Tres autores, Patricio Abadi, Mauricio Dayub y Mariano Saba, generan un texto que permite explorar la riqueza de posibilidades que ofrece el género monólogo. Las diferentes secuencias que lo integran revelan una inusual unidad escritural difícil de lograr cuando se trata de una creación no individual. Sin duda una fructífera trayectoria de los tres en los campos de las letras, la actuación y la dirección permitió este resultado.
Los autores han enhebrado una serie de historias que ayudan a poner en perspectiva el itinerario de vidas individuales enmarcadas en diferentes “estratos del tiempo” (Koselleck) y espacios culturales. Crean un narrador que aparece como depositario de memorias, cuya función es fortalecer recuerdos, para que no se pierdan; pero también una memoria que el receptor debe poner en acto para esclarecer orígenes y determinar caminos, pasado que se orienta a un futuro en un efímero presente; registro escritura y “hacer surgir retrospectivamente una nueva historia” (de nuevo Koselleck) . Los autores, entre los que se encuentra el propio Dayub remiten a un hecho del pasado, la inmigración focalizándose en los recuerdos, la tradición familiar, los afectos y los modelos heredados. Con una mirada explícitamente situada en el presente entienden que central en ese pasado fue la visión de futuro: las ilusiones, expectativas, posibilidades de quienes abandonaron sus lugares de origen.
Dayub (actor y coautor) reafirma su dominio del espacio y sus dotes para encarar un espectáculo en el que lo físico cobra una especial relevancia. Pero también su talento para trabajar distintas gamas del humor y dosificar distancia crítica e identificación emotiva. Su función como narrador revela un dominio perfecto del sentido, peso y valor de cada palabra y el resultado es la ejecución perfecta de una idea previa claramente concebida.
En una parte de sus declaraciones (impresas en el programa de mano) declara “Me gustan la ilusión, la euforia, la expectativa, la posibilidad. En eso ando. Por eso este espectáculo”. Uno de los conceptos aquí mencionados, por la carga de connotaciones que involucra me interesa especialmente: el de la euforia. Las definiciones ofrecidas coinciden en señalar que se trata de una sensación exteriorizada de optimismo y bienestar producida por alguna satisfacción (en este caso se trataría de una satisfacción espiritual). Si nos remitimos a la etimología, en griego significa “fuerza para soportar”. Esa capacidad para tolerar bien el dolor y las adversidades puede aplicarse tanto a los personajes evocados, los inmigrantes, como al camino que recorren los actores (entrenamientos, ensayos, incertidumbres). Pero en griego, además de “fuerza para soportar” también aparece otra significación: “buena capacidad para producir”, lo que igualmente puede aplicarse a los sujetos de las historias narradas en escena como a las cualidades de Dayub como actor. Es el equilibrista que trabaja sin red, sosteniéndose en su propio pasado y proyectándose eufóricamente; como productor general apuesta sin certezas hacia lo que le ofrezca el futuro desafiando incertidumbres.
Un punto notable de este espectáculo es la intensa relación que el texto y la actuación entablan con el vestuario y la escenografía de Gabriella Gerdellics que potencia el valor sígnico del vestido y el cuerpo, un fondo escenográfico de gran belleza visual creado por Gabriela Galán capaz de sugerir lo mágico, y los funcionales objetos móviles creados por Mariano Indij, Alfredo Godoy Wilson y Lucía Lossada, marcan caminos de acceso a lo que propone el texto con el soporte de la iluminación de Ricardo Sica hábilmente sincronizada.
César Brie es un sagaz organizador de todos los elementos que confluyen texto, espacio, tiempo; los objetos, la presencia humana, la música, la iluminación, el vestuario; y donde nada sobra ni nada falta. Y el acierto del encuadre de la acción, con un ingreso (el actor en el rol del abuelo que aparece tocando su acordeón) claro símbolo de los orígenes, y un final con la performance del narrador saliendo del escenario hacia un tiempo /espacio futuro, como un equilibrista consumado. Capitalizando sus propias experiencias logra que el espectador reciba con inmediatez los efectos que generan partidas, despedidas, exilios y reencuentros con el otro y consigo mismo.
El equilibrista, presentando en tres funciones en el mes de diciembre se reestrenará el 22 de enero en el mismo espacio, el Chacarerean Teatre.
NOTA.
LA CONTINUACIÓN DEL NÚMERO ANTERIOR Y LA ENTREGA SEMANAL DEL BLOG SE RETOMA DESPUES DEL RECESO, EN EL MES DE FEBRERO 2019.
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Año III, n° 157.
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