lunes, 18 de febrero de 2019

DOS UNIPERSONALES SOBRE LO FEMENINO: ESTRELLA Y LA SUERTE DE LA FEA

Febrero en Buenos Aires presenta una numerosa y calificada propuesta teatral. Entre los espectáculos ofrecidos rescato ahora dos unipersonales que tienen en común focalizarse en el universo femenino, contar con valiosos textos, impecables puestas en escena y notables interpretaciones. 


Estrella, estrenada en El Camarín de las Musas cuenta como autor, intérprete y codirector a Juan Pablo Geretto, y como dramaturgista y codirectora a Virginia Martínez. Definida como “una revendedora de cosméticos cuyo único sueño es mirar televisión” como “una emprendedora sin visión”, el personaje de Estrella se construye por fuera de los parámetros que diseña el feminismo tradicional y trasciende lo que puede ser considerado como prototipo de la vendedora de Avon[1]

El humor (“estructura para enfrentar el horror”) es el elemento que desde el cual aborda a su personaje es construido con recuerdos personales, conversaciones, programas televisivos, anécdotas y reflexiones sobre la imposibilidad de la protagonista de una real autodeterminación 

Como propone Anne Bogart, Geretto crea un universo único a partir de los elementos comprendidos en el tiempo dramático (tiempo, duración, repetición y respuesta cinética) y el espacio dramático (forma corporal, gesto, relación espacial, arquitectura y topografía escénica) y la obra se “ensancha” tanto hacia el pasado como hacia el futuro; “no hay tiempo”, lo que se privilegia es “el estado”. 

Señala su deuda con Niní Marshall (“la rigurosidad, la observación, cómo y dónde hay que mirar, como hay que componer un personaje”)[2] pero también con en una mirada crítica lo suficientemente porosa para permitir el ingreso de un sentimiento piadoso y comprensivo. Y con Gasalla, sin duda por el talento para atrapar a la audiencia en aquellos espectáculos de café- concert, su audacia para abordar todos los temas, las posibilidades del travestismo. Y esto puede comprobarse fácilmente en Estrella, en la que esa deuda señalada se modifica y enriquece con el personalísmo oficio del actor. El contacto cercano con el público le permite a Geretto percibir las reacciones y dirigir las miradas, y a los receptores meterse en la historia contada; los temas más crueles y los secretos más terribles pueden ser narrados porque aparecen “tamizados” por el humor. Donde se manifiesta el mayor talento de este actor/autor/director es en el cambio de género a través del traje, maquillaje, pelucas, gestualidad y desplazamientos. El cuerpo femenino tomado como modelo no es estereotipado, nunca cae en los extremos (ni exaltación admirativa, ni burda caricatura). Su conocimiento del mundo femenino se verifica en lo que se dice y lo que se representan. Gestos que por momentos subrayan, anticipan o reemplazan las palabras que narran historias dentro de la historia e historias contiguas cuyo paso se realiza de modo vertiginoso. Resultan inseparables el autor y el actor por varias razones: se imponen los recuerdos de la santafecina ciudad de Gálvez y lo que él denomina las “voces de mi crianza”[3], y su proceso creativo. Sus personajes e ideas “aparecen en el cuerpo, no tanto en la imaginación (…) Del cuerpo a la voz, de la voz al papel, y del papel a la repetición”; la palabra “se resignifica cuando pasa por el cuerpo, ahí se detecto si uno escribió literatura o teatro”[4]

Sin duda, con Estrella, Juan Pablo Geretto reconfirma (después de La Maestra Normal y Como quien oye llover) ser escritor de teatro, y uno de los mejores autores/actores de unipersonales del teatro argentino contemporáneo. 

Mauricio Kartun con La suerte de la fea vuelve a justificar su posición de autor “faro” dentro del teatro argentino. Si bien la obra es presentada como “la historia de una de esas feas” que interpretaban desde el foso, la música que hermosas figurantas simulaban tocar sobre los escenarios de bares, lo individual deja paso a la revelación de las enfermedades de una sociedad en la que las injusticias que derivan de la cosmovisión masculina de comienzos del siglo XX sumergen a la protagonista en un intolerable grado de infortunio. Lo sicológico y lo social, lo individual y lo colectivo interactúan de manera perfecta. Le otorga un presente a una situación pasada, pero que, con variantes puede ser hoy reconocida, revelando “el pasado en términos del presente”. Como en obras anteriores, el autor investiga, atestigua -para Le Goff, este es el significado del término griego historia- y ejemplifica cabalmente cómo el teatro es instrumento adecuado para mostrar realidades, desconocidas, olvidadas, ocultas. Su imaginación creadora posee la cualidad de un “pensamiento historiador” -expresión que tomo de Francois Chatelet- que no se queda en la evocación nostálgica sino que se enriquece con una aguda mirada de lo que hoy acontece (en este caso, temas de género). Kartun elige materiales soslayados o no muy presentes, pero que interesan y conmueven a la audiencia, e implican una respuesta emocional que nunca impide la racional (el humor asegura la distancia crítica). 

Cuenta con la presencia de una excelente actriz, Luciana Dulitzky, quien subraya textos y descubre subtextos que la obra dramática ofrece sobre el poder de la música y cómo el cuerpo es capaz de almacenar las melodías escuchadas. De allí, la necesaria presente compositor e intérprete Fede Berthet en escena. Con flexibilidad y fuerza ella transmite emoción, pintura de contexto social, expresividad lúdica; la gestualidad revela aquello que no puede ser dicho y con maestría puede exhibir una sonrisa que incluye un rictus de dolor. Su voz atraviesa todas las gamas (debilidad, fortaleza, balbuceo, convencimiento, conflictos interiores y luchas contra el entorno; su debate y su relato cobran especial intensidad al estar limitada por un pequeño escenario dentro del escenario del teatro (en el cual se ubica el músico), que la cerca, pero que al mismo tiempo le otorga la visibilidad y el protagonismo que le fueran negados. 

La riqueza del texto y la acertada puesta en escena, aseguran a este espectáculo una larga permanencia en la cartelera, como ocurre ya con otras obras del autor como Terrenal. 



Fotografía: Alejandra López



Fotografía: Florencia Bauzada / Hernán Nuñez



Año III, n° 160 

pzayaslima@gmail.com 


[1] Sobre este tema Geretto se explaya en la nota que realizara Carolina Liponetzky para Ámbito Financiero, “El feminismo actual no está en mis personajes”. 

[2] Las citas están tomadas de la entrevista realizada por Daniel Cholakian para Infobae Cultura “Todos somos hijos de Niní”. 

[3] “Nace una estrella”, entrevista de Dolores Curia para Página 12. 

[4]Liponetzky, ut supra.

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