El Teatro Moscú ha mantenido durante muchos años la regla
de presentar espectáculos de calidad y el estreno de ELLA PARA MÍ confirma
dicha premisa. Los textos pertenecen a la directora Ana Sánchez y a las
actrices Florencia Sacchi y Ana Laura Estrin, y se ofrecen como homenaje a
nueve mujeres que “transgredieron sus fronteras más cercanas, no las de toda la
humanidad. Y silenciosas para el resto nos trasmitieron esos triunfos a
nosotros” (Informe de prensa).
La escenografía de Elisa Ferradas y el vestuario de Pepe
Uría permite visualizar y subrayar una peculiar estética del espectáculo en el
que se integran la poesía, la metáfora con lo narrativo, informativo y lo
emotivo, lo onírico y la realidad cotidiana. En este punto resulta central el
diseño de luces de Sergio Cucchiara que señala tiempos y espacios, pero también
sugiere mundos interiores en coherencia con lo sonoro (colaboración de Tian Brass).
Los objetos en número escaso ganan en significación, como la centralidad de esa
mesa que puede convertirse en un piano, en el sitio en el que se amasa, en el
espacio propio para el diálogo.
Un presupuesto
organiza texto dramático y puesta en escena. La presencia, vigencia y poder de
la herencia de sus abuelas: “la herencia como algo inevitable de familia, la
herencia que uno elige, la que repite inexorablemente, la que decide torcer, la
que enorgullece, la que hunde.” (Informe de prensa).
La ductilidad de los cuerpos de las actrices (miradas,
voces, desplazamientos) revela una especie de
transmigración -término que posee género femenino-[1] que replantea
temas complejos como el de la identidad. Una identidad que se recibe, se
internaliza y se construye, una identidad individual y familiar pero que también
se nutre de lo colectivo, de mujeres y hombres públicos (músicos, dramaturgos,
poetas, actrices, escultoras) que a lo largo del siglo XX (1911,1918, 1920,
década del 50…) jalonaron momentos claves.
Este encuentro
con “rincones del ayer” no se trata, como decía María Dueñas en SIRA, “chispazos
de nostalgia agazapados” sino, en este caso, de recuerdos que se ensamblan y
adquieren sentido, se proyectan y esclarecen los presentes de Ana Sánchez, Florencia
Sacchi y Ana Laura Estrin. Evocaciones -evocar es recordar algo percibido,
aprendido o conocido- que se trasladan de modo inmediato al receptor, es decir,
que lo autobiográfico trasciende. Además del disfrute de la belleza del
espectáculo y de las potentes emociones que irradia, como espectadores nos
vemos compelidos a encontrar, más allá de lo inmediato, ese hilo umbilical que
nos conecta con nuestra historia y que la hace presente y nos obliga a
reflexionar sobre cuál es nuestra herencia, qué hacemos con ella, cómo seguimos
construyendo nuestra identidad.
www.goenescena.blogspot.com.ar
AÑO VI, n° 256
pzayaslima@gmail.com.
[1] “La intimidad de sus cuerpos, que fueron amantes y madres, la
transitamos con nuestros cuerpos y nuestros pudores de hoy, preguntándonos sobre
los de ellas entonces y sobre nuestra vejez ¿Cuáles fueron sus sueños y
transgresiones y cuáles las nuestras hoy? ¿Qué nos une a nuestras abuelas por encima
de la generación de nuestras madres? La herencia en tanto mujeres que somos
como ellas, ellas que nacieron casi un siglo atrás que sin embargo marcan aún
un referente en nuestras vidas. Vidas
muy diferentes en cuanto al momento histórico que nos toca vivir, desde el
punto de vista social” (Palabras de la directora)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario