Editado en Buenos Aires por Eudeba, el libro ofrece un amplio y documentado panorama sobre el origen, los propósitos, lo realizado y el legado de este grupo rosarino que trascendió los límites provinciales y vinculado con el Instituto di Tella supo mostrar los alcances de un trabajo serio y al mismo tiempo arriesgado en el campo experimental. En 1983, en el Relevamiento del Teatro Argentino (capítulo dedicado precisamente al teatro experimental) ya me había referido a la fundación del TIM, su repertorio, a su declaración de principios, a la importancia que tuvo por haber encarado “una investigación permanente de las formas constituyendo cada espectáculo suyo la aplicación concreta de las experiencias realizadas” (Zayas de Lima, op.cit, p. 165), como así también un comentario sobre Cuarto de Espejos y Molto Vivace, guionadas y dirigidas por Carlos Mathus al frente del TIM en la temporada 1967 del Di Tella, El jardín de las delicias II exhibido en el Festival de Nancy, 1971 y, al año siguiente, La lección de anatomía (id., pp. 172-174).
Tres décadas después, esta publicación de Ana María Rozzi de Bergel viene a completar aquel trabajo, y a lo largo de más de trescientas páginas da cuenta exhaustiva de la actividad en la sala Tim en todos los campos artísticos (producción dramática y literaria, danza, pantomima, cine televisión, espectáculos contratados, y hasta publicidad) apoyada en documentación probatoria -fotos y programas, algunos de los cuales aparecen incluidos en el libro- , en su participación como actriz en dicho grupo y en numerosas entrevistas personales. La riqueza de este libro radica en que no sólo enumera y comenta los trabajos del TIM sino que explica “su posición frente a los demás teatros independientes” (p. 53) en las dos etapas – determinadas tanto por un cambio temporal y de locación geográfica, como por el estilo- que la autora reconoce y analiza en las distintas partes que estructuran el libro. Los títulos de las mismas resultan orientadores para su lectura: “En busca de un camino” (Primera parte), “Toma de posición” (Segunda parte), “La actividad en la sala TIM” (Tercera parte), y “Refundación, éxodo y fin” (Cuarta Parte).
Los últimos tres capítulos resultan insoslayables a la hora de completar una historia del teatro argentino del siglo XX. “Después del Di Tella”, porque revela los resultados de los cursos implementados por Carlos Mathus y Ariel Blanco, y lo que implicó la participación en el VIII Festival de Nancy. “El gran salto” porque analiza desde adentro y pormenorizadamente el éxito de La lección de anatomía. Y “El legado”, porque instala el interrogante sobre las causas de la exclusión del TIM en la casi totalidad de las historias del teatro argentino. A ello no puedo dar respuesta, ya que a pesar de mi texto de 1983 y las dos páginas dedicadas a Carlos Mathus en mi Diccionario de de Directores y Escenógrafos del Teatro Argentino en 1990, el citado grupo rosarino fue soslayado tanto en libros como en ponencias presentadas en congresos, excepción hecha de la investigadora Fernanda Pinta, quien analiza la escena experimental argentina en los años 60 en Teatro expandido en el Di Tella (Biblos, 2013).
Todos los aspectos que permiten destacar la identidad de un grupo son lúcidamente analizados: los objetivos, característica de los integrantes, personalidad y capacidad del director -en este caso, Carlos Mathus- repertorio elegido, técnicas actorales implementadas, cambios operados -paso del naturalismo a la biomecánica, influencia del movimiento pop-, relaciones con sus pares nacionales e internacionales, la recepción del público y de la crítica, causas de la desintegración del equipo.
También resultan esclarecedores los datos reunidos en los dos apéndices (lista de miembros y colaboradores, y un listado cronológico de los estrenos del TIM (1958-1972) como asimismo de “El alba y la nube”, que fuera su antecesor en 1957. A ellos suma un tercer apéndice que menciona a todos los patrocinadores que en Rosario apoyaron la labor del TIM basándose en “los programas de las obras, el material publicitario y las fuentes periodísticas”. Contrasta con esta exhaustividad, lo escueto de su bibliografía de referencia. Pero, al margen de esta última observación, el que la autora (Licenciada en Gestión Educativa, Magister en Gestión de Proyectos Educativos y Doctora en Sociología) haya participado como miembro estable del TIM hasta 1970, en su calidad de actriz, mimo y bailarina; incursionara en la régie de ópera; y publicara textos sobre las aplicaciones pedagógicas del teatro, revela la importancia que a la hora de escribir sobre hechos teatrales tiene la combinación de teoría y praxis.
También resultan esclarecedores los datos reunidos en los dos apéndices (lista de miembros y colaboradores, y un listado cronológico de los estrenos del TIM (1958-1972) como asimismo de “El alba y la nube”, que fuera su antecesor en 1957. A ellos suma un tercer apéndice que menciona a todos los patrocinadores que en Rosario apoyaron la labor del TIM basándose en “los programas de las obras, el material publicitario y las fuentes periodísticas”. Contrasta con esta exhaustividad, lo escueto de su bibliografía de referencia. Pero, al margen de esta última observación, el que la autora (Licenciada en Gestión Educativa, Magister en Gestión de Proyectos Educativos y Doctora en Sociología) haya participado como miembro estable del TIM hasta 1970, en su calidad de actriz, mimo y bailarina; incursionara en la régie de ópera; y publicara textos sobre las aplicaciones pedagógicas del teatro, revela la importancia que a la hora de escribir sobre hechos teatrales tiene la combinación de teoría y praxis.
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