Obra premiada. Actor premiado. Unánime éxito de
crítica. Permanencia en cartel a sala llena. Un hombre de acero presenta un
luminoso texto sobre las reacciones familiares y las reacciones posibles frente
a la resolución de conflictos. Desde el comienzo el autor impone su mirada
sobre la importancia de las palabras, su significado, la responsabilidad al
usarlas y la necesidad de comunicarse, de establecer vínculos a través de
ellas.
El autor, Juan Francisco Dasso, en su calidad de director resuelve le
multiplicidad de los espacios citados y los espacios que allí circulan, pero
también el de los silencios que interpelan. El texto trasciende en varias direcciones
el tema de la relación de un padre con su hijo: la familia como lugar de
anclaje, la importancia del recuerdo, qué es lo que rescatamos entre los
pliegues de la memoria y su función a la hora de construir lo identitario; la
secuencia en la que el padre rememora situaciones de su adolescencia, es clave
para que el protagonista pueda
comprender la adolescencia del hijo y complementa el lugar central que
se otorga a la etimología, esclarecedor
regreso a los orígenes y dadora de sentido.
Los nombres propios definen y ubican a los personajes
como distintos de los otros, en este caso tienen origen griego y un valor
orientador para entender el conflicto:
Neo (el hijo): “lo nuevo, “lo reciente”, implica
también renovación de lo antiguo, lo que surge recientemente, es el nombre de
uno de los principales personajes de la película “The Matrix”[1]. Es el “incidente” lo que
determina un cambio fundamental: quien estaba sumido en el silencio adquiere el
poder de la palabra, en este caso a través del grito.
Dionel, nombre peculiar que se traduce, tal como se
manifiesta en el espectáculo como el consagrado de Dios, el bendecido de Dios;
pero el nombre etimológicamente considerado también implica “seguidor de
Dionisio”, y como tal es quien genera el despertar sexual de Neo. Irene, “la
que tiene paz”, es la madre que duerme.
La falta de comunicación del hijo se corresponde la
dificultad de conectarse del padre, ya no por una enfermedad, sino por su
conducta adquirida: convenciones, “marcos” racionales. El fracaso, enfundando
en el disfraz de superhéroe es la peripecia que lo conduce a lo verdaderamente
heroico cuando decide cruzar el umbral de sus limitaciones, su propia coraza.
Es entonces cuando se pone en evidencia, la limitación que los argumentos, o
las argucias tienen a la hora de persuadir.
El diseño del programa de mano (fotografía, Christian
Inglize) es revela las implicancias del espectáculo al presentar un conjunto de
imagines que transitan desde lo informativo (contexto social), lo simbólico
(figura del padre y su mirada “mutilada”, y lo sicológico (engranajes que rigen
conductas colectivas e individuales
Como director, Dasso diseña espacios en la escena y
espacios citados (interiores y exteriores, del presente y del pasado) que adquieren
valores simbólicos: el “incidente” ocurrido en el baño de una institución
encuentra su resolución en otro baño, el de la casa familiar; un invisible
Dionel tiene su lugar en la platea y esa silla vacía cobra notable fuerza dramática; y propone como ejes
estructurantes de la acción “cuerpo y narración”[2], subrayados por la
escenografía y vestuario de Cecilia Zuvialde y la iluminación de Ricardo Sica.
Marcos Montes, actor-personaje-narrador transita por
los distintos niveles discursivos, lo informativo, lo expresivo y lo apelativo,
este último a con los personajes citados (receptores ficcionales) y con el
público (receptores reales). Logra un equilibrio prefecto entre el protagonismo
del gesto, del movimiento, de lo coreográfico, de la mirada, de la voz y de la
palabra organizada rítmica y melódicamente a través de sus matices.
No es fácil para un receptor situarse en parámetros
totalmente objetivos a la hora de calificar a un actor como muy bueno,
excelente, brillante, excepcional o único (y aquí se le suma el escurridizo
concepto de estilo). Por ello me refugio en el “para mí”, “en mi opinión” y
apelar a metáforas.
Montes es un actor de oro que potencia a un
“hombre de acero” (oficio), maneja y recrea un personaje de modo que lo vemos como
él único posible de hacerlo (talento), establece con su sola presencia una estrecha
comunicación con el público, lo seduce y la atrapa (carisma). Y así como
interpela y motiva a su “interlocutor bloqueado” (Dionel) para que (re)accione,
cautiva y captura a otro “interlocutor bloqueado”, el espectador, para que se
sumerja en el mundo que propone, se emocione y reflexione.
www.goenescena.blgospot.com.ar
AÑO VI, n° 262
pzayaslima@gmail.com.
[1] Tomado de Pérez Porto, J., Merino
M. (21/03/2019) Neo-Qué es, usos, definición y concepto. Definición de. Última actualización
21/11/2022). Recuperado el 24 de abril de 2003 de https://definición.de/neo/
[2] Sobre el
funcionamiento de este en los
espectáculos unipersonales a partir de los años
80 puede consultarse TREATRO AUTOBRIOGRÁFICO. LOS UNIPERSONALES DE LOS
80 Y 90 EN LA ESCENA ARGENTINA, de Beatriz Trastoy (Bs. As. Nueva
Generación,2002).