miércoles, 21 de septiembre de 2022

LO QUIERO YA. UNA COMEDIA QUE JERARQUIZA EL MUSICAL.

 

Cuando asistimos a una comedia musical (un musical) solemos focalizarnos en el virtuosismo de las voces y desplazamientos de los ejecutantes, la creatividad de los coreógrafos, el oficio del director para combinar o integrar la partitura musical con la lumínica[1], la funcionalidad y/o espectacularidad  de la escenografía y el  vestuario.

LO QUIERO YA, no es una excepción a este tipo de recepción; basta con leer las laudatorias críticas recibidas. Sin disentir con dichas miradas, elijo detenerme en un aspecto poco analizado, y que, como los críticos Ariel Bercovich y Mirta Solís señalan, es realmente notable: el libro de Marcelo Caballero y Martín Goldber.

La historia se centra en el universo de las nuevas generaciones, su lenguaje, su ritmo vertiginoso, la fragmentariedad y su lenguaje propio, su dependencia de las nuevas tecnologías, su ininterrumpida sucesión de anhelos. Pero trasciende el espacio de los “millennials” al instalar un interrogante sobre con cuanta dosis de libertad contamos a la hora de elegir.

Tema clásico propio de la tragedia griega y del renacimiento aquí reaparece en otro género[2]: ya no hay dioses que transmitan ambiguos oráculos ni destino inescrutable, sino que basta una aplicación y un asesor organice lo que hay que hacer, un asistente personal que paradójicamente intenta ordenar, aconsejar y guiar a doce personas simultáneamente para que ellos alcancen sus metas. Doce figuras muy cercanas lo arquetípico se someten a la magia, el yoga, los medicamentos, la sicología, el arte…, en doce historias individuales que terminan conformando una historia colectiva. El texto propone una inteligente dosificación del humor donde los gags físicos se combinan con los verbales, lo cantado y lo hablado se integran naturalmente y transmiten el mensaje (entendido en el sentido otorgado por la teoría de la comunicación). La atmosfera festiva de puesta en escena a cargo de Marcelo Caballero responsable también del colorido diseño del vestuario con Martina Paiz, la coreografía de la antes citada, y la iluminación de Anteo Del Mastro diseñan una especie de arco iris en movimiento, pero sin opacar el citado “mensaje” que aparece sintetizado en algunas palabras clave proyectadas en la pantalla.

En una entrevista (“La casa invita”, AM 750, 31 de enero de  2022) el director califica su espectáculo de  “estructura como un relojito”. Es, sin duda, la mejor metáfora que ilumina una obra en la que el texto permite sincronizar perfectamente con la música y las canciones de Juan Pablo Schapira (director musical) y cada gesto y desplazamiento de los actores (son dirigidos por el coautor Martín Goldber)

Estos son sólo algunos de los aspectos que determinaron que LO QUIERO YA, recibiera distinciones como Mejor Musical Off y Mejor Dirección en los Premios Hugo, y el Premio Nacional a la Producción Artística, temporadas 2016-2019). Y desde hace ya varios años permanece exitosamente en cartel en escenarios locales y extranjeros.

Los autores otorgan a la escritura teatral una impronta fluida, paródica e irónica (¿hay que reír para no llorar?) y proponen un estilo (concepto de difícil definición) que apunta a un lugar neurálgico que permite a heterogéneos receptores deleitarse, reconocerse o reflexionar según sean sus procedencias, edades y competencias, y usan el humor de un modo que la sonrisa o la risa no deriven en evasión.

ELENCO

Julián Pucheta, Elis García, Ro  Noziglia, Martín Goldber, Luana Pascual, Nacho Pelaez, Lucien Gilaber, Chechu Vargas, Lala Rossi, Julián  Rubino, Julieta  Rapetta, Renzo  Morelli y  Camila Ballarini.

Swings: Pedro  Raimondi.

Banda en  vivo : Frano  de  Paoli  (batería),  Paula >Morales (Bajo) y Bicolá  Alonso (guitarra)

 

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 254

pzayaslima@gmail.com



[1] El concepto de “partitura lumínica” fue desarrollado por el Lic. Mauricio Rinaldi en varias obras sobre el tema.

[2] “Al intentar diferenciar la tragedia de la comedia encuentra en ellas un elemento común, ambas persiguen el mismo fin: el autoconocimiento” Carlota E. Martínez  B., “Reir para no llorar” (sobre la obra de José Ignacio Cabrujas), THEATRON, Año 11-12, n° 14-15, marzo 2006, p. 91.

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