La presencia de los temas históricos en el teatro nacional es permanente, como lo es la práctica de espectáculos dirigidos a niños. Lo que es infrecuente es que la unión de ambas realidades se plasme en un producto de la calidad de Yo, el espejo africano, obra de Liliana Bodoc, presentada en el Teatro Hasta Trilce por la compañía “Tres gatos locos”.
La elección de esta novela que obtuviera el premio Barco de Vapor 2008 es especialmente acertada porque su conjunción de lo fantástico y lo real, lo histórico y lo imaginado, lo individual y lo colectivo. Si una sola palabra pudiera definir la transposición a la escena que Juan Manuel Gabarra, Federico Costa y Galileo Bodoc proponen esta sería “equilibrio". Equilibrio en el dinamismo (danzas, desplazamientos, organización de un espacio escénico en permanente mutación) y los momentos de reflexión a partir de las diferentes secuencias narrativas (datos y circunstancias históricas), entre lo emocional y lo racional (causas y efectos de la esclavitud), entre el lo verbal (el texto de Liliana Boloc), entre el humor y la mirada crítica, lo lúdico y lo informativo (en especial en el caso del narrador) y los distintos lenguajes no verbales (el vestuario, la escenografía el universo sonoro y el lumínico).
El vestuario aúna belleza y funcionalidad como signo denotativo de profesiones, clases sociales y nacionalidades, y épocas (la reproducción del Cabildo que adorna el frente de la falda de la mujer que compra la esclava para su hija, es de una ilustrativa síntesis) pero también signo connotativo (los sutiles cambios operados en las ropas que viste la esclava africana).
El tratamiento de los objetos opera como claras metonimias y metáforas de los diferentes espacios, tiempos y posiciones ideológicas aludidas. La roca es el límite que marca el fin de la huida de la esclava y la roca con la cruz, el fin de su vida; precisamente esta sepultura nos señala la integración del africano al mundo americano, pero también el proceso de aculturación sufrido. Tanto la partitura musical como la lumínica soslayan tanto lo decorativo como el generar “atmósfera” y pautan los ritmos corporales de los actores.
La contratapa del enorme libro situado al costado del escenario, depositario de los hechos del pasado, revelará al final un espejo; durante toda la función un espejo es portado por el narrador en su sombrero, y un espejo pasa de mano en mano (la madre de la esclava africana, la esclava luego liberta, San Martín, un huérfano español, hasta llegar a la nieta de la joven madre a quien le arrebataran la hija para venderla en América. Todos estos espejos cumplen la función ambivalente de reflejar y revelar conciencias e identidades: el espejo como “órgano de contemplación y reflejo del universo” (Scheler), como símbolo mágico de la memoria inconsciente (Loeffler) o como emblema de la verdad (Bayley).
Lo actores logran una auténtica conexión con un heterogéneo público generan un notable grado de atención en los niños, a pesar de un texto que soslaya el facilismo, los lugares comunes que transitan la mayoría de los espectáculos destinados a dicha franja etaria y no hace concesiones para generar artificiosas participaciones. Eso explica la asistencia de mayores no acompañados de menores en una sala siempre completa. Los integrantes de compañía “Tres gatos locos” vuelven a crear “la magia del teatro” y como los antiguos juglares del Medioevo convocan y “atrapan” al público en pleno siglo XXI con su oficio, talento y entrega.
FICHA TÉCNICA
Elenco: Pedro Risi, Mariela Salaverry, Néstor Navarría, Sergio Berón y Leticia Torres
Texto: Liliana Bodoc
Diseño de escenografía y vestuario: Laura Avila - Diseño lumínico: Fernando Raíces - Diseño sonoro: Fernando Cerra
Dirección vocal: Josefina Lamarre - Realización: 3GL y Comedia de la Provincia de Buenos Aires - Puesta escénica: Galileo Bodoc
Dirección general: Juan Manuel Gabarra, Federico Costa y Galileo Bodoc
Producción general: Compañía Teatral "Tres Gatos Locos" en coproducción con la Comedia de la Provincia de Buenos Aires
Agradecimientos: Cabuia Teatro, Alejandro Baamonde y Teatro Hasta Trilce.
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