Cuando asistimos a una comedia musical (un musical)
solemos focalizarnos en el virtuosismo de las voces y desplazamientos de los
ejecutantes, la creatividad de los coreógrafos, el oficio del director para combinar
o integrar la partitura musical con la lumínica[1], la funcionalidad y/o
espectacularidad de la escenografía y el
vestuario.
LO QUIERO YA, no es una excepción a este tipo de
recepción; basta con leer las laudatorias críticas recibidas. Sin disentir con
dichas miradas, elijo detenerme en un aspecto poco analizado, y que, como los
críticos Ariel Bercovich y Mirta Solís señalan, es realmente notable: el libro
de Marcelo Caballero y Martín Goldber.
La historia se centra en el universo de las nuevas
generaciones, su lenguaje, su ritmo vertiginoso, la fragmentariedad y su
lenguaje propio, su dependencia de las nuevas tecnologías, su ininterrumpida sucesión
de anhelos. Pero trasciende el espacio de los “millennials” al instalar un interrogante
sobre con cuanta dosis de libertad contamos a la hora de elegir.
Tema clásico propio de la tragedia griega y del renacimiento
aquí reaparece en otro género[2]: ya no hay dioses que
transmitan ambiguos oráculos ni destino inescrutable, sino que basta una
aplicación y un asesor organice lo que hay que hacer, un asistente personal que
paradójicamente intenta ordenar, aconsejar y guiar a doce personas simultáneamente
para que ellos alcancen sus metas. Doce figuras muy cercanas lo arquetípico se
someten a la magia, el yoga, los medicamentos, la sicología, el arte…, en doce
historias individuales que terminan conformando una historia colectiva. El
texto propone una inteligente dosificación del humor donde los gags físicos se
combinan con los verbales, lo cantado y lo hablado se integran naturalmente y
transmiten el mensaje (entendido en el sentido otorgado por la teoría de la
comunicación). La atmosfera festiva de puesta en escena a cargo de Marcelo
Caballero responsable también del colorido diseño del vestuario con Martina Paiz, la coreografía
de la antes citada, y la iluminación de Anteo Del Mastro diseñan una especie de arco
iris en movimiento, pero sin opacar el citado “mensaje” que aparece sintetizado
en algunas palabras clave proyectadas en la pantalla.
En una entrevista (“La casa invita”, AM 750, 31 de
enero de 2022) el director califica su
espectáculo de “estructura como un
relojito”. Es, sin duda, la mejor metáfora que ilumina una obra en la que el
texto permite sincronizar perfectamente con la música y las canciones de Juan Pablo
Schapira (director musical) y cada gesto y desplazamiento de los actores (son dirigidos
por el coautor Martín Goldber)
Estos son sólo algunos de los aspectos que
determinaron que LO QUIERO YA, recibiera distinciones como Mejor Musical Off y
Mejor Dirección en los Premios Hugo, y el Premio Nacional a la Producción
Artística, temporadas 2016-2019). Y desde hace ya varios años permanece
exitosamente en cartel en escenarios locales y extranjeros.
Los autores otorgan a la escritura teatral una impronta fluida, paródica e irónica (¿hay que reír para no llorar?) y proponen un estilo (concepto de difícil definición) que apunta a un lugar neurálgico que permite a heterogéneos receptores deleitarse, reconocerse o reflexionar según sean sus procedencias, edades y competencias, y usan el humor de un modo que la sonrisa o la risa no deriven en evasión.
ELENCO
Julián Pucheta, Elis García, Ro Noziglia, Martín Goldber, Luana Pascual, Nacho Pelaez, Lucien Gilaber, Chechu Vargas, Lala Rossi, Julián Rubino, Julieta Rapetta, Renzo Morelli y Camila Ballarini.
Swings: Pedro Raimondi.
Banda en vivo : Frano de Paoli (batería), Paula >Morales (Bajo) y Bicolá Alonso (guitarra)
www.goenescena.blogspot.com.ar
AÑO VI, n° 254
pzayaslima@gmail.com
[1] El concepto de “partitura lumínica” fue desarrollado por el Lic. Mauricio
Rinaldi en varias obras sobre el tema.
[2] “Al intentar diferenciar la tragedia de la comedia encuentra en
ellas un elemento común, ambas persiguen el mismo fin: el autoconocimiento”
Carlota E. Martínez B., “Reir para no
llorar” (sobre la obra de José Ignacio Cabrujas), THEATRON, Año 11-12, n° 14-15,
marzo 2006, p. 91.
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