viernes, 1 de septiembre de 2023

KADO KOSTZER, SOLAMENTE UNA VEZ…QUIZÁS DOS.

Esta obra (Buenos  Aires,  Eudeba, 2023, Biblioteca  Proteatro)  vuelve a reafirmar, ahora con creces, los valores de  Kado  Kostzer como escritor. Esos “encuentros furtivos” que especifica el subtítulo, son suficientes para que el lector penetre en las vidas de más de medio centenar de personalidades, quienes, de manera programada o accidental, se cruzaron en diferentes momentos, situaciones y lugares con el autor. En ningún caso lo efímero de esos encuentros impidió que Kostzer sintetizara acertada y agudamente las principales características que podían definir a sus interlocutores.

En la solapa, una hermosa foto de Sergio García Ramírez muestra a un “furtivo” Kado Kostzer con anteojos negros cuya imagen se sobreimprime parcialmente sobre otra foto tomada por Nicolás Schoenfeld en la que aparece Lida Martinoli, primera bailarina de los años 40 –década por la que el autor siente una fuerte atracción. Un artista (el actor, director, guionista, escritor) sobre una artista (primera bailarina): un tucumano y una rosarina que trascienden lo local y se proyectan a los teatros más famosos. ( Y dos fotografías que se imbrican en un mismo mensaje).

En una entrevista realizada por  Juan  Carlos Fontana1  sostenía que “en el Di  Tella, los artistas tenían el deseo de no parecerse a nadie”, y cómo ellos,  es un ecléctico, no se parece a nadie; pero  dueño de una inusual erudición y de una privilegiada memoria ofrece  una obra que participa de la autobiografía, de las biografías de artistas, de los relatos de viaje, de la narración histórica  (micro y macro), del  breve  sketch, y del estilo periodístico. Transita por todas las gamas del humor: del más corrosivo al piadoso, según sea el destinatario; ataca sin piedad las conductas de quienes revelan “aires de suficiencia” o de los que festejan los fracasos ajenos, como si pudieran borrar con ello borrar los propios, pero también pinta con indulgencia las debilidades de los artistas en su necesidad de ser amados, reconocidos y recordados.

Dota de un auténtico sentido a la frase “atesorar recuerdos”, y en su breve “A manera de prólogo” ofrece dos claves al lector: evita el orden cronológico y la agrupación por las ciudades en que tuvieron lugar los encuentros y “Como hombre de teatro privilegió los decorados y el momento social, en los que se desarrollaron las acciones de las obras, en estos casos ¡de los sketches! dados su brevedad y levedad” (pp.11-12). 

Me permito opinar que su “levedad” es sólo aparente. No se ocultan ni las represiones a los artistas, ni las persecuciones llevadas a cabo en nuestra América, ni el terrorismo de Estado (la triple AAA, la dictadura militar); y en un plano más individual y focalizado en la profesión instala implícitamente un interrogante sobre lo que un artista está dispuesto a hacer para vivir lo que ha elegido.

Los nombres de las figuras y los títulos que abren y cierran el libro son signos codificadores potentes: Tita Merello (“Destino: ¿jodido!”) y Jeane Dixon (“Pitonisa al paso”). La primera, con un “jodete” discepoliano, le auguraba proféticamente a un joven  Kado, que ser “un muchacho brillante, instruido e inteligente” (p. 17) no sería fácil de sobrellevar en este  país: lo haría fácil; la segunda, le vaticina su destino  de escritor. Ambas “profecías” se cumplieron. Sus mayores éxitos y reconocimientos los recibió en el extranjero; y a pesar de su pertenencia al universo de la escena, desde la época dorada del Di Tella hasta hace pocos años, su labor como narrador se ha consolidado. Este libro da fe de su talento como escritor.


www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n°268.

pzayaslima@gmail.com


[1] PICADDERO, 36, AÑO XVI, enero-abril, 2917, pp. 24-25

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