domingo, 3 de diciembre de 2023

PROYECTO GARLAND


 

Este espectáculo inspirado en la vida de Judy Garland acaba de finalizar una exitosa temporada en el teatro NoAvestruz. Los términos del título denominan y sitúan al mismo tiempo a la protagonista y a su destino. Si bien se focaliza en la vida de la actriz, la proyección a ámbitos más generales es evidente como aparece en el programa de mano. Los textos proyectados durante el espectáculo subrayan este punto de vista.

Nadie puede encajar completamente en el mundo que le toca en suerte”.

Nadie se salva de los  jabalíes”[1]

La composición del equipo creativo explica en gran medida los valores de esta obra: la actriz, Marina Munilla  y el director, Gerardo Grillea, son los responsables de la dramaturgia, del  vestuario; Munilla es la autora de las letras de las canciones a las que Gustavo García Mendy le puso música, y Grillea es el responsable del diseño escenográfico. Este hecho genera un perfecto ensamblaje de los diferentes lenguajes del espectáculo.

Narrar una historia, interpretar una historia. Narrar actuando, actuar narrando. Y un receptor que queda atrapado por una actriz que a través de palabras que le pertenecen representa a otra, en un espacio propio del teatro de cámara.

De frente a los espectadores Marina/Judy exhibe un dramático forcejeo con las palabras que parecen estar detenidas en el interior, con otras que revelan el plano lógico y el anverso físico y afectivo, una dimensión espacial por la sonoridad, y la gestualidad que acompaña; no sólo trabaja con la verbalidad, sino con lo no verbal y hasta lo pre-verbal-. Como coautora, Munilla presenta un texto en el que cada palabra cuenta tanto en los diálogos como en las canciones, y en su rol de actriz se revela como una perfecta ejecutante por su dicción, sus ritmos, sus timbres e intensidades lo que le permite revelar la complejidad del mundo afectivo de Garland y también el de todos los seres humanos, porque si bien las emociones son privadas los sentimientos son universales.

De los numerosos datos conocidos sobre la tormentosa y atormentada vida de la estrella, los autores eligieron revelar el grado de mutilación de los días infantiles, el sentido trágico que para Judy Garland, una mujer marcada por permanentes fugas frustradas (sexo, alcohol, drogas). Lo que se quiere olvidar siempre aflora en virtud de una memoria inmanejable. El texto coloca a la protagonista en medio del conflicto a la hora de definir las relaciones entre realidad-apariencia, verdad-falsedad, naturaleza-artificio, amor-odio, por lo que sus actos deben ser entendidos más como preguntas que como respuestas.

Como director y escenógrafo, Grillea trabaja los objetos como materialización de lugares: de vida y muerte (la bañera), comedor y clínica (la mesa); o cita de ellos, casa de la madre y oficina del productor (el teléfono). Y como espacio simbólico de poder (los micrófonos) defendido por los personajes masculinos, y modificado a través del arte musical e interpretativo de la protagonista. Si Luft y Kupper pueden someter a Garland, ésta es capaz de capturar a su público.

Gastón Biagioni y Leonardo Murúa son mucho más que “partenaires”, encarnan el difícil rol de ser simultáneamente ayudantes y oponentes y transmiten con gran oficio esa permanente dualidad. Por ello, el director los coloca repetidamente adelante, próximos al público, no para que el espectador “vea”, sino como “elección de foco” (Peter Brook).

Las imágenes que ilustran el Programa de Mano ofrecen una guía de lectura del espectáculo, lo mismo que el texto incorporado. Las manos masculinas que presionan el rostro de Judy simbolizan la idea de apropiación, de posesión, de un poder patriarcal autoritario; en la contra cara del programa, muestran los gestos “transparentes” de los tres personajes y cómo el espacio territorial de la protagonista está incluido en el de su esposo e invadido por el del médico. El Programa constituye una perfecta síntesis de un proyecto que la predetermina, y la muestra de una vida no vivida como propia.



 

 www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 271

pzayaslima@gmail.com



[1] Subrayo la palabra inicial “nadie” precisamente por el sentido de universalidad que implica. La primera frase involucra una visión del mundo en la que el azar ocupa un lugar preponderante; la segunda, apela a lo simbólico: el jabalí como símbolo del desenfreno (Paul Diel), y, como lo señalaba el antiguo DICCIONARIO UNIVERSAL DE LA MITOLOGÍA, del arrojo irracional hasta el suicidio. Sin duda esto remite a la personalidad de Judy Garland.

 

viernes, 3 de noviembre de 2023

OKASAN

 

Paula Herrera  Nóbile,  Sandra Durán y  Carola  Reyna  se reúnen para adaptar el libro  de  Mori  Ponsowy, OKASAN (2019), y llevarlo a escena en el Teatro Picadero (2023).

Resulta clave el subtítulo “Diario de viaje de una madre”, porque el texto nos propone un estimulante itinerario por un país básicamente alejado geográfica, cultural y lingüísticamente del nuestro; otro, en el que los receptores comparten etapas de la vida de una madre y, finalmente, son motivados a realizar un viaje personal por el interior de sus respectivas vidas.

El texto instala estimulantes interrogantes sobre la memoria y el olvido: ¿se revela la memoria como una organización del olvido?  (así lo entiende Henry Rousso), o debe hablar de una “oposición entre distintas memorias rivales, cada una de ellas incorporando sus propios olvidos” (posición de Elizabeth Jelin).

La protagonista aparece situada en varios “entre”:  entre dos culturas (la japonesa y la argentina), entre dos escrituras (la alfabética latina y el ideograma japonés) entre dos generaciones (la de su madre, la de su hijo) y entre tres temporalidades: el pasado, el presente y el futuro. La transposición propone una poética dialógica en varias direcciones, y lo narrativo se impregna de teatralidad, y rescata la necesidad de recorrer otro itinerario paralelo al “turístico”, el del conocimiento como acceso al autoconocimiento

El espectáculo adquiere con el aporte de todos quien en él participaron una infrecuente perfección. La actuación (Carola Reyna), la escenografía (Cecilia  Zuvialde), la iluminación (Matías  Sendón) el vestuario (Ana  Markarian), la música (Gingo  Ono), y los efectos visuales (Ivana Kairiyama)  bajo la coordinación de  Paula  Herrera  Nóbile) logran plasmar el criterio  de belleza que  el Japón sintetiza a  través de cuatro  términos: “miyabi (elegancia refinada), mono no aware (pathos de la naturaleza), wabi (gusto  tranquilo) y sabi (elegante sencillez)”[1].

 Carola Reyna ofrece su cuerpo como portador de un estilo que refleja tanto “el humus” de la tradición oriental como el occidental y los cambios que se operan una vez producido el encuentro entre ambos mundos. Su decir fluidamente transita entre lo literario y lo coloquial del texto de Mori Ponsowy, pero otorgando una lugar especial a los poético.[2] Subraya los puntos de tensión y desconcierto que genera  la trama, y reconoce el valor especial que ofrece cada instante. Materializa en el personaje los efectos del acto contemplativo (el árbol de un templo, el cuerpo femenino) y con su manipulación con los mínimos objetos (lúcida selección de la escenógrafa) genera imágenes contundentes que revelan tanto el mundo interior como el de la cultura japonesa: la piedra, el cuenco del agua, la cinta que coloca en el árbol. Agua, piedra, árbol, símbolos que comparten en casi todos sus aspectos orientes y occidente (símbolo de vida y purificación; solidez, cohesión, morada de lo divino; árbol de la vida).

La actriz logra una simbiosis perfecta con los dos tipos de vestuario: zapatillas, pantalones “occidentales” y kimono; fue acertada la decisión de Ana Markarian de no reproducir al detalle el kimono y elegir para el OBI el color rojo, como el del árbol del templo, pero también el del paraguas. Si para la cultura japonés el rojo –color sagrado en la religión- representa el poder de las emociones, la vitalidad, el calor, el poder y la fuerza de la vida y la energía en las personas; para Occidente, la energía, la excitación, la pasión, el sentimiento, el principio unificador, y en Jung se asocia a la herida y sublimación. El color no funciona aquí como elemento decorativo sino definitorio de muchos aspectos de la conducta de la protagonista. Con enorme talento y pulido oficio, Carola  Reyna logra imponer , vestida, la imagen de un cuerpo desnudo, moverse como una geisha; con la mirada, la voz y la gestualidad representar  el dolor indecible, diseñar el tamaño de una pérdida, apostar por la esperanza. Dos itinerarios, el de la madre y el del hijo.  Dos historias. Dos futuros. Dos mundos.

Nos aproxima al “lado”, lo interioriza, lo describe, lo narra, lo actúa, lo interpela,.. Y casi mágicamente incorpora al espectador en ese viaje en el que lo teatral se revela, como lo entendía Artaud, “poesía en el espacio”.

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 270

pzayaslima@gmail.com



[1] Perla Zayas de Lima,  TEATRO ORIENTAL, Bueno  Aires, Instituto de  Investigaciones en  Historia del  Arte (IUNA), 2002.

[2] La transposición de la obra  del 2019 incluye poemas del libro ENEMIGOS AFUERA,(2001), de la misma autora.

sábado, 7 de octubre de 2023

ARIEL OSIRIS PROTAGONIZA EL HOMBRE QUE DE NIÑO JUGABA CON DINAMITA.

 

En el Teatro Anfitrión se estrenó EL HOMBRE QUE DE NIÑO JUGABA CON DINAMITA, texto y dirección de Pehuén Gutiérrez. Este unipersonal impone al actor una  gran exigencia a nivel  físico  e interpretativo en el  que el punto fuerte  es la voz. Solo, arrojado a un espacio   escenográfico despojado y sólo recortados por túmulos de piedra, que citan un cerro y una casa aislada, y luces que marcan temporalidades (diseño de escenografía de Maite Corona y diseño de luces de Lucas Orchessi).

El personaje de un hombre anciano que recuerda momentos significativos de su niñez es enriquecido por la actuación de Ariel Osiris, quien logra revelar las brumas acumuladas y desatadas en el interior de dicho personaje: el paso del tiempo, la soledad, la tristeza, el dolor, los sucesivos fracasos de una existencia patética. Nunca pudo separarse de los recuerdos, los olvidos transitorios no son sino frágiles suturas: “Las heridas hay que cerrarlas, pero me pasé una vida salándolas” (Programa de mano).

 El actor logra una íntima relación con el público y una identificación con el texto: con su gestualidad y su voz narra una historia individual, y la vuelve universal (Coetzee y Pessoa en el LIBRO DEL DESASOSIEGO señalaban cómo todos los hombres andamos muy carentes de un buen pasado). Interesa señalar de su actuación, el dominio de los lenguajes verbales y no verbales, y la interacción que realiza con el diseño sonoro propuesto por Gabriela Calzada; asimismo su capacidad para subrayar   la teatralidad del texto, y resolver el problema que supone un conflicto en el que las fuerzas opuestas y el objeto buscado confluyen en un mismo sujeto. Su dominio de los timbres e intensidades de la voz potencian la propuesta dramatúrgica, así los susurros y los gritos expresan respectivamente el dolor y la desesperación; transita entre luces y sombras, oscila entre la inmovilidad y loso desplazamientos, entre la palabra dicha y los silencios que operan como pausas significantes.

Su performance me hace recordar aquellas palabras de Arthur Miller en VUELTAS AL TIEMPO (Barcelona, Tusquets, 1999), ensayo en el que señala que un tema no es una idea sino una acción, un proceso incontenible: “destruye mientras cambia y crea o mata, paradoja que nada puede impedir se desarrolle con todas sus contradicciones hasta llegar a la resolución, que en ese instante preciso, ilumina el conjunto desde el comienzo (p. 327).

Su tránsito entre la rememoración, el sueño y la vigilia abre los intersticios del texto y convierte a la representación en un encuentro entre varias subjetividades, la del dramaturgo, la del actor, la del personaje y la de los espectadores.

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 269

pzayaslima@gmail.com

 

domingo, 17 de septiembre de 2023

LAS CAUTIVAS Y LA VIDA EXTRAORDINARIA: UN AUTOR, DOS OBRAS, TRES ACTRICES.

Mariano Tenconi Blanco, en un su doble papel de autor y director, está presentando LAS CAUTIVAS y LA VIDA EXTRAORDINARIA, en dos teatros: El Picadero y Metropolitan, respectivamente. En la primera, las protagonistas son Laura Paredes Lorena Vega; en la segunda, Lorena Vega comparte la centralidad con Valeria Lois. En ambos espectáculos participan los principales miembros del equipo técnico: Magda Banach (vestuarista), Matías Sendón (iluminador), JazmínTitiunik (coreógrafa) y Ian Shifres (compositor y director musical). Estos datos trascienden lo meramente informativo; de allí su incorporación en este  breve comentario.

Las dos obras presentan diferencias, tanto en lo que se refiere a su dramaturgia como a su puesta en escena. 

 La escenografía de LAS CAUTIVAS impone una forma visual potente que guía al espectador en un camino sin ambigüedades y refuerza un discurso verbal que, más allá de la duplicidad que aportan las secuencias cargadas de humor, no deja dudas sobre el sentido de esta “saga europea”. En el vestuario, como puede apreciarse en las fotos del programa de mano, confluyen la estética y el semantismo al tiempo que remite a la época y a los dos espacios culturales, pero en ambos casos  sin ceñirse a la reproducción histórica: es a la vez “materia sensual para el actor y signo perceptible  para el espectador” . Esta concepción del vestuario se aplica a los músicos en escena,  Agustín Cañas y  Fabio Pérez, cuya interacción con las actrices resulta central para reforzar el teatralismo que la escenografía con el corrimiento de diferentes telones propone. El maquillaje de Lorena Vega, casi máscara conforma en sí mismo un verdadero lenguaje simbólico que define física y espiritualmente al personaje. Los monólogos de las dos protagonistas exponen una mirada crítica sobre los conceptos de civilización y barbarie y ponen en evidencia la visión sesgada que condicionaban la visión de los europeos sobre los indígenas y una recreación ficcional de como una nativa podía concebir al extranjero, Lo histórico resulta traspasado por dos elementos dominantes: el humor y el problema de género

 La escenografía, el vestuario, y la iluminación de LA VIDA EXTRAORDINARIA, con su pura funcionalidad, no apuntan exclusivamente a explicar, describir, o sugerir, y los videos (autoría Agustina San Martín) proyectados en distintos momentos de la acción, no obturan sino que potencian, por su carga simbólica, la narrativa en off (Cecilia Roth), los diálogos y los monólogos. Tenconi Blanco, director, opta por soslayar un protagonismo de la “imagen ilustrativa” que pueden generar las tres aspectos antes citados en favor de la transmisión sin opacidades del texto de Tenconi Blanco autor.  Para ello cuenta con dos magníficas actrices que desde su corporalidad (gestos, movimientos, desplazamientos, proxemia) y la utilización de la voz en todos sus matices (voz entendida como prolongación del cuerpo) transmiten al espectador reflexiones sobre temas fundamentales como la vida y la muerte (“vivir y morir porque sí”), el problema de género, la soledad, el amor y el desamor, el amor y el sexo, el lugar y la identidad (la imagen del programa de mano ilustra varios de estos temas. Como sucedía en la puesta de LAS CAUTIVAS, los músicos en vivo, Teo López Puccio y Elena Buchbinder, interactúan con las acciones de las protagonistas, pero en este caso, dicha interacción se intensifica en los momentos en que se incorporan como “utileros”.

Más allá de las diferencias anotadas, entre ambos espectáculos se descubren puntos en común: uno el que se refiere a las tres actrices mencionadas quien, proponen un juego enfático para  exponer la radicalidad del deseo y un dominio del oficio que les permite  combinar la racionalidad del lenguaje con una actuación avasallante que dinamita  las construcciones identitarias cristalizadas; el otro se  relaciona  con Tenconi Blanco director: la importancia que le otorga a un teatralismo que incluye en determinados momentos la ruptura de la cuarta  pared, y la confluencia de “eros y  tanatos” con el humor. Todo ello muestra su personalísimo estilo, su creatividad y su oficio.



www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n°268

pzayaslima@gmail.com

viernes, 1 de septiembre de 2023

KADO KOSTZER, SOLAMENTE UNA VEZ…QUIZÁS DOS.

Esta obra (Buenos  Aires,  Eudeba, 2023, Biblioteca  Proteatro)  vuelve a reafirmar, ahora con creces, los valores de  Kado  Kostzer como escritor. Esos “encuentros furtivos” que especifica el subtítulo, son suficientes para que el lector penetre en las vidas de más de medio centenar de personalidades, quienes, de manera programada o accidental, se cruzaron en diferentes momentos, situaciones y lugares con el autor. En ningún caso lo efímero de esos encuentros impidió que Kostzer sintetizara acertada y agudamente las principales características que podían definir a sus interlocutores.

En la solapa, una hermosa foto de Sergio García Ramírez muestra a un “furtivo” Kado Kostzer con anteojos negros cuya imagen se sobreimprime parcialmente sobre otra foto tomada por Nicolás Schoenfeld en la que aparece Lida Martinoli, primera bailarina de los años 40 –década por la que el autor siente una fuerte atracción. Un artista (el actor, director, guionista, escritor) sobre una artista (primera bailarina): un tucumano y una rosarina que trascienden lo local y se proyectan a los teatros más famosos. ( Y dos fotografías que se imbrican en un mismo mensaje).

En una entrevista realizada por  Juan  Carlos Fontana1  sostenía que “en el Di  Tella, los artistas tenían el deseo de no parecerse a nadie”, y cómo ellos,  es un ecléctico, no se parece a nadie; pero  dueño de una inusual erudición y de una privilegiada memoria ofrece  una obra que participa de la autobiografía, de las biografías de artistas, de los relatos de viaje, de la narración histórica  (micro y macro), del  breve  sketch, y del estilo periodístico. Transita por todas las gamas del humor: del más corrosivo al piadoso, según sea el destinatario; ataca sin piedad las conductas de quienes revelan “aires de suficiencia” o de los que festejan los fracasos ajenos, como si pudieran borrar con ello borrar los propios, pero también pinta con indulgencia las debilidades de los artistas en su necesidad de ser amados, reconocidos y recordados.

Dota de un auténtico sentido a la frase “atesorar recuerdos”, y en su breve “A manera de prólogo” ofrece dos claves al lector: evita el orden cronológico y la agrupación por las ciudades en que tuvieron lugar los encuentros y “Como hombre de teatro privilegió los decorados y el momento social, en los que se desarrollaron las acciones de las obras, en estos casos ¡de los sketches! dados su brevedad y levedad” (pp.11-12). 

Me permito opinar que su “levedad” es sólo aparente. No se ocultan ni las represiones a los artistas, ni las persecuciones llevadas a cabo en nuestra América, ni el terrorismo de Estado (la triple AAA, la dictadura militar); y en un plano más individual y focalizado en la profesión instala implícitamente un interrogante sobre lo que un artista está dispuesto a hacer para vivir lo que ha elegido.

Los nombres de las figuras y los títulos que abren y cierran el libro son signos codificadores potentes: Tita Merello (“Destino: ¿jodido!”) y Jeane Dixon (“Pitonisa al paso”). La primera, con un “jodete” discepoliano, le auguraba proféticamente a un joven  Kado, que ser “un muchacho brillante, instruido e inteligente” (p. 17) no sería fácil de sobrellevar en este  país: lo haría fácil; la segunda, le vaticina su destino  de escritor. Ambas “profecías” se cumplieron. Sus mayores éxitos y reconocimientos los recibió en el extranjero; y a pesar de su pertenencia al universo de la escena, desde la época dorada del Di Tella hasta hace pocos años, su labor como narrador se ha consolidado. Este libro da fe de su talento como escritor.


www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n°268.

pzayaslima@gmail.com


[1] PICADDERO, 36, AÑO XVI, enero-abril, 2917, pp. 24-25

domingo, 13 de agosto de 2023

LA FUERZA DEL AGUA, EN EL TEATRO PAYRÓ

 

 Dirigida por Enrique Dacal y protagonizada por Silvina Muzzanti y Daniel Alvaredo, la obra de Adriana Tursi se presenta en el escenario del Teatro Payró. Estos datos, a primera vista, informativos, cobran relevancia a la hora de reflexionar sobre ellos.

El espacio escénico del Payró es el propicio para un texto que propone misterio, intimidad y una puesta que apela a una comunicación directa y cercana con el público. Las dimensiones materiales del espacio lúdico resultan perfectas para la concepción dramática de la autora y la propuesta teatral del director. El diseño del programa de mano en el que las figuras de los protagonistas se funden con un paisaje renacentista de Leonardo subraya precisamente ese mismo contacto íntimo que propone la obra.[1]

Los actores exploran minuciosamente los elementos entre el cuerpo (voz, gestualidad, proxemia, movimiento) y el lenguaje, y generan un espacio un espacio subjetivo pero nunca hermético; siempre expresivo y comunicativo. El dominio de una amplia escala tonal les permite subrayar los distintos tipos de discurso, tanto el narrativo de los monólogos como el dialogal más emotivo. Mientras Muzzanti exterioriza con intensidad la posición de quien apuesta a la desmemoria como “una estrategia de supervivencia”, Alvaredo compone con sutileza los resortes del  “empecinado recordador” que vive en función de buscar la verdad.[2]

Adriana Tursi propone un complejo texto en el que las ideas de Leonardo Da Vinci sobre el agua se relacionan con los diferentes comportamientos de los protagonistas, y la búsqueda de la verdad por parte del inocente/condenado encuentra su espejo en la figura de Giordano Bruno. El texto se abre desde lo real a lo metafórico, al tiempo que opera con los opuestos: la armonía  que el agua puede ofrecer y las reglas del arte frente a los peligrosos torbellinos de sucesos que  afectan a los protagonistas. Asimismo entreteje hábilmente  pasado y  presente  cuando a partir de una trama que opera de modo similar a las “obras de  misterio”, trasciende a un tema muy vigente en nuestro país: los resortes que mueven la memoria y el olvido.

En una entrevista Dacal señalaba que la autora le envió el texto para su lectura. Por qué esta elección por parte de la autora?

Quien conozca el itinerario de este director reconocerá  su capacidad para leer los textos  dramáticos e, independientemente del argumento o del género propuesto, construye un mensaje  en el que lo poético se  convierte en un  factor central para conectar con el potencial receptor.

Dacal es además de un hábil “conductor” de actores un verdadero maestro a la hora de trabajar con el espacio. Como lo ha hecho a lo largo de su carrera ha convocado escenógrafos y vestuaristas que aporten cohesión y armonía a la puesta.  En este caso, Alejandro  Mateo  ha utilizado una  partición en la que domina el número cuatro (símbolo de la organización  racional): paneles que demarcan los espacios de la casa – sala de estar y escritorio-  sus entradas y salidas,  lugares  desde los cuales observar sin ser  visto (el quinto se sitúa en el foro). Cuatro también son las maquetas realizadas por Norma Rolandi y Roxana Ciordia, que reproducen algunos de los inventos de Leonardo.

La utilización de acordes interpretados en órgano de agua por Joaquín Saura aporta claves propicias para una recepción que, a pesar del misterio que propone el texto no resulte ambigua. Y precisamente el empleo de ese aparato que funciona con agua y aire como lenguaje musical protagónico adquiere especial relieve: es “el más leonardiano, por cuanto tiene de fina sensibilidad musical, experimentación, acústica, componente mecánico, conocimientos organológicos y conexión cultural y mítica con la antigüedad griega”.[3]

El director, además de resolver los problemas que plantea un texto que integra el género “policial” con el “filosófico” y el ”científico” a la hora de trabajar con el espacio y los actores, descubre y potencia elementos metafóricos subyacentes en el texto, del cual, el  “hydraulis” es sólo un ejemplo.

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, N°267

pzayaslima@gmail.com



[1] El diseño  gráfico es de Pablo  Vega.

[2] Las citas corresponden a Leonardo  Padura,  PERSONAS DECENTES (Bs. As.,  Tusquets  Editores, 2023, p.  13)

[3] Joaquinsaura.files.woedpress.com/2915/12/separata-organo-de-agua.pdeff

sábado, 22 de julio de 2023

EMILIANO LAREA, INTÉRPRETE EXCEPCIONAL DE UN ESPETÁCULO PROVOCATIVO.


 

En el Teatro La Plaza se presenta UNA HISTORIA BAILADA. JIJOP. Un espectáculo que calificamos de provocativo por su poder de desestabilizar convenciones, tanto las que se refieren a los espectáculos destinados a niños como al papel que desempeña el cuerpo como sujeto/objeto narrador. Un tema familiar a los espectadores de todas las edades es la del muñeco al que su creador logra dar vida trasciende a otro nivel cuando se pone en evidencia la existencia de un mundo de humanos que puede caer en la inhumanidad.

La puesta en escena logra un perfecto equilibro entre tensión dramática, el humor (“clave de mundos mágicos”) y el impacto visual. La risa no le impide al espectador, especialmente el adulto, percibir la incongruencia que genera y, a la vez, sufre la sociedad y el conflicto ente la fuerza y la debilidad humanas, o los límites de la resistencia ante el automatismo

 La idea original de Emiliano Larea y Gabriel Paez se plasma en una concurrencia de lenguajes que confluyen en una puesta en escena   que puede calificarse de modélica para quienes cultivan el teatro musical.  La música original y el diseño original de Melina Moguilevsky y Tomás Rodríguez se acopla a una “partitura lumínica” propuesta por Adrián Cintioli, que marcan con precisión ritmos y situaciones.

El diseño de la escenografía (Martín Diez y Azul Borenstein) genera un lugar de la acción dramática esencialmente dinámico en el sucesiva y simultáneamente conviven los desplazamientos del performer con el de los asistentes y los objetos, y un espacio que permite el empleo de técnicas nuevas y tradicionales y combinatorias de lenguajes. Azul Borenstein acierta con el diseño de un vestuario que tanto al protagonista en su doble rol de artesano/inventor y muñeco /humano como el de sus asistentes, Zaira y Leila Sada. A ellas le permite lograr plasticidad en los movimientos y homogeneidad en su función de manipuladora de los objetos; al protagonista exhibir veloz y adecuadamente sus personificaciones (personaje y función). Viste el cuerpo pero, también el rostro y hábilmente elabora un vestuario que no se agota después de una contemplación inicial por parte del espectador.

Emiliano Larea se define en las redes como actor bailarín, artista, performer. Los títulos de sus espectáculos anteriores: PLÁSTICO (protagonismo de lo visual) y ELÁSTICO (“se cuenta una historia con humor corporal”), y su actividad como fundador del espacio “Mueve” son datos que ayudan a entender la propuesta estética de JIJOP. Sus movimientos, gestos y desplazamientos exploran distintas posibilidades expresivas y denotativas a través de una variación de escala de matices, pero no permite que la profusión de dichos movimientos, gestos y desplazamientos opaque la mostración de lo esencial; siempre están a servicio de establecer conexiones para que el receptor capte significaciones implícitas. Como consumado mimo y bailarín trabaja sobre sobre las partes acentuadas y no acentuadas de ambas partituras (la musical y la lumínica) para marcar las diferencias entre similares movimientos y/o secuencias (J.Dalcroze  hablaba de un ritmo musical y un ritmo  plástico o  propio del movimiento). Transita fluidamente del personaje al performer y viceversa. (en este punto el diseño del programa de mano es especialmente significativo y en ese itinerario se manifiesta como “un maestro artesano” al que nada  se resiste a la simbolización.

Intérprete (Larea) y director (Paez) ofrecen en JIJOP, un material poético, musical, teatral mágico, sorprendente, y una ficción reveladora. Como afirma el dramaturgo Alberto  Wainer

“Los poemas, las canciones, las fábulas

No se acaban jamás.

Van siempre por delante de nosotros

Y son infinitamente más ligeros”.

 

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 266

pzayaslima@gmail.com

viernes, 23 de junio de 2023

HÉCTOR LEVY-DANIEL Y SU RELECTURA DEL FAUSTO.

 

El estreno de FAUSTO EN VALLE OLIVA propone la estimulante experiencia de revivir un personaje mítico generado en épocas remotas y en el marco de culturas diferentes, y convertido en un vector que nos conduce a un espejo en el que no siempre deseamos contemplarnos.

En EL UNIVERSO MÍTICO DE LOS ARGENTINOS EN ESCENA me refería así al tema: “El origen de este mito se remonta a los umbrales del Cristianismo en la figura del Mago de Samaría, fundador de la herejía gnóstica, y que adoptó posteriormente el nombre de  Faustus (“El favorecido) que busca dominar el arte de hacer milagros. Entre 1480 y  1540, en  Alemania existió un médico, astrólogo mago y aventurero conocido como Geor Sabelius Faustus y dio origen a la  Historia del  Dr. Johann Fausten, afamado hechicero de magia negra”[1]. Habría que seguir un largo itinerario desde relatos folklóricos a textos literarios, proyecciones y transposiciones, interpretaciones críticas y recreaciones; y en nuestro país, muchos dramaturgos, como lo mostraba en el citado libro, fueron atraídos por la conjunción de un tema y un personaje tan potentes.

Hoy Levy-Daniel demuestra cómo una mirada inteligente, aguda y personal puede encontrar en un mito tan transitado una nueva perspectiva que enriquece el mito y al mismo tiempo dice de nosotros.

En su comunicado de prensa, el dramaturgo señala que su objetivo fue “abordar la cuestión de las consecuencias inexorables de un pacto con fuerzas tenebrosas para conseguir algún tipo de beneficio” y “provocar resonancias en el espectador acerca de nuestra propia realidad”.

Precisamente la elección de un Fausto “provinciano” le permite al autor referirse a un problema social concreto, como la explotación minera, el grado de semi esclavitud de los obreros y una contaminación que destruye vidas humanas y al propio valle. Y este conflicto adquiere centralidad frente a lo religioso y lo teológico, lo filosófico y lo sicológico. Varios interrogantes se plantean: ¿es el posible destino de los héroes populares ser olvidados, ser traicionados, ser sacrificados?, ¿cómo juzgar a una sociedad débil y egoísta que necesita de un líder para vivir con dignidad?  

El dramaturgo hace convivir dos planos, el universal y el local. El primero subrayado por los nombres de los personajes: Fausto y Mefistófeles, pero también Elena (la bella Helena de Troya), Sandor (el hombre despojado de humanidad, el Clegane, the  Games  of  Thrones), Oberdan (el relacionado con el trabajo) y Livia (la de color oliva). El segundo, un conflicto propio de diversas zonas mineras de nuestro país; a esa fuerte carga contextual se le suma que quien encarna la voz narrativa no es Mefistófeles sino un representante del pueblo obrero. Los dramaturgos  argentinos ofrecieron diferentes desenlaces: Fausto redimido por su afán de búsqueda, llevado  por los ángeles al cielo, irónicamente como castigo, condenado, despreciado por el diablo, ni condenado ni salvado de regreso a su  tapera, atormentado por su fracaso[2].Levy- Daniel, propone por boca del narrador distintos finales: desaparecido sin rastros, viviendo en otro pueblo o en el fondo de un barranco (el infierno  que le corresponde) y comido por los caranchos. Estas aves, alejadas de las mitologías greco-romanas remiten a nuestro folklore (y al   boliviano), pero en la obra adquieren un valor simbólico especial ya que ellas se alimentan de animales enfermos. Y Fausto estaba enfermo de orgullo. La autodestrucción auto elegida no se debe -como en Marlowe- a su deseo de ser como  Dios, sino en su necesidad de ser reconocido por los seres a quienes ayuda, y su venganza producto del orgullo lo condena.  No tiene posibilidad de salvación porque a diferencia del texto fuente (con el que coincide en que la femineidad es capaz de ennoblecer, la mujer amada lo rechaza

En esta época laica en a que las creencias religiosas se van desdibujando, no se temen ya los infiernos llameantes ni se aspiran a Paraísos eternos. Sin embargo, se filtra un eco bíblico: Fausto como “el ángel caído” es rechazado y condenado por su pecado de orgullo; también una resonancia mítica, su cuerpo es devorado por las aves, aunque en este caso por los caranchos.

Excelente director de escena, Levy-Daniel organiza la colaboración de Gabriella Gerdelics (escenografía y vestuario),  Ricardo  Sica  (iluminación) y  Edu Zvetelman (música original) para proponer los que marcan tanto los hechos y conflictos del presente (la rebelión, la huelga), como los espacios del inframundo (protagonizados por el diablo reconoce las debilidades y tienta, y el  fantasma de  Elena,  que sigue seduciendo con su  belleza). Si bien hace que el personaje de Mefistófeles se desplace desde los castados, desde atrás y en diagonal, símbolo de su ubicuidad, es Fausto la figura que siempre permanece en puntos centrales, responsable de sus acciones, de sus elecciones, de sus errores, y siempre en estar “entre” los hechos y las interpretaciones que se materializan tanto en los diálogos como en los discursos narrativos.

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO  VI, n° 265

pzayaslima@gmail.com



[1] Buenos Aires, Instituto Nacional del Teatro, Colección Estudios  Teatrales, 2010, Tomo  1, p.  257

[2] Op.cit., p.  275..

viernes, 16 de junio de 2023

STELA CAMILLETTI, EL DESTELLO.TEATRO EN PANDEMIA Y POSTPANDEMIA.

 

 La nueva obra de Stela Camilletti, EL DESTELLO, representa un giro respecto de su producción anterior. Dos elementos concurrentes parecen explicarlos: el haber surgido en pandemia y un cambio en los procesos de escritura   por parte de la dramaturga. Como parte del “Experimento Cúbico” gestionado desde Grecia por Styl Rodarellis su obra debía estar inspirada en el dios Pan.

 En la página  5 del Dossier[1], la autora  define su propuesta como  “una metáfora sobre el viaje, la vida y la incertidumbre de la sociedad  actual”. El viaje  de una familia disfuncional a una isla sin tripulantes y tecnología, y la aparición de un misterioso personaje que emerge de las aguas es el ámbito en el que se desarrollan los acontecimientos.

La palabra “metáfora” resulta esencial a la hora  de  leer  la obra porque afecta tanto a las imágenes visuales, como a las verbales y sonoras. Luz, oscuridad, luna y fuego, estallido; el mar, el agente transitivo entre la vida y la muerte (Cirlot) y relámpagos remiten a la destrucción y a la regeneración; precisamente la visualidad es uno de los ejes. La isla no sólo remite al símbolo de aislamiento y soledad sino que en sentido traslaticio es el refugio que Leandro, el padre, busca contra ”el amenazador asalto del mar del inconsciente”(Jung); la ambivalencia del espejo que  puede  funcionar como símbolo mágico  de la memoria inconsciente (Loeffler). La idea de un pozo útero silencioso y oscuro, en el que Pablo  pierde el habla, confronta con el sonido  de la flauta (instrumento que  reúne lo erótico y lo funerario) al que el niño responde con sonidos semejantes a del delfín (animal alegórico de la salvación). Su ejecutante es Damián, el náufrago “moreno y bello”, el que tiene el poder de domar (según su etimología) y que, como un eco del dios Pan por su fuerza erótica y seducción, sume a los integrantes de esa familia en un espacio donde presente y pasado se unifican, y actualiza la memoria (la inmovilidad de la nave y el cese del funcionamiento de los instrumentos de navegación, metáfora de un espacio atemporal). Lo bíblico y lo mitológico se entrecruzan: la tentación, el  éxodo, la expiación conviven con la presencia y las acciones de ese dios Pan sui generis[2] y elementos rituales. Dioses y hombres. El Padre  abomina de la figura divina, mientras la madre y la hija son envueltas por la incertidumbre y la desesperanza propia del existencialismo.[3]

 ¿Es la memoria un don o una maldición? se preguntaba un personaje creado por  Katherine Mansfield, el profesor  de  “El  espíritu nocturno”. En EL DESTELLO son varias las respuestas. Ana (la madre) evoca los tiempos felices de su infancia en la que era posible soñar con el Paraíso; el padre intenta bloquear en vano su memoria; el hijo, condicionado por implacables recuerdos; la hija, que anhela no crecer nunca, para no tener que recordar.

Pero la obra de Camilletti trasciende el ámbito limitado de una “familia disfuncional” y revela aspectos de la realidad partiendo de las estructuras latentes del discurso dramático que la cuestiona (como diría el investigador peruano Alberto Villa Gómez). De allí la importancia que cobran esos cuerpos embolsados anónimos que flotan en el mar, el mismo mar del que emerge Damián y al cual volverá llevando a Carla.

Obra por momentos oscura y en otros luminosa se abre a ricas interpretaciones que pueden incluir lo político, lo social, lo filosófico y lo religioso, lo que, sin duda, aparece revelado en sus distintas puestas en escena.

 

www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑO VI, n° 264

pzayaslima@gmail.com.



[1] En dicho Dossier se explica detalladamente los motivos y alcances del Experimento Cúbico. “Aunque nación como un intento de conocimiento y diálogo entre dramaturgos de diferentes países se hace realidad bajo la necesidad de poder seguir realizando cultura en el confinamiento”. Incluyó a seis dramaturgos y cuatro directores de diferentes países a los que  se le sumaron luego más directores de escena y una productora de  España, y “se convirtió en un laboratorio virtual”.
Las obras que surgieron: EL DESTELLO, de  Stela  Camiletti ; EL  MOSSO de Luis  Miguel  González Cruz ; QHUNTAYAÑA, de  Antonio Peredo; PANOLEPSIA, de  Pilar  Zapata; ÚLTIMAS NOTAS DE  SANTIAGO  ROJAS, de Albert Tola; INSÓLITO ESPLENDOR, de Raúl Hernández Garrido, se difundieron a través de lecturas dramatizadas, un documental sobre el  proyecto, las  performances, los podcasts del proceso de creación y las itinerantes puesta en escena. Pero en este último punto hay que destacar que, para generar una verdadera difusión global y multicultural, para “establecer sinergias”, se optó por “realizar diferentes producciones con la misma dirección escénica en los diferentes países coproductores con sus propios actores y equipos de producción y técnico”. Así funcionó en la Argentina, Bolivia, Chile, España (Madrid, Barcelona y Zaragoza), Francia, Grecia, México y Uruguay.

[2] No  es el dios de los pastores, ni aparecen sus atributos, ni es un demonio pintoresco, ni tiene  doble naturaleza de hombre y cabra.

[3] ANA.-  (Los hombres somos)  Pobres pececitos en una pecera nadando sin sentido dentro de un cubo de  plástico” (p. 44)

CARLA.- “Al final somos sólo una pequeña porción de polvo arrojado al viento. Todo es cuestión del azar donde caemos…” (p. 46)

lunes, 12 de junio de 2023

CUIDADO CON CHACOVACHI!





 

Una nueva  presentación de Fernando Cavarozzi (Chacovachi) en el teatro Caras y  Caretas con su show ¡CUIDADO! UN PAYASO MALO PUEDE ARRUINAR TU VIDA, implicó un triple festejo / homenaje: a la trayectoria del intérprete, a la profesión que se consagra al arte, a la revalorización de un género y una tradición.

El payaso  Chacovachi, pertenece al grupo “de los artistas, aprendices eternos de hechicería, jugando a combinar elementos inertes para  hacer surgir algo vivo”(frase que tomo  de la obra de  William Ospina, “El año del verano que nunca llegó”). Transforma un lugar (la calle, un escenario, una plaza en un espacio que permite revelar lo que hay detrás de la máscara de cada uno, en lo  profundo. Por eso, como dice en el programa de mano su espectáculo habla de Dios, de la política, de la muerte, las drogas, el poder, la falsa modestia, el amor los ideales y el conformismo, y su exhibición con globo, botellas, juegos malabares y pruebas de equilibrio son “excusas”.

Para quienes han estudiado el sentido de la comicidad, el humor suele ser entendido como clave de mundos mágicos. Cuál es el mundo mágico al que nos conduce este payaso/bufón; un mundo que nos divierte, nos asombra, pero que también nos sacude. La risa no solo es “entretenimiento”, con su humor, este payaso malo puede “despertar almas desprevenidas”,  “arruinar la vida” de los espectadores, y esto se advierte en el  programa de mano, no sólo  por el título sino por la convivencia de un rostro cordial que esboza sonrisa pero un puño cerrado que en  primer plano tiene escrito la palabra  RISA.

Cavarozzi no  es sólo un artista  dotado de múltiples dones, sino también un eficaz director, que organiza sabiamente su propio material en el que lo autobiográfico convive con lo ficcional y le permite andar y desandar un camino que va desde el intérprete de un personaje al performer, del narrador al mimo; escoge  un vestuario que siempre simboliza y designa: la chaqueta  con las llaves expuestas (la llave, según Cirlot representa  un arcano, una obra a realizar, pero  también el medio para su ejecución) o la túnica morada  con su doble lectura, el  poder religioso y el  poder económico;  una  iluminación que conduce la mirada de los espectadores y enmarca sus respuestas  y las áreas de juego; la elección de la música, su combinación con los ruidos y su focalización en el ritmo  que involucra asimismo la relación de cuerpo y objetos;  la elección de  Maku Franchulini como payasa invitada, quien, como él, es autogestiva e independiente, creadora de su propio material y ha trabajado en la valle, en circos, teatros y lugares no convencionales.

 Para sacar de su letargo al espectador, lo convierte en partícipe activo en diversas secuencias e incorpora la improvisación a un preparado diseño, juega con  niños y con adultos por igual, tal vez porque encuentra en ambos algunos puntos en común: la necesidad de la risa, el interés por lo lúdico, la capacidad de asombro, la necesidad de traspasar normas  que encorsetan, contaminar  el mundo racional con alguna dosis de  “locura”, expresarse en libertad. Sonrisa, risa o  carcajada pueden ser instrumento apropiado para el esclarecimiento, la toma de conciencia y hasta la rebelión (no podemos olvidar que la risa volteriana fue puente directo a la Revolución Francesa).

Si este espectáculo supera las expectativas de calidad de lo que aparentemente es un show payasesco, donde hay narices clownescas, zapatones, triciclos minúsculos, globos…, es porque  su intérprete, autor y director aúna a su formación sistemática (Escuela de  Mimo de Ángel Elizondo), décadas  de actuación en los espacios más disímiles, oficio y talento y, sobre todo, lucidez para reflexionar sobre el arte que practica, de lo cual dan testimonios sus declaraciones en distintos reportajes y su libro MANUAL  Y  GUÍA EL  PAYASO  CALLEJERO ( Colectivo, Contramar Editora, 2915)



www.goenescena.blogspot.com.ar

AÑOVI, n° 263

pzayaslima@gmail.com

sábado, 6 de mayo de 2023

MARCOS MONTES: UN ACTOR DE ORO PARA EL HOMBRE DE ACERO.

 

Obra premiada. Actor premiado. Unánime éxito de crítica. Permanencia en cartel a sala llena. Un hombre de acero presenta un luminoso texto sobre las reacciones familiares y las reacciones posibles frente a la resolución de conflictos. Desde el comienzo el autor impone su mirada sobre la importancia de las palabras, su significado, la responsabilidad al usarlas y la necesidad de comunicarse, de establecer vínculos a través de ellas.

El autor, Juan  Francisco  Dasso, en su calidad de director resuelve le multiplicidad de los espacios citados y los espacios que allí circulan, pero también el de los silencios que interpelan. El texto trasciende en varias direcciones el tema de la relación de un padre con su hijo: la familia como lugar de anclaje, la importancia del recuerdo, qué es lo que rescatamos entre los pliegues de la memoria y su función a la hora de construir lo identitario; la secuencia en la que el padre rememora situaciones de su adolescencia, es clave para que el protagonista pueda  comprender la adolescencia del hijo y complementa el lugar central que se otorga a la etimología, esclarecedor  regreso a los orígenes y dadora de sentido.

Los nombres propios definen y ubican a los personajes como distintos de los otros, en este caso tienen origen griego y un valor orientador para entender el conflicto:

Neo (el hijo): “lo nuevo, “lo reciente”, implica también renovación de lo antiguo, lo que surge recientemente, es el nombre de uno de los principales personajes de la película “The  Matrix”[1]. Es el “incidente” lo que determina un cambio fundamental: quien estaba sumido en el silencio adquiere el poder de la palabra, en este caso a través del grito.

Dionel, nombre peculiar que se traduce, tal como se manifiesta en el espectáculo como el consagrado de Dios, el bendecido de Dios; pero el nombre etimológicamente considerado también implica “seguidor de Dionisio”, y como tal es quien genera el despertar sexual de Neo. Irene, “la que tiene paz”, es la madre que duerme.

La falta de comunicación del hijo se corresponde la dificultad de conectarse del padre, ya no por una enfermedad, sino por su conducta adquirida: convenciones, “marcos” racionales. El fracaso, enfundando en el disfraz de superhéroe es la peripecia que lo conduce a lo verdaderamente heroico cuando decide cruzar el umbral de sus limitaciones, su propia coraza. Es entonces cuando se pone en evidencia, la limitación que los argumentos, o las argucias tienen a la hora de persuadir.

El diseño del programa de mano (fotografía, Christian Inglize) es revela las implicancias del espectáculo al presentar un conjunto de imagines que transitan desde lo informativo (contexto social), lo simbólico (figura del padre y su mirada “mutilada”, y lo sicológico (engranajes que rigen conductas colectivas e individuales

Como director, Dasso diseña espacios en la escena y espacios citados (interiores y exteriores, del presente y del pasado) que adquieren valores simbólicos: el “incidente” ocurrido en el baño de una institución encuentra su resolución en otro baño, el de la casa familiar; un invisible Dionel tiene su lugar  en la platea y  esa silla vacía cobra  notable fuerza dramática; y propone como ejes estructurantes de la  acción  “cuerpo y narración”[2], subrayados por la escenografía y vestuario de Cecilia Zuvialde y la iluminación de Ricardo Sica.

Marcos Montes, actor-personaje-narrador transita por los distintos niveles discursivos, lo informativo, lo expresivo y lo apelativo, este último a con los personajes citados (receptores ficcionales) y con el público (receptores reales). Logra un equilibrio prefecto entre el protagonismo del gesto, del movimiento, de lo coreográfico, de la mirada, de la voz y de la palabra organizada rítmica y melódicamente a través de sus matices.

No es fácil para un receptor situarse en parámetros totalmente objetivos a la hora de calificar a un actor como muy bueno, excelente, brillante, excepcional o único (y aquí se le suma el escurridizo concepto de estilo). Por ello me refugio en el “para mí”, “en mi opinión” y apelar a metáforas.

Montes es un actor de oro que potencia  a un  “hombre de acero” (oficio), maneja y  recrea un personaje de modo que lo vemos como él único posible de hacerlo (talento), establece con su sola presencia una estrecha comunicación con el público, lo seduce y la atrapa (carisma). Y así como interpela y motiva a su “interlocutor bloqueado” (Dionel) para que (re)accione, cautiva y captura a otro “interlocutor bloqueado”, el espectador, para que se sumerja en el mundo que propone, se emocione y reflexione.




www.goenescena.blgospot.com.ar

 AÑO VI, n° 262

pzayaslima@gmail.com.



[1] Tomado de Pérez Porto, J., Merino M. (21/03/2019) Neo-Qué es, usos, definición y concepto.  Definición de. Última actualización 21/11/2022). Recuperado el 24 de abril de 2003 de https://definición.de/neo/

[2] Sobre el funcionamiento de este en  los espectáculos unipersonales a partir de los años  80 puede consultarse TREATRO AUTOBRIOGRÁFICO. LOS UNIPERSONALES DE LOS 80 Y 90 EN LA ESCENA ARGENTINA, de Beatriz Trastoy (Bs. As. Nueva Generación,2002).