigentes en la investigación estética actual.

En esta década que estudiamos observamos la vigencia del precepto del carácter de inutilidad, moral y práctica, del arte, dejando como su única finalidad el goce y el deleite. El hecho artístico se mantiene autónomo del hecho social o, al menos, accesorio y decorativo de la producción social: los objetos pueden ser bellos, pero su utilidad radica únicamente en el objeto, no es su carácter estético.No obstante, observamos que en simultáneo se desarrollan con fuerza ideas que sostiene que existe una interrelación entre el arte y la sociedad. Algunos de estos artistas sostienen que el arte se sirve de las cuestiones materiales e inmateriales que pueden ser percibidas en el mundo que lo rodea. Cada expresión artística es un discurso estetizado sobre el mundo, de un tiempo y espacio específico. Sin embargo imagen del mundo capturada por el artista es producto de una construcción colectiva, social, de la realidad. A la vez, el arte permite una comprensión del mundo desde una sensibilidad única, permitiéndonos también la posibilidad de transformarlo.

Sin embargo, mientras algunos señalan el valor pedagógico del arte, otros se muestran preocupados por los ejercicios de manipulación política que sufre ésta. A la vez, así como el arte puede ser concebido como la expresión del pueblo canalizado en la producción del artista, también puede ser herramienta política para adoctrinamiento de las masas. Los artistas que sostienen esta última posición hacen un llamado de atención sobre como la modernidad produce obras de arte y artistas en masa, de forma seriada, produciendo el deterioro de la estilización y la potencia creativa.Estas son ideas de gran importancia para la época y siguen, aún hoy, estando en el centro de las discusiones sobre el arte, la estética y la comunicación social.

Consideramos que esos trabajos son especialmente útiles a quienes desde el punto de vista histórico desean comprender y analizar lo producido en la década del treinta en el campo del arte y, puntualmente, de la escenografía. Por ello el libro incluye una enumeración completa de los temas   que aparecen desarrollados en la totalidad de los volúmenes.



*Se pueden retirar, gratuitamente, ejemplares con carácter institucional. Escribir a la casilla santiago_zl@yahoo.com.ar

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