viernes, 23 de junio de 2023

HÉCTOR LEVY-DANIEL Y SU RELECTURA DEL FAUSTO.

 

El estreno de FAUSTO EN VALLE OLIVA propone la estimulante experiencia de revivir un personaje mítico generado en épocas remotas y en el marco de culturas diferentes, y convertido en un vector que nos conduce a un espejo en el que no siempre deseamos contemplarnos.

En EL UNIVERSO MÍTICO DE LOS ARGENTINOS EN ESCENA me refería así al tema: “El origen de este mito se remonta a los umbrales del Cristianismo en la figura del Mago de Samaría, fundador de la herejía gnóstica, y que adoptó posteriormente el nombre de  Faustus (“El favorecido) que busca dominar el arte de hacer milagros. Entre 1480 y  1540, en  Alemania existió un médico, astrólogo mago y aventurero conocido como Geor Sabelius Faustus y dio origen a la  Historia del  Dr. Johann Fausten, afamado hechicero de magia negra”[1]. Habría que seguir un largo itinerario desde relatos folklóricos a textos literarios, proyecciones y transposiciones, interpretaciones críticas y recreaciones; y en nuestro país, muchos dramaturgos, como lo mostraba en el citado libro, fueron atraídos por la conjunción de un tema y un personaje tan potentes.

Hoy Levy-Daniel demuestra cómo una mirada inteligente, aguda y personal puede encontrar en un mito tan transitado una nueva perspectiva que enriquece el mito y al mismo tiempo dice de nosotros.

En su comunicado de prensa, el dramaturgo señala que su objetivo fue “abordar la cuestión de las consecuencias inexorables de un pacto con fuerzas tenebrosas para conseguir algún tipo de beneficio” y “provocar resonancias en el espectador acerca de nuestra propia realidad”.

Precisamente la elección de un Fausto “provinciano” le permite al autor referirse a un problema social concreto, como la explotación minera, el grado de semi esclavitud de los obreros y una contaminación que destruye vidas humanas y al propio valle. Y este conflicto adquiere centralidad frente a lo religioso y lo teológico, lo filosófico y lo sicológico. Varios interrogantes se plantean: ¿es el posible destino de los héroes populares ser olvidados, ser traicionados, ser sacrificados?, ¿cómo juzgar a una sociedad débil y egoísta que necesita de un líder para vivir con dignidad?  

El dramaturgo hace convivir dos planos, el universal y el local. El primero subrayado por los nombres de los personajes: Fausto y Mefistófeles, pero también Elena (la bella Helena de Troya), Sandor (el hombre despojado de humanidad, el Clegane, the  Games  of  Thrones), Oberdan (el relacionado con el trabajo) y Livia (la de color oliva). El segundo, un conflicto propio de diversas zonas mineras de nuestro país; a esa fuerte carga contextual se le suma que quien encarna la voz narrativa no es Mefistófeles sino un representante del pueblo obrero. Los dramaturgos  argentinos ofrecieron diferentes desenlaces: Fausto redimido por su afán de búsqueda, llevado  por los ángeles al cielo, irónicamente como castigo, condenado, despreciado por el diablo, ni condenado ni salvado de regreso a su  tapera, atormentado por su fracaso[2].Levy- Daniel, propone por boca del narrador distintos finales: desaparecido sin rastros, viviendo en otro pueblo o en el fondo de un barranco (el infierno  que le corresponde) y comido por los caranchos. Estas aves, alejadas de las mitologías greco-romanas remiten a nuestro folklore (y al   boliviano), pero en la obra adquieren un valor simbólico especial ya que ellas se alimentan de animales enfermos. Y Fausto estaba enfermo de orgullo. La autodestrucción auto elegida no se debe -como en Marlowe- a su deseo de ser como  Dios, sino en su necesidad de ser reconocido por los seres a quienes ayuda, y su venganza producto del orgullo lo condena.  No tiene posibilidad de salvación porque a diferencia del texto fuente (con el que coincide en que la femineidad es capaz de ennoblecer, la mujer amada lo rechaza

En esta época laica en a que las creencias religiosas se van desdibujando, no se temen ya los infiernos llameantes ni se aspiran a Paraísos eternos. Sin embargo, se filtra un eco bíblico: Fausto como “el ángel caído” es rechazado y condenado por su pecado de orgullo; también una resonancia mítica, su cuerpo es devorado por las aves, aunque en este caso por los caranchos.

Excelente director de escena, Levy-Daniel organiza la colaboración de Gabriella Gerdelics (escenografía y vestuario),  Ricardo  Sica  (iluminación) y  Edu Zvetelman (música original) para proponer los que marcan tanto los hechos y conflictos del presente (la rebelión, la huelga), como los espacios del inframundo (protagonizados por el diablo reconoce las debilidades y tienta, y el  fantasma de  Elena,  que sigue seduciendo con su  belleza). Si bien hace que el personaje de Mefistófeles se desplace desde los castados, desde atrás y en diagonal, símbolo de su ubicuidad, es Fausto la figura que siempre permanece en puntos centrales, responsable de sus acciones, de sus elecciones, de sus errores, y siempre en estar “entre” los hechos y las interpretaciones que se materializan tanto en los diálogos como en los discursos narrativos.

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AÑO  VI, n° 265

pzayaslima@gmail.com



[1] Buenos Aires, Instituto Nacional del Teatro, Colección Estudios  Teatrales, 2010, Tomo  1, p.  257

[2] Op.cit., p.  275..

1 comentario:

  1. Gracias, querida Perla, por tu experimentada mirada y tu saber. Un Abrazo (Cristina Sisca)

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