lunes, 12 de junio de 2023

CUIDADO CON CHACOVACHI!





 

Una nueva  presentación de Fernando Cavarozzi (Chacovachi) en el teatro Caras y  Caretas con su show ¡CUIDADO! UN PAYASO MALO PUEDE ARRUINAR TU VIDA, implicó un triple festejo / homenaje: a la trayectoria del intérprete, a la profesión que se consagra al arte, a la revalorización de un género y una tradición.

El payaso  Chacovachi, pertenece al grupo “de los artistas, aprendices eternos de hechicería, jugando a combinar elementos inertes para  hacer surgir algo vivo”(frase que tomo  de la obra de  William Ospina, “El año del verano que nunca llegó”). Transforma un lugar (la calle, un escenario, una plaza en un espacio que permite revelar lo que hay detrás de la máscara de cada uno, en lo  profundo. Por eso, como dice en el programa de mano su espectáculo habla de Dios, de la política, de la muerte, las drogas, el poder, la falsa modestia, el amor los ideales y el conformismo, y su exhibición con globo, botellas, juegos malabares y pruebas de equilibrio son “excusas”.

Para quienes han estudiado el sentido de la comicidad, el humor suele ser entendido como clave de mundos mágicos. Cuál es el mundo mágico al que nos conduce este payaso/bufón; un mundo que nos divierte, nos asombra, pero que también nos sacude. La risa no solo es “entretenimiento”, con su humor, este payaso malo puede “despertar almas desprevenidas”,  “arruinar la vida” de los espectadores, y esto se advierte en el  programa de mano, no sólo  por el título sino por la convivencia de un rostro cordial que esboza sonrisa pero un puño cerrado que en  primer plano tiene escrito la palabra  RISA.

Cavarozzi no  es sólo un artista  dotado de múltiples dones, sino también un eficaz director, que organiza sabiamente su propio material en el que lo autobiográfico convive con lo ficcional y le permite andar y desandar un camino que va desde el intérprete de un personaje al performer, del narrador al mimo; escoge  un vestuario que siempre simboliza y designa: la chaqueta  con las llaves expuestas (la llave, según Cirlot representa  un arcano, una obra a realizar, pero  también el medio para su ejecución) o la túnica morada  con su doble lectura, el  poder religioso y el  poder económico;  una  iluminación que conduce la mirada de los espectadores y enmarca sus respuestas  y las áreas de juego; la elección de la música, su combinación con los ruidos y su focalización en el ritmo  que involucra asimismo la relación de cuerpo y objetos;  la elección de  Maku Franchulini como payasa invitada, quien, como él, es autogestiva e independiente, creadora de su propio material y ha trabajado en la valle, en circos, teatros y lugares no convencionales.

 Para sacar de su letargo al espectador, lo convierte en partícipe activo en diversas secuencias e incorpora la improvisación a un preparado diseño, juega con  niños y con adultos por igual, tal vez porque encuentra en ambos algunos puntos en común: la necesidad de la risa, el interés por lo lúdico, la capacidad de asombro, la necesidad de traspasar normas  que encorsetan, contaminar  el mundo racional con alguna dosis de  “locura”, expresarse en libertad. Sonrisa, risa o  carcajada pueden ser instrumento apropiado para el esclarecimiento, la toma de conciencia y hasta la rebelión (no podemos olvidar que la risa volteriana fue puente directo a la Revolución Francesa).

Si este espectáculo supera las expectativas de calidad de lo que aparentemente es un show payasesco, donde hay narices clownescas, zapatones, triciclos minúsculos, globos…, es porque  su intérprete, autor y director aúna a su formación sistemática (Escuela de  Mimo de Ángel Elizondo), décadas  de actuación en los espacios más disímiles, oficio y talento y, sobre todo, lucidez para reflexionar sobre el arte que practica, de lo cual dan testimonios sus declaraciones en distintos reportajes y su libro MANUAL  Y  GUÍA EL  PAYASO  CALLEJERO ( Colectivo, Contramar Editora, 2915)



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AÑOVI, n° 263

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