En
el Teatro La Plaza se presenta UNA HISTORIA BAILADA. JIJOP. Un espectáculo que
calificamos de provocativo por su poder de desestabilizar convenciones, tanto
las que se refieren a los espectáculos destinados a niños como al papel que
desempeña el cuerpo como sujeto/objeto narrador. Un tema familiar a los
espectadores de todas las edades es la del muñeco al que su creador logra dar
vida trasciende a otro nivel cuando se pone en evidencia la existencia de un
mundo de humanos que puede caer en la inhumanidad.
La
puesta en escena logra un perfecto equilibro entre tensión dramática, el humor
(“clave de mundos mágicos”) y el impacto visual. La risa no le impide al
espectador, especialmente el adulto, percibir la incongruencia que genera y, a
la vez, sufre la sociedad y el conflicto ente la fuerza y la debilidad humanas,
o los límites de la resistencia ante el automatismo
La idea original de Emiliano Larea y Gabriel
Paez se plasma en una concurrencia de lenguajes que confluyen en una puesta en
escena que puede calificarse de
modélica para quienes cultivan el teatro musical. La música original y el diseño original de
Melina Moguilevsky y Tomás Rodríguez se acopla a una “partitura lumínica” propuesta
por Adrián Cintioli, que marcan con precisión ritmos y situaciones.
El
diseño de la escenografía (Martín Diez y Azul Borenstein) genera un lugar de la
acción dramática esencialmente dinámico en el sucesiva y simultáneamente conviven
los desplazamientos del performer con el de los asistentes y los objetos, y un
espacio que permite el empleo de técnicas nuevas y tradicionales y
combinatorias de lenguajes. Azul Borenstein acierta con el diseño de un
vestuario que tanto al protagonista en su doble rol de artesano/inventor y
muñeco /humano como el de sus asistentes, Zaira y Leila Sada. A ellas le
permite lograr plasticidad en los movimientos y homogeneidad en su función de
manipuladora de los objetos; al protagonista exhibir veloz y adecuadamente sus
personificaciones (personaje y función). Viste el cuerpo pero, también el
rostro y hábilmente elabora un vestuario que no se agota después de una
contemplación inicial por parte del espectador.
Emiliano
Larea se define en las redes como actor bailarín, artista, performer. Los
títulos de sus espectáculos anteriores: PLÁSTICO (protagonismo de lo visual) y
ELÁSTICO (“se cuenta una historia con humor corporal”), y su actividad como
fundador del espacio “Mueve” son datos que ayudan a entender la propuesta
estética de JIJOP. Sus movimientos, gestos y desplazamientos exploran distintas
posibilidades expresivas y denotativas a través de una variación de escala de
matices, pero no permite que la profusión de dichos movimientos, gestos y
desplazamientos opaque la mostración de lo esencial; siempre están a servicio
de establecer conexiones para que el receptor capte significaciones implícitas.
Como consumado mimo y bailarín trabaja sobre sobre las partes acentuadas y no
acentuadas de ambas partituras (la musical y la lumínica) para marcar las
diferencias entre similares movimientos y/o secuencias (J.Dalcroze hablaba de un ritmo musical y un ritmo plástico o
propio del movimiento). Transita fluidamente del personaje al performer
y viceversa. (en este punto el diseño del programa de mano es especialmente
significativo y en ese itinerario se manifiesta como “un maestro artesano” al
que nada se resiste a la simbolización.
Intérprete
(Larea) y director (Paez) ofrecen en JIJOP, un material poético, musical,
teatral mágico, sorprendente, y una ficción reveladora. Como afirma el
dramaturgo Alberto Wainer
“Los
poemas, las canciones, las fábulas
No
se acaban jamás.
Van
siempre por delante de nosotros
Y
son infinitamente más ligeros”.
www.goenescena.blogspot.com.ar
AÑO
VI, n° 266
pzayaslima@gmail.com
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